‘Alea jacta est’: ¿Quién dijo miedo?
Puede sonar a Perogrullo, a discurso manido, a perorata trasnochada; sin embargo, lo diremos una vez más hasta el cansancio: Esto tiene que cambiar. No es posible que un país que ha soportado tanta infamia durante tantos años, siga como si fuera indolente, como si estuviera anestesiado o peor, completamente alienado, manipulado.
Y es claro: Un país con niveles tan bajos en educación democrática, tan vulnerado en los más elementales derechos; pero al que se lo silencia con pírricas dádivas que no solucionan nada y sí profundizan las brechas sociales; sobre todo un país al que se somete a punto de farándula, falsas noticias, terror mediático permanente, desconfianza en nuestros iguales, es un país que lo único que instila es su propio miedo y un fervor maligno soterrado que no sabemos, como los volcanes, en qué momento explotará y regará su furia.
Por eso, el momento que vivimos es atípico, aunque deseado por muchos, así sea en su profundo inconsciente. Algo nos grita que ya es suficiente, que aguantar más es hundirnos, ya no sólo en el lodo de la estupidez, sino en la más asquerosa indiferencia para con nosotros mismos y nuestros próximos.
También reconocemos que quienes han ostentado el poder, la riqueza, los privilegios de toda índole, no van a soltar esos privilegios de buenas a primeras. Harán todo lo que saben hacer: triquiñuelas, fraudes, amenazas, asesinatos, ambientes terroríficos, películas de futuros imposibles, falsas noticias, injurias; en fin, ese arsenal que los ha mantenido en el poder, ahora lo usarán con mayor fuerza, porque se ven ad portas de dejar sus lechos de lujo.
Lo que sigue es muy duro, y quienes tienen que soportar el yugo de la infamia encima, han de tener igualmente mucha más fortaleza; porque a esa inmensa comunidad que ha visto una lucecita de esperanza para abrir el boquete y salir del túnel, no se la puede defraudar. Ya llegamos a esta instancia y como se dijo “Estamos a una uña de alcanzar lo deseado”. Así que ojo avizor, vigilancia extrema del voto, para lograr celebrar lo que hemos anhelado durante tantos años.
Este domingo 29 de mayo debe ser el inicio de la nueva historia de Colombia. ¿A qué temer? Peor no podemos estar y eso usted, amable lector, lo está sintiendo sin anestesia. Démonos la oportunidad de soñar con una nación potencia de la vida y la esperanza.
La suerte está echada. ¡Vivir sabroso es votar sin miedo!