La llegada del exconcejal de Medellín y ficha de Daniel Quintero, Álex Flórez, a una posición estratégica en la lista al Senado el Pacto Histórico —en el renglón once—, inclusive por encima de líderes con mayor trayectoria y que llevaban meses articulados al Pacto Histórico, solo puede ser una movida interpretada desde el mero cálculo electoral. Consecuente con la única estrategia de Petro en Antioquia —donde no quiere repetir el fracaso de 2018— reducida a entregarle la lista a Cámara al sector de Quintero (encabezada por un aliado del alcalde sin la más mínima trayectoria política) y un cupo “preferente” en la lista al Senado, para otro de sus amigos, un exconcejal polémico, lleno de cuestionamientos y que hace pocas semanas fue condenado por el Consejo de Estado porque adelantó su campaña en 2019 siendo contratista de una entidad pública.
Debo reconocer que la llegada de Flórez al Pacto me resultó bastante chocante y me convenció de no apoyar esa lista al Senado. En primer lugar, Flórez no se venía moviendo al interior del Pacto, es más, hasta hace menos de un mes solicitó el aval de Alianza Verde y con esa expectativa se venía posicionando en redes, llegó al Pacto “caído en paracaídas” y como cuota de su jefe político, el alcalde de Medellín. En segundo lugar, su inclusión en la lista me resulta poco ética; hay que recordar que, recientemente, el Consejo de Estado le decretó la pérdida de investidura (ya había renunciado al Concejo) porque adelantó su campaña en 2019, mientras percibía 2 millones mensuales como contratista del Tecnológico de Antioquia (un contrato que sospechosamente liquidó a dos días de las elecciones), y el monto no es lo de menos, lo delicado es el hecho por el cual fue sancionado, una clara muestra de su falta de ética, transparencia y respeto al elector.
Por si no fuera poco, recientemente se revelaron varios entramados de irregularidades que lo involucran directamente, que van desde su politización del Departamento Administrativo de la Gestión del Riesgo de Desastre (DAGRD); su involucramiento con los tradicionales “contratos corbata” (gente que cobra millonarios honorarios del erario público, pero que no trabaja) y una extraña venta de camisetas para financiar su campaña; además, es su paso por el Concejo, se destacó por agresividad, por estrellar dos carros de la corporación y por promover un discurso de odio contra la oposición. Eso sí, fue un escudero bastante leal a Quintero, defendiéndolo a capa y espada, y guardando silencio ante su autoritarismo —no dijo nada cuando el alcalde autorizó el ingreso del Esmad al campus de la Universidad de Antioquia—.
Cuando se le decretó la perdida de investidura, Quintero compartió una foto de los dos donde decía “en las buenas y en las malas”. Poco importó la sentencia del Consejo de Estado, la falta ética de quien adelantó campaña a sabiendas de que estaba vulnerando el régimen de inhabilidades (resaltando que de profesión es abogado); nada de eso importó, pues Petro lo metió a última hora en la lista al Senado y así seguramente se congració más con Quintero, tal vez convencido de que con su apoyo podrá “arrasar en Antioquia” o nivelar la balanza electoral ante el uribismo, obviando que Quintero es el alcalde de Medellín más impopular en la última década, que tiene la administración repartida entre la clase política tradicional y que cada vez está más distante de los sectores que lo llevaron a La Alpujarra (como el concejal Luis Bernardo Vélez).
Llevó casi año y medio haciéndole seguimiento al caso Flórez, hasta le hice una entrevista para este portal, en la que hablamos largo y tendido de su proceso.
Siempre tuve la certeza de que se le decretaría la perdida de investidura, de eso me convencí por el mero hecho de que liquidó el contrato a dos días de las elecciones. ¿Por qué liquidarlo si sabía que no estaba cometiendo una falta? En esa misma entrevista le dije que estaba seguro de que le esperaba la pérdida de investidura, tanto el Tribunal Administrativo de Antioquia como el Concejo de Estado me dieron la razón. Para Flórez fueron fallos “políticos”, echando mano de una práctica propia del uribismo y autdeclarándose como un “perseguido político”.
Vuelvo a repetir que su inclusión en la lista me llevó a desistir de apoyar el Pacto Histórico al Senado (hay otras listas más valiosas como la de Fuerza Ciudadana, Estamos Listas y Comunes), ya que me parece una bofetada a los sectores que sí venían articulándose al Pacto desde hace meses o hasta años una movida poco ética para favorecer a un personaje tan cuestionado —con el único mérito de ser “el de Quintero”— y muestra del arrodillamiento de Petro al alcalde de Medellín. A eso no le voy a jugar e invito a quienes así lo consideran que tampoco lo hagan. Tras casi dos años cubriendo el proceso de Flórez, sé cuales son sus alcances y sus ribetes éticos.
No lo voy a “premiar” con mi voto, como sí lo hicieron en el Pacto Histórico.