Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaron

Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaron

El gobierno de Putin retomó la tradición que se remonta a los zares de eliminar a los opositores políticos con venenos letales, que ha aplicado durante los últimos quince años

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septiembre 13, 2020
Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaron

La trama es un clásico ruso. Alexéi Navalni, la cara de la oposición al presidente Vladímir Putin, ingirió un tóxico en una taza de té mientras esperaba su vuelo en el aeropuerto siberiano de Tomsk con destino a Moscú. Era el 20 de agosto. Minutos después de despegar, los gritos y el dolor de Navalni “tirado en el suelo en la parte del avión reservada para la tripulación de cabina” quedaron registrados. “No decía ninguna palabra ... solo gritaba", dijo un compañero del vuelo que aterrizó de emergencia en Omsk. El 21 fue llevado el hospital alemán Charité donde tres días después entró en coma inducido. Su condición sigue siendo la misma, hoy se sabe con certeza que el tóxico era un veneno llamado novichok , - novato, en rus- un agente nervioso desarrollado por la Unión Soviética en la década de los setenta y que se dispersa en forma de polvo ultrafino.

Navalni se ha referido al partido de Putin como un lugar de "criminales y ladrones", y ha acusado al entorno del mandatario de "chupar la sangre de Rusia".  Se hizo accionista minoritario de petroleras, bancos y ministerios, para hacer preguntas incómodas sobre los agujeros en las finanzas estatales. Y en junio, describió la votación sobre la reforma constitucional como "un golpe de Estado". Putin se niega a mencionar su nombre. Hoy, a los 44 años, trata de sobrevivir en el hospital alemán, mientras la canciller Angela Merkel, con los resultados en la mano, dice enfáticamente: "Alguien trató de silenciarlo y en nombre de todo el gobierno alemán lo condeno en los términos más enérgicos". La Otán toma cartas en el asunto.

Nalvani es la última víctima en la larga lista de tiroteos, apuñalamientos -Trotski en otro 20 de agosto, 1940- y, sobre todo, envenenamientos que en más de cien años han sufrido disidentes, desertores, opositores y espías en la Rusia zarista, la Unión Soviética, o la Federación Rusa de Vladímir Putin. El veneno, más asociado a intrigas medievales, es el arma favorita y el arsenal incluyen tantos como como el polonio 210, radiactivo, o este nuevo novichok que bloquea la interacción entre nervios y músculos para provocar el colapso de muchas funciones corporales y puede matar en 30 segundos, o hasta plantas venenosas que solo se dan en las laderas del Himalaya.

 

 - Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaronEl agente doble  Sergei Skripal y su hija Yulia sobrevieron, hoy viven con otra identidad en Nueva Zelanda

Estos son algunos de los casos más sonados de los últimos 15 años. Recientemente, el más novelesco es el del agente doble Sergei Skripal y su hija Yulia en Salisbury, al sur de Inglaterra. El 4 de marzo de 2018 se sentaron en el banco de un parque, al instante cayeron fulminados por acción del novichok. Yulia estuvo en estado crítico 35 días, y su padre de 67 años, dos meses y medio. Desde el 2010 estaba viviendo en el Reino Unido después de muchos años infiltrado en territorio ruso para el servicio secreto británico. Yulia y Sergei sobrevivieron, junto a un policía que también acabó envenenado. No tuvo la misma suerte una desempleada de 44 años llamada Dawn Sturgess, que tres meses después encontró un frasco de perfume caro en la basura, donde habían ocultado los restos del agente nervioso. Murió de inmediato al contacto con la sustancia tóxica. Poco después el gobierno británico identificó a dos rusos, que viajaron bajo los nombres de Alexander Petrov y Ruslan Borishov, como los autores del intento de asesinato.

La primera ministra Theresa May expulsó más de dos decenas de funcionarios rusos y conscientemente le dijo a Putin sus últimas palabras en la cumbre del G-20 en Osaka 2019. Le espetó en la cara: “El uso de un agente nervioso en las calles de Salisbury forma parte de unas prácticas completamente inaceptables y fue un acto despreciable”. Hoy Sergei y Yulia viven en Nueva Zelanda con nueva identidad, según le dijo el gobierno al Sunday Times y la BBC lanzó el 14 de junio el primero de tres episodios de la serie 'The Salisbury Poisonings' (Los envenenamientos de Salisbury).

 

 - Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaronPyor Versilov, fue visto por 1.200 millones de tevidentes meterse en la cancha en la final Francia-Croacia

El más visto de los envenenados es Pyotr Verzilov. El 15 de julio del 2018, 1.120 millones de televidentes vieron a cuatro activistas del conjunto de punk Pussy Riot meterse al campo en la final Francia-Croacia para denunciar los abusos a los derechos humanos. Uno de ellos Pyotr, ruso-canadiense, 30 años, editor de Medizone, donde critica del sistema judicial y penal ruso. Estaba investigando los asesinatos de tres periodistas rusos en la República Centroafricana ese verano.

Tras el performance y 15 días en prisión, nadie sospecharía que el 15 de septiembre tuviera que ingresar a una clínica de Moscú con síntomas de envenenamiento. "Primero fue su visión, luego el habla, luego la movilidad. Se empezó a poner peor cada vez más rápido, y comenzó a sufrir convulsiones", relató su novia, Nika Nikulshina, al diario digital Meduza. En el Hospital Charité en Berlín, los médicos alemanes confirmaron el envenenamiento, pero ya era tarde para detectar la naturaleza del veneno, que a puerta cerrada, identificaron a sus familiares como atropina.

 

 - Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaronVladimir Kara-Mursa en el 2015, cuando lo envenenaron por primera vez

Vladimir Kara-Murza, 38 años, fue envenenado dos veces en 18 meses. La primera vez en mayo del 2015, noventa días después del asesinato a tiros de su jefe político el reformista Borís Nemtsov, en un puente cuando paseaba por los alrededores del Kremlin. La segunda vez, en febrero de 2017, mientras volaba en Aeroflot. Ambas veces Kara-Murza estuvo en coma. Y aunque en Moscú desecharon el envenenamiento, una investigación independiente realizada en Francia, encontró rastros de metales pesados en su cuerpo.

El asesinato del banquero Alexander Perepilichny (2015), de 44 años, es aún más extraña. Tras varias denuncias, salió de Rusia en el 2009. Y murió inesperadamente mientras trotaba en Londres, en 2012. Primero se habló de un ataque al corazón, pero más tarde se encontró una sustancia tóxica en el estómago basada en la rara planta Gelsemium Elegans, del Himalaya, también conocida como hierba de la angustia. Ahora un cardiólogo británico dice que murió de causas naturales.

 

 - Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaronAlexander Livinenko, fue el primero en ser envenenado  y muerto por polonio 210,  en el 2006

El que definitivamente no murió por estas causas fue el desertor Alexander Livinenko, refugiado en Londres, quien probó la eficacia letal de un nuevo veneno, el polonio 210, en noviembre del 2006. Después de reunirse en el Hotel Millenium con dos viejos camaradas que, al parecer, echaron en el té la sustancia que finalmente le quitó la vida el 3 de diciembre en medio de la consternación mundial. Ese mismo año el mundo presenció estupefacto el rostro del candidato a la presidencia de Ucrania, Vikton Yushenko quien sufrió en plena campaña una pancreatitis aguda, causada según los médicos, por una infección viral. En los días siguientes se le hinchó y deformó la cara, se le cuarteó la piel. Un toxicólogo determinó que había sido envenenado con dioxina. Hoy, su rostro se ha recuperado.

 

 - Alexéi Navalni, el último de los envenenados del Kremlin que los alemanes salvaronAsí quedó Viktor Yushenko por la dioxina en la campaña por la presidencia de Ucrania 2004

En este como en todos los casos, se acaba con otro clásico ruso: el Kremlin niega y pide investigaciones. Putin, nada que ver. De todas formas, si es opositor del Kremlin, mejor no tome té ni viaje en Aeroflot.

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