Su juguete de infancia fue un violín. La historia de Alejandra Torres parece salida de cuento de fantasías, y no precisamente por encontrar un príncipe azul. Todo comienza en su natal Manizales. Su padre, don José Óscar Torres Arango, fue profesor de guitarra clásica en la Universidad de Caldas en la Facultad de Bellas Artes y en las noches practicaba guitarra, bandola, triple, o escribir música.
Su mamá, doña Consuelo, sostiene que cuando estaba en embarazo de Alejandra, sentía cómo se alegraba cuando escuchaba esas notas que ejecutaba su padre.
A los tres años de edad, Alejandra acompañó a don José Óscar al conservatorio y desde entonces nació su amor por el violín. Meses después, tuvo la fortuna de ingresar a Bellas Artes por ser hija de un profesor de música, porque no se admitían menores de seis años en esta institución musical. Allí encontró apoyo de la maestra Aida Casas quien hizo parte de su formación en el violín.
Las instrucciones de don José Óscar eran claras con sus hijos: debían practicar entre cuatro y seis horas al día.
Con el paso del tiempo, Alejandra consolidó su conocimiento en el violín y a los nueve años hizo parte de la Orquesta de Cámara de Caldas. Por su edad, no la querían aceptar, pero, su nivel musical era tan alto que le dieron la oportunidad.
El director de orquesta de Cámara de Manizales en esa época era el maestro Eduardo Berrío, quien hizo estudios de música en Moscú. Al oír el talento de Alejandra, habló con sus padres y les sugirió que la niña se debía irse a Bogotá a estudiar música en la Universidad Nacional para perfeccionar la ejecución del violín.
Partió con su madre hacia Bogotá. Llegaron a vivir al sur de la capital y luego cerca de la Universidad Nacional, en el sector conocido como Centro Nariño.
Un día, estando en noveno grado, Alejandra llegó a su casa y le dijo a su madre que no quería seguir estudiado. “Me quiero dedicar al violín”, fueron sus palabras. Sus estudios académicos los realizaba en forma simultánea con los musicales en la Universidad Nacional. Por fortuna encontró un centro educativo donde pudo validar la secundaria. “Mi tesis en ese colegio fue con base al violín y terminé el bachillerato y los estudios en la universidad a la par”.
¿Y AHORA QUÉ?
Al culminar sus estudios le dijo a su padre que deseaba marcharse del país. Sintió que en Colombia ya no tenía nada más por hacer y decidió tomar otro rumbo, aunque la situación económica no se prestaba para esa odisea.
Con su hermano Óscar D´Alberto Torres creó un dúo y tocaban en restaurantes, fiestas y donde tuvieran la oportunidad de ganarse algunos pesos.
En 1997 varias compañías discográficas y algunos entes del Estado crearon el concurso nacional llamado ‘Colombia suena bien’. Se inscribieron, llegaron a la final y ganaron el premio de 5’000.000 cinco millones de pesos y un viaje ida y regreso a cualquier lugar del mundo. Con este premio y un préstamo que solicitó al ICETEX, más los ahorros que tenía, materializó el objetivo de salir del país.
Apareció la oportunidad de viajar a Estados Unidos, a Filadelfia. “Yo envié un video mostrando mis dotes en el violín, pero, unos meses antes de migrar todo cambió, mi corazón sentía que quería llegar a Austria porque alguna vez estaba frente al televisor y veía la Orquesta Filarmónica de Viena. “Yo decía: voy a tocar ahí en esa orquesta y lo visualicé”, recuerda.
Como por arte de magia en agosto de 1998, sin saber el idioma de ese país tomó sus maletas y llegó a Innsbruck, capital del estado occidental de Tirol en Austria.
“Tan pronto arribé, ingresé a la orquesta sinfónica de Innsbruck. No fue fácil. Para sostenerme económicamente trabajé en hoteles, restaurantes, limpié casas, vendí vino caliente, me levantaba a las tres de la mañana y después de laborar, llegaba a ensayar. Practicaba aproximadamente 12 horas al día. La vacante era de 10 plazas y nos presentamos 600 violinistas. Había rusos, asiáticos, europeos y muy pocos latinos. Yo me presenté y pasé el examen. Mi ritmo de vida seguía siendo el mismo, un día el director me abordó y me preguntó: “Alejandra, ¿Qué está sucediendo que te veo muy cansada al llegar a las clases?”
“En ese momento le confesé lo que sucedía. Muy amable me dijo que no había problema. Él sabía que mi meta era llegar a la Orquesta Filarmónica de Viena.
Un par de semanas después, al llegar a clase, el director de la orquesta me sorprendió. Me llamó aparte, después del ensayo y me dijo: “te tengo una buena noticia, quiero que la próxima semana vayas hacer una sustitución a la Orquesta Filarmónica de Viena”. Yo sentí como una energía en mi cuerpo y a mí me dieron ganas de llorar, yo no lo creía”.
–Profesor, ¿Usted quiere que yo vaya a tocar la Orquesta Filarmónica de Viena?
–Por supuesto, quiero que empieces a dar los primeros pasos para ingresar a la orquesta y debes estar preparada. Te voy a recomendar con otros violinistas para que llegues, yo no va a estar ese día.
“Los siguientes días no pude dormir”, recuerda ahora.
Y LLEGÓ EL DÍA
“Llegué al primer ensayo y al subir al ascensor me encontré con los cantantes más importantes que tenía la ópera.
–¿De dónde vienes?
–De Colombia, les respondí”.
Alejandra ingresó a la sala y solamente había hombres. “Yo era la única mujer, la Orquesta Filarmónica de Viena fue muy cerrada hacia las mujeres. Yo fui la primera mujer latinoamericana en hacer parte de esta orquesta”.
En efecto, la Orquesta Filarmónica de Viena tiene un staff de 200 músicos, solo hay 45 mujeres. Esta empresa musical se divide en varias orquestas, es decir, una agrupación base está en Viena y los otros grupos hacen giras por el mundo. “Yo hice el ensayo y me fue muy bien, ingresé a la orquesta, hacía los reemplazos, por ejemplo, un músico se enfermaba y me llamaban, otro músico salía de viaje y yo lo sustituía, así fueron conociendo mi talento”.
A decir verdad, ser parte de la Orquesta Filarmónica de Viena no es nada fácil, la armonía de la orquesta es perfecta, la interpretación de los músicos es impecable, el sonido es distinto a cualquier orquesta del mundo, músico que ingrese debe tener esa esencia del sonido que caracteriza la agrupación, el nivel es exigente.
Por fin Alejandra ingresó a ser parte del staff de la Orquesta Filarmónica de Viena. Diez años de su vida transcurrieron viajando por el mundo, conoció Europa de principio a fin. La orquesta tiene un avión exclusivo, decorado en la parte exterior con los diseños de instrumentos musicales y el logo de la Filarmónica. Esta aeronave era noticia cada vez que aterrizaba en algún país del antiguo continente. Y ella estaba allí.
Al pasar del tiempo Alejandra empezó a cuestionarse y decidió que su tiempo en la orquesta había terminado.
“Existía presión porque todo tenía que ser perfecto: la monotonía, el estar sentada cinco horas tocando ópera, los viajes por Europa empezaron a cuestionarme, a pesar que financieramente me iba muy bien, decidí dar un paso al costado y no seguir. Lo triste del asunto es que durante esa gira que estaba realizando… falleció mi padre y no pude viajar a su sepelio”.
Después de estos episodios Alejandra colgó el violín por dos años. En ese lapso se dedicó a ser mánager de artistas de Latin Jazz, gracias a la especialización que había adelantado en la universidad.
DE LA PRÁCTICA A LA ENSEÑANZA
Por situaciones del azar Alejandra no se alejaba del violín. Cuando algún músico faltaba a los ensayos de las orquestas que ella representaba –por ejemplo, el saxofonista o el flautista–, entonces ella tocaba en el violín la parte melódica que les correspondía.
“El asunto es que terminé involucrada en una de las orquestas de jazz tocando el violín, otro aspecto que ocurrió es que donde yo vivía en Austria, era un sitio alejado de la ciudad, era un lugar rodeado de montañas, muy bonito y había unas niñas que quieran estudiar violín, ellas se dieron cuenta que yo era violinista y sus padres me preguntaron que si les dictaba clase. En ese momento no tenía ningún violín ya lo había dado para la venta en una casa de música, entonces, me fui por él y terminé ensañado a tocar a estas niñas y otros niños que llegaron a aprender’.
El asunto de la enseñanza fue tan serio que realizó conciertos con los niños que hacían parte de su grupo. Con el dinero que recaudaban, destinaban cierta parte para la ayuda de inmigrantes serbios que llegaban a Austria.
SU PRIMER ÁLBUM ‘RENACER’
El maestro Roberto Quintero fue quien la apoyó y así produjo su primer álbum. “Renacer es el recorrido de la música clásica, del jazz, de folclore latinoamericano. Yo hice este producto queriendo recoger todo ese tipo de música cultural y bueno ahí está mi primera composición, también es inspirado en Antonio Vivaldi’.
–¿Por qué el álbum se llama ‘Cuatro Estaciones’
–Es un homenaje a Antonio Vivaldi. Ese nombre viene de las ‘Cuatro Estaciones’ de Vivaldi, la producción tiene 12 canciones.
–¿Por qué el violín?
–Es que el violín fue un instrumento que siempre me atrajo desde muy pequeña. Es interesante, me gustan mucho los instrumentos graves, los tonos, y ese tipo de sonido. Pienso que el violín tiene una forma de que yo como artista puedo transmitir tanto por medio de él, porque es muy sensitivo con sus agudos. Desde chiquita sentí en mi alma el amor por el violín, nunca pensé en hacer otra cosa que no fue a tocar violín, es sublime, de los instrumentos más difíciles de tocar y se necesita demasiada práctica, si no tocas bien se puede escuchar terriblemente mal.
–¿Frijolada con claro o salchicha vienesa con cerveza alemana?
–Ah no! Sin duda, la frijolada.
–¿Qué opina de la Economía Naranja?
–Sinceramente es un tema bastante complejo para mí, hace muchos años no vivo en Colombia y no me es fácil opinar sobre este asunto.
–¿Qué escritor o autor le llama la atención?
–Me gusta la filosofía y que mejor que leer a Jiddu Krishnamurti, ha escrito libros interesantes.
– ¿Qué opina sobre lo que está sucediendo ahora mismo con la música urbana en el mercado de la música, en especial el reggaeton?
–Me parece bien lo que está sucediendo, pero no podemos quedarnos en un solo género. Cuando comenzó el reggaeton las letras eran espantosas, hoy eso ha cambiado y está bien. En el género urbano hay cosas buenas que se están haciendo. El reggaetón no es mi música, pero respeto a quienes lo hacen. Pienso que tenemos tanta música tan bonita, la música colombiana es hermosa, tenemos ritmos bonitos, y tanta gente que está haciendo cosas increíbles con nuestra música colombiana que valdría la pena apoyarlos. Es importante que quienes produzcan reggaeton tengan en cuenta las letras, pues los niños y jóvenes son los que más lo consumen y qué bueno llevar un buen mensaje en esas canciones.
–¿Una película que le guste?
–Corazón Valiente de Mel Gibson, me parece muy bonita, me gusta la historia.
–Con todo este asunto de la tecnología, y lo que sucede en la industria musical ¿Para dónde va la música? ¿Cualquiera puede ser cantante?
–Por supuesto que sí, con la ayuda de la tecnología cualquiera puede ser cantante.
Hace poco me pareció tan gracioso en un estudio, quizá porque lo que estábamos grabando era demasiado. El ingeniero me dice ‘como esta primera parte es igual a la segunda, cortemos, pegamos y ya nos queda’. Yo le dije que no, que no era lo mismo y que esa segunda secuencia que supuestamente era igual, yo quería agregarle otro tipo de sonido, otro arreglo musical.
Está bien para quienes trabajan más desde la industria económica y no tienen que hacer productos relevantes, para quienes queremos hacer buenas producciones podemos utilizar la tecnología, pero respetando los parámetros al crear un buen producto.
¿Qué es lo más bonito que tiene Viena?
–Las casas de conciertos que tiene Viena, para mi es indescriptible. En el centro de Viena se siente la cultura musical; músicos en la calle, bailarines, la cultura musical siempre se siente y se vive en Viena, haber podido tocar en esos sitios es algo maravilloso para mí.
–¿Cómo se conecta con el mundo?
–Por las redes sociales. Estoy como @ViolinAleTorres y el álbum está en las plataformas digitales, y físicamente en Tango Discos.