Thylmann fue el hombre que revolucionó la forma de hacer porno. En 2004 fundó su compañía Manwin, a la cual pertenecen YouPorn, Redtube y PornHub, los tres principales portales de porno. Luego tuvo la idea de replicar el modelo de los tubes (agregadores de contenido) en la industria, al mejor estilo de YouTube. De ahí en adelante fue amado por los usuarios pero odiado por los productores. Antes de Thylmann el porno dejaba ingresos mundiales de hasta 50.000 millones de dólares al año. Después la cifra se redujo hasta cuatro veces. Hace 20 años la única alternativa para ver porno era alquilar o comprar una película. Hoy menos del 2% de usuarios pagan.
Sin embargo, la industria se disparó. Solamente en PornHub en 2012, se vieron más de 4300 millones de horas de porno, más del doble de lo que el ser humano lleva en la tierra. Si alguien quisiera ver los más de 10 millones de vídeos que hay en PornHub no le alcanzaría la vida para hacerlo; tardaría 173 años. La página recibe más de 75 millones de visitas por día. Todo esto, solo en PornHub sin sumar cifras de los otros dos portales. A Thylmann le llama la atención que el tráfico baja solo en dos ocasiones puntuales. Durante los días en que se celebra el ramadán islámico -aunque apenas acaba hay exceso- y en el momento que hay partidos entre países o ligas europeas. Sin embargo, después del juego se disparan las visitas del país ganador. También es responsable de que cada vez haya más modelos webcam y menos actrices porno. Todo lo hizo por fuera de Estados Unidos, entre Luxemburgo, Bélgica y Alemania.
En alguna ocasión pasó 17 días en la cárcel. Ninguno de los 25 abogados que trabajaban con él para evitar la pornografía infantil pudo evitar que una corte alemana lo acusara de evasión fiscal. Por esa razón fue detenido en Bélgica y extraditado a Colonia. Al parecer los pagos a los actores porno se estarían realizando desde una compañía fantasma en Chipre. Como nunca pudo comprobarse nada, quedó libre.
A diferencia de Hugh Hefner, Thylmann no anda rodeado de rubias voluptuosas en una piscina. Sus gafas, jeans y tennis le dan más aspecto de nerd que de magnate de la pornografía. Su compañía empezó en un edificio de oficinas cualquiera en Luxemburgo. Nada que ver con la mansión Playboy. Piensa que su éxito se debe a que tuvo la capacidad de entender el porno como lo que es: un negocio como cualquier otro. Desentonaba cuando le tocaba asistir a las conferencias de porno en Las Vegas. Por eso mismo dejó la industria en 2013. Vendió Manwin por 73 millones de euros y cortó cualquier lazo con la compañía. Después invirtió en otro tipo de negocios. Él se define como un hombre de familia padre de dos hijos. A sus 39 años vive en Tervuren, una pequeña ciudad de Bélgica.
Con la industria del porno se divirtió. Le gustaba ser creativo para buscar formas de innovar y de transformarla como logró hacerlo. Se defiende de sus enemigos diciendo que si él no hubiera hecho lo que hizo, de todos modos lo hubiera hecho alguien con menos escrúpulos. Era un proceso que estaba ocurriendo en todas la industrias y el porno no podía ser la excepción. Algunos piensan que es un cínico pero otros lo aplauden.
Por eso tiene miles de seguidores en todo el mundo. Es como si hubiera democratizado el porno: gracias a él, cualquiera puede verlo y hacerlo. El éxito de Youporn, Redtube y PornHub es gracias a que sus costos de operación son muy bajos porque los mismos usuarios producen el contenido. De vez en cuando se encuentra con algún joven que apenas se entera de lo que hizo, le agradece por haber vuelto sus horas de estudio más divertidas.
