Podemos pensar que los jóvenes somos apáticos a la política, ¡pero qué gran error se comete!, pues somos esa esencia fundamental del presente, no el futuro, sino el hoy. Muchos creerán que el discurso que los jóvenes comparten es ese trazado y recalcado por la izquierda, o ese tautológico repetitivo que la derecha ha venido dando por tantos años y que privilegia a unos pocos.
¡Esa es una gran equivocación! Hoy dejamos de ser simples espectadores para convertirnos en los actores principales de la política colombiana; me atrevería a afirmar que necesitamos un presidente que conozca a los jóvenes, que entienda la esencia de la juventud, que comprenda por sobre todas las cosas que los jóvenes somos un presente innegable, y que cambie el discurso que en algún momento daban sobre nosotros, diciendo que éramos el futuro, porque el futuro son nuestras próximas generaciones.
Un presidente para nosotros es un hombre desligado del campo político, que maneje el discurso económico, y lo transforme en un discurso social, pero no al estilo Petro, porque nuestra afinidad es una acción que se orienta mucho más a una alternativa diferente. Creo que vemos una persona con una vocación distinta a la típica vocación política, hemos buscado una convergencia entre diferentes pensamientos políticos juveniles para darle forma a un movimiento de idealistas y humanistas.
Vi en Alejandro una mirada distinta del mundo, porque ese humanismo desarrollado desde la academia le permite hablar con la experiencia; un hombre que dirige una institución universitaria, conoce de primera mano los fundamentos de la educación superior, y no habrá mejor apoyo para la educación superior que tener un presidente que en esencia sea un académico intelectual que pugne por esos derechos sociales. Sin embargo, no solo en eso necesitamos a Alejandro, porque su transparencia permitió demostrar los resultados obtenidos en el gobierno santos en materia de salud, en los tiempos en que era ministro, esa es una muestra fehaciente de que tendremos un presidente que buscará dignificar la salud. Pero una visión tan amplia como la suya buscaría mejorar los índices de desarrollo social a través de inversiones necesarias al sector público, pero también, de fomentar las políticas eficientes para el buen desarrollo social y económico del Estado.
Eso es Alejandro, el idealista que los jóvenes queremos, el hombre que le dará a Colombia una cara humanista en la administración pública, pero también una mejora a la educación. No es Petro, porque para hablar de educación se requiere de una autoridad emanada de la vivencia que Alejo tiene por ser la cabeza visible de una de las universidades más prestigiosas del país, además de la experiencia suficiente para proponer las mejoras que necesita el magisterio colombiano y la educación universitaria.
¡Eso queremos los jóvenes! ¡En eso estamos! ¡Alejandro Gaviria es el que queremos!
