Alejandra Azcárate, una niña bien convertida en la humorista más atacada en el país

Alejandra Azcárate, una niña bien convertida en la humorista más atacada en el país

De familia bugueña, estudió en el Liceo Francés, por plagio salió de la universidad y se gana la vida haciendo reír sin saber que su éxito se volvería su condena

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agosto 06, 2021
Alejandra Azcárate, una niña bien convertida en la humorista más atacada en el país

Si hubo un año decisivo para Alejandra fue el 2009. En ese momento su personaje, La Azcárate, empezó a tomar el control de su vida. Tenía 31 años y una inconformidad aplastante. Sentía que no había hecho nada de lo que su ambición le había trazado. Porque, aunque la echaron de Los Andes cuando hacía cuarto semestre de Antropología por hacer copia en un examen, su vida había sido todo menos un fracaso.

Le sonaba demasiado poco eso de ser hija de una de las familias más representativas de Buga,  de que el nombre del estadio fuera el de su abuelo, de haber sido una de las más juiciosas reporteras de City TV, de que Alejandro Villalobos le pagara el doble de lo que le daban en City para hablar de cine, de que Álvaro García, entonces director de Noticias RCN, al ver su potencial, le diera un espacio dentro del cubrimiento del Reinado Nacional de la Belleza al que ella le puso Descárate con la Azcárate y el país la fue conociendo con sus atrevidas entrevistas a figuras de la política y la farándula en donde hizo amigos tan entrañables como Isabella Santodomingo, con quien escribió un monólogo que se transformó en un fenómeno continental, Los caballeros las prefieren brutas. No, a los 31 nada de esto le bastaba. Así que, cuando en el 2009 estrenó en el Teatro Jorge Isaac de Cali su monólogo, sabía que se la jugaba era todo.

Acababa de llegar de Buenos Aires después de trabajar un año con la actriz mexicana Rebeca de Alba y la argentina Ernestina País en un programa que se veía en cuarenta países. En Argentina se limpiaba la saudade con su hermano Andrés, estudiante de cine de la ENERC, amante de las películas de Cassavettes, Bergman y toda la santa lista. Para él que su hermana fuera comediante le parecía un logro menor, pero se amaban y vaya que aprendió del muchacho sobre comedia viendo todos los clásicos del humor, desde Tati hasta Jerry Lewis.

Esa noche en el teatro Jorge Isaacs de Cali sólo su papá, Gerardo Azcárate, podía saber lo nerviosa que estaba, todo lo que jugaba. La publicidad se hizo más por el boca a boca, y fue suficiente, ya que 1.200 personas atestaron el lugar para verla despotricar sobre lo que en esa época todavía era políticamente correcto burlarse: los gordos, los feos, los pobres, los mal vestidos, los que no se parecían a sus compañeros del Liceo Francés con los que creció. La gente no tenía por qué saber que ella había pasado noches en vela perfeccionando el tempo, los cierres, la contundencia del monólogo. Y sólo cuando terminó la última frase y vio a la gente levantarse de sus asientos en un atronador aplauso que todavía escucha, supo que se había salido con la suya.

Desde esa época no paró. Más de 4 millones de personas han visto su show que se ha presentado 1.390 veces. Ya no tiene que hacer la taquilla, los afiches, la publicidad, ahora tiene un aparataje de personas que se encargan de todo, encabezados por la productora Gloria de la pava quien se convirtió también en su manager y la transformó hasta en actriz. Eso sí, en los últimos dos meses, todo ha cambiado.

Alejandra Azcárate nunca habló mucho de su esposo Miguel Jaramillo. Los detalles se los contó en el 2012 a la revista Fucsia. Entonces les dijo que había sido amor a primera vista, que fue tan desesperante lo que sintieron que se fueron a vivir juntos a los cinco días de haberse conocido. Tuvieron perritos, una de ella, y Magola, una perrita Yorkshire que tenía, fue lo más cerquita que tuvieron a un hijo. Con ella Alejandra pasó uno de sus peores momentos cuando una mañana del 2014 se levantó y la vio muerta entre las cobijas. No estaba enferma ni nada parecido. Esa muerte súbita era lo peor que le había pasado hasta que llegó la mañana del 25 de mayo del 2021.

Ese día se levantó con la noticia de que una avioneta de propiedad de su marido había sido incautada en San Andrés con 400 kilos de cocaína. Entonces todas las personas que se habían sentido agredidas por su humor negro aprovecharon para cobrarle las burlas. RCN y Poker le cerraron las puertas mientras se llevaba a cabo la investigación y dos meses después de los hechos Azcárate sacó un video afirmando que había conocido” los sótanos del infierno” y que tomaría acciones legales contra todos los que habían hablado mal de ella. El video generó aún más resistencia e incluso muchos se plantean si era moralmente viable seguir aplaudiendo los chistes clasistas de la artista. Amigos de ella, fieles a toda prueba como Alejandro Riaño y Margarita Rosa, olvidaron los penosos espectáculos que ha dado como la vez que puso en evidencia su racismo al hablar mal de un ciudadano japonés sólo por ser oriental, salieron a defenderla con vehemencia.

Sólo el tiempo dirá si la Azcárate continuará parada sobre un escenario. Ahora al parecer las condiciones no están dadas.

 

 

 

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