Hace algunos meses, Jorge Espinosa, periodista de RCN Radio, escribió una columna para el periódico El Espectador en la que explicó que la carrera de Comunicación Social y Periodismo se posicionaba como una de las más apetecidas en las diferentes universidades de todo el país. Espinosa indicó además que cada semestre eran alrededor de unos 1.000 o 1.200 los egresados en Colombia quienes salían a cumplir sus sueños. Sin embargo, y esta es una de las críticas que señalaba el periodista, eran muy pocos los que alcanzaban un trabajo bien remunerado, situación que se hace más compleja si se tiene en cuenta que desde 1998 la Corte Constitucional eliminó la denominada "Ley del periodista", y, por ende, ya no es necesario presentar la tarjeta profesional del periodista, que, por fortuna, nuevamente volvió a ser debatida en el Congreso y ocasionó entre la opinión pública un cierto rechazo, como el de María Isabel Rueda, columnista de El Tiempo y la W.
Comunicador o periodista, en algunas universidades ambas, para nadie es un secreto que es una de las profesiones en donde peor se paga y en donde más se arriesga la vida. Esto se puede evidenciar en países como México, que atraviesa por uno de los momentos más violentos de su historia, y donde es habitual encontrarse con noticias de asesinatos y desapariciones de colegas que buscan destapar la realidad de un Estado corrupto, muy similar a la Colombia de los años 90 y 2000.
Volviendo al tema central del artículo, he podido conocer los casos de colegas y amigos egresados de la carrera de Comunicación Social y Periodismo quienes aún no consiguen trabajo o que se "regalan" por menos de un millón de pesos, porque están asfixiados por las entidades bancarias con quienes solicitaron los créditos para poder estudiar, porque en las universidades públicas (conocidas) no existe aún el pregrado en esta disciplina. Los que pueden hacerlo, pagan entre 9 o 12 millones de pesos en las universidades más importantes del país, las que tienen a sus egresados dirigiendo los principales medios de comunicación y en el top of mind de la opinión pública.
Por otro lado, algunos buscan unas alternativas más económicas o aspiran a una de las becas que ofrecen dichas instituciones o Icetex en búsqueda de cumplir sus metas. Los mejores lo logran y eso motiva a muchos más a lograrlo, pero los que no lo alcanzan deben recurrir a diferentes sistemas de financiación, entre los que están los créditos del mismo Icetex que cobran intereses del 16% y en el que se paga hasta tres veces por la carrera. Así, muchos bachilleres se desaniman y ven truncados sus sueños de estudiar.
Pero, ante la actual situación económica que vive el país esa parece una opción válida, porque incluso el telemercadeo ofrece un mejor panorama para los jóvenes. No estoy haciendo una invitación a dejar el estudio, eso jamás, pero pareciera que a los empleadores cada vez les importan menos los estudios, posgrados y maestrías de las personas que van a contratar. Ahora, la palabra que está de moda en las empresas es "optimizar" todo, desde el personal hasta los recursos, solo importa ahorrar lo que más se pueda.
Y esto es evidente en las convocatorias que se hacen en los diferentes grupos de Facebook o las ofertas de Computrabajo. En la primera oferta que dice "se necesita periodista", responden alrededor de 60 o 70 personas preguntando a cuál correo pueden mandar su hoja de vida y qué deben hacer. Esto es como melodía para los oídos de los jefes de las compañías, quienes ven esta sobreoferta como una gran oportunidad para ahorrar costos. Acá no importan los títulos ni la experiencia, el que quiera trabajar por menos de un millón de pesos editando videos, redactando, manejando cuenta, controlando redes sociales, reportando, entre otras 40 funciones es bienvenido. La situación obliga a muchos a aceptar la oferta, pero en unos meses van estar saturados de trabajo, con las deudas financieras destruyéndolos y preguntándose si valió la pena sacrificarse por tan poco. Queda mucho por hacer en pro de esta carrera, a la que muchos califican de "fácil" o para gente "bruta", una profesión donde la libertad de expresión se ve coartada muchas veces pero que aún tiene mucho por explorar. Los periodistas deben entender que su trabajo es indispensable para la sociedad y que las compañías, agencias y medios de comunicación deben empezar a valorarlo mucho más.