“Tu canto, como yo, se cansa de vivir y rueda sin saber dónde morir...”
Alfredo Le Pera, poeta del tango, me recuerda a muchos creadores que tuvieron varias obras a su haber, sin embargo, algunas de ellas fueron tan relevantes que opacaron las demás, el caso de Le pera es especial, porque a pesar de haber nutrido la poética que habría de ser la sustancia de la inmortalidad de Carlos Gardel, fue tan grande la figura del cantor que opacó al poeta.
Alfredo Le Pera, fue un hombre marcado por el destino que los griegos llamaron Ananké, lo consideraban una fuerza superior no sólo para los hombres, sino incluso para los mismos dioses. Llamada por los romanos Fatum, la personificación del destino, en otras palabras, lo que está escrito, la fatalidad.
Según José María Otero en su libro El ABC del tango, Le Pera nació en un barco y murió en un avión, hijo de inmigrantes italianos, del matrimonio formado por Alfonso Le Pera y María Sorrentino. María estaba esperando un hijo y los caprichos del azar hacen que al llegar a Sao Paulo se topen con una epidemia y los viajeros no pueden abandonar el barco, donde nacería Alfredo, luego de la cuarentena el buque sale hacia Buenos Aires y esta ciudad será la residencia de la familia.
Por otra parte, Carlos y Pablo Taboada, hablan de su nacimiento en Sao Paulo, pero no mencionan el barco. El presunto misterio de su nacimiento quedará en el recuerdo cubierto por una manta de interrogaciones que lo hermanan con Gardel, porque también la fecha de su nacimiento está en discusión, aunque el número 8 es la fecha escrita en la lápida.
Estaba en el fatal accidente aéreo con el cantor y murió en la mitad del camino de la vida, según frase de Dante Alighieri en el primer verso de la Divina comedia. Había nacido con el siglo.
Acompañó a su gran amor, la bailarina Aída Martínez a Suiza para curarse de una grave enfermedad, después escribió estos versos que a su vez son una elegía,
“Sus ojos se cerraron...”
su boca que era mía
ya no me besa más,
se apagaron los ecos
de su reír sonoro...”
¡Porqué sus alas tan cruel quemó la vida!
¡porqué esta mueca siniestra de la suerte!
Quise abrigarla y más pudo la muerte,
¡Cómo me duele y se ahonda mi herida! ...”
Su lenguaje dio universalidad al tango ya que sus versos fueron comprendidos cuando le enseñó al mundo su romanticismo, así también la geografía de su patria y conservaron la esencia porteña.
Por otro lado, de su unión con Gardel dice Troilo en una entrevista: “Tené en cuenta que Gardel estaba solo, rodeado de franceses primero, luego de norteamericanos, esa gente podía perderlo. Él tenía su voz ¡qué te parece!, esa polenta de su personalidad y sus ideas musicales, pero no era letrista, ahí aparece Le Pera, “Los dos hacen una trampa portentosa”, conservan lo nuestro en un ambiente completamente extraño”.
Ya que estamos hablando de lenguaje, el empleado por Le Pera, según los filólogos y estudiosos como José Gobello, se asemeja a la koiné, y esto que digo es una aproximación, se dice que es lengua común. Este nombre viene de Grecia, me explico, Grecia era una anfictionía, una reunión de estados confederados, cada uno tenía su propio idioma y crearon la Koiné para que todos se entendieran, algo así como el espíritu del esperanto.
Dejó piezas musicales fáciles de enumerar, pero profundas, que no permiten hablar de ellas en un solo artículo, por lo mismo seleccioné algunas, “El carrillón de la Merced” cuando estaba en Chile en compañía de Discépolo, fue su primer tango y se me hace que sus líneas son premonitorias,
“Tu canto, como yo,
se cansa de vivir
y rueda sin saber
dónde morir...”
El día que me quieras, el poema original es del mejicano Amado Nervo, quien había sido embajador en Argentina, estaba en un congreso en Uruguay y allí murió. Para intervenir el poema pidió permiso a la familia del poeta, Le Pera le hizo unos cambios y a mi juicio lo enriqueció. Y así como hay textos fundacionales de naciones como Cien años de Soledad de García Márquez y La Eneida de Virgilio, poema fundacional de Roma, así El día que quieras es un poema fundacional del amor:
“El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Al viento las campanas
dirán que ya eres mía
y locas las fontanas
me contarán tu amor. ...”
No olvidó la pampa ni la guitarra en Guitarra, guitarra mía, es un estilo:
“Azules noches pamperas
donde calmé sus enojos
hay dos estrellas que mueren
cuando se duermen sus ojos”
Es admirado además por el buen trato a la mujer, de tantas historias de traición y engaño que tiene el tango, en Volvió una noche dice:
” Volvió una noche, no la esperaba,
había en su rostro tanta ansiedad
que tuve pena de recordarle
su felonía y su crueldad...”
“Mentira, mentira, yo quise decirle,
las horas que pasan ya no vuelven más.
Y así mi cariño al tuyo enlazado
es sólo una mueca del viejo pasado
que ya no se puede resucitar.
Callé mi amargura y tuve piedad.
Sus ojos azules, muy grandes se abrieron,
mi pena inaudita pronto comprendieron
y con una mueca de mujer vencida
me dijo: "Es la vida". Y no la vi más. ...”
Hablaba español, italiano, inglés y francés y fue contratado en París para traducir películas, más tarde sería traductor en Alemania, porque también aprendió el idioma.
Escribió tangos y guiones para las películas de Gardel, asunto que merece un ciclo aparte. Tendría que agregar algo, no creo que se vuelvan a escribir poemas como Volver y Lejana tierra mía, arropados por la melancolía y el nostos, considero que su poesía pisa el umbral de lo sublime.
Su oficio se puede resumir en estas palabras; “periodista, autor y crítico teatral, traductor, guionista cinematográfico y poeta.
Empezó a estudiar medicina, pero se salió al cuarto año para dedicarse al periodismo teatral, le encantaba trabajar con las compañías de teatro entre bastidores. Igual cosa hizo Mario Battistella, con él escribió Melodía de arrabal y Cuando tú no estás, por ejemplo.
Tal vez su vida fue como un guion de tragedia y retomando la fuerza del destino, el poeta estuvo a la sombra del cantor y después en la umbría del mito, aunque los dos apellidos aparecen unidos: Gardel y Le Pera cada que se anuncian sus canciones como unidos en el accidente.
Cada 24 de junio Alfredo le Pera no vuelve a pasar por el corazón, asunto que llamamos recuerdo, lo mismo que Ángel Domingo Riverol y Guillermo Barbieri, que también llevaban la inexorable marca del olvido y del infortunio.