El 29 de abril de 1992 mientras conducía su Mazda blanco por los lados del Atanasio Girardot cuando dos hombres en una motocicleta cerraron a Alfonso Florez Ortiz. Sin mediar el muchacho que iba de parrillero desenfundó su pistola y le pegó cuatro tiros en la cabeza. Era un nuevo caído en la guerra que los narcos desplegaban en la ciudad, en toda Colombia. El país, que pasaba en ese momento por el peor de sus momentos, casi no se detuvo en llorar a Flórez. A punta de bala, de atentados, de bombas, se olvidó que este Bumangués nacido en 1952 había logrado la que fue la hazaña deportiva más importante hasta el momento: ser campeón del Tour de L’Avenir.
Esta competencia, ganada por Egan, Nairo, Chávez y Supermán López, fue hasta 1985 disputada solo por pedalistas aficionados. Cuando Colombia la disputó, en 1980, en una loca idea gestionada por el entonces presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo, se iniciaba La Gran Aventura, así se conoció la expedición de pedalistas nacionales al viejo continente. La competencia era dominada ampliamente por los países del telón de acero: Polonia, Alemania Democrática y, sobre todo, la Unión Soviética.
Ellos tenían a un super crack, un pedalista que era considerado el Eddy Merckx del pedalismo amateur, era Serguei Sujorechenko quien venia de ganar dos veces consecutivas la competencia. Colombia venía sin opciones. El corredor más fuerte era José Patrocinio Jiménez. Los rusos se enfrascaron en marcarlo, en perseguir cada uno de sus ataques. De un momento a otro Alfonso Flórez, quien en teoría no sería el líder de Colombia, atacó y terminó imponiéndose.
El país vivió una algarabía inusitada, incluso mayor que la que se vivió el pasado domingo en los Campos Elíseos con el triunfo de Bernal. El temible Sujo fue derrotado por las piernas de Flórez y por la estrategia de Raúl Meza quien era el técnico del equipo. Flórez tenía 28 años y fue recibido en el Palacio de Nariño por el entonces presidente Julio César Turbay Ayala, le dieron la Cruz de Boyacá, lo besaron las reinas, Pacheco lo invitaba a sus concursos. Tres años después, cuando el equipo Pilas Varta disputó el Tour de Francia, Flórez ya no era el líder. Las piernas de un jovencito de Fusagasuga, Luis Alberto Herrera, ya lo habían desplazado.
Alfonso Flórez nunca volvió a ganar nada importante como profesional. Se dedicó a ser gregario de Parra, de Herrera, de los grandes capos nacionales. En 1990, con 38 años se retiró del ciclismo. Tenía un almacén en el centro de Medellín y nunca supimos por qué lo mataron. Lo más triste de todo es que pocos lo recuerdan y sin embargo fue nuestro primer gran campeón, nuestro primer ídolo.