Alcohol y cáncer
Opinión

Alcohol y cáncer

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junio 20, 2014
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Muchos han protestado contra los controles más estrictos de alcoholemia en conductores considerándolos exagerados y a veces injustos.  Podría ser así pero indiscutiblemente se ha logrado algo bien difícil: un cambio rápido en la conducta social de los ciudadanos.  Ahora desde el día antes de una fiesta la mayoría de nosotros piensa en quien va a manejar después de ella. Si a usted le ponen un costoso comparendo (“Señor Agente, si solo fue una copa de vino, y tinto que es el saludable, hace cuatro horas”) véalo como un impuesto para su educación y la de sus conciudadanos. Una que otra pequeña injusticia puede ser pedagógica pues frecuentemente no somos racionales ni coherentes para alejarnos del peligro.

Bien sabido tenemos que la ingesta de alcohol está asociada a accidentes y violencia. Algunos estudios (Mayo ClinProc. 2014; 89:382-393) muestran que en hombres entre 15 y 59 años de edad es el principal factor asociado a muerte prematura.  Vemos a cada rato en la prensa la dolorosa noticia de la muerte de un estudiante de bachillerato o universitario después de una fiesta. Como digo, no todos sabemos evitar el peligro. Además en el fondo de muchos casos de violencia intrafamiliar o de género y abuso infantil se descubre la ingesta exagerada de alcohol.

Pero somos un poco ciegos a los problemas de su uso crónico.  Y debemos conocerlos y asumirlos si vamos a beber “responsablemente”. Como quien fuma debe saber los peligros de ese hábito aun si continúa haciéndolo. Esa ceguera selectiva a los problemas del alcoholismo leve o moderado que llamamos beber socialmente se debe en parte a una percepción exagerada de la conocida “paradoja francesa”: en ese país se encuentra mayor consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo vino, comparándolo con otras sociedades similares como la inglesa y una menor prevalencia de enfermedad aterosclerótica. Este es un hallazgo encontrado repetidamente en estudios de investigación epidemiológica. Pero frecuentemente olvidamos el importante detalle que la disminución de mortalidad por enfermedad cardiovascular se equilibra, si podemos decirlo así, con aumento de muertes por accidentes, cirrosis, cánceres y otras enfermedades. Este último hallazgo nos ilustra sobre cuál puede ser el problema de la ingesta de alcohol como tóxico crónico, o lento veneno diríamos.

El discreto efecto protector de bebidas como el vino se debe a su uso cotidiano como parte de una dieta balanceada tipo mediterránea (poca carne, mucho pescado, aceite de oliva, verduras y frutas frescas, etc.). El efecto protector desaparece cuando el alcohol se consume en juergas, atracones o borracheras, binges en inglés.  Esto nos va señalando que el etanol se comporta como un tóxico: cuando su dosis sobrepasa los mecanismos de control bioquímico se hacen evidentes sus efectos dañinos.  Como decía Paracelso, “el veneno está en la dosis”.  Esto se encuentra cuando se estudia el alcohol asociándolo a una enfermedad crónica como el cáncer y se descubre un evidente “efecto dosis”: a mayor ingesta de la sustancia estudiada aumento proporcional del efecto deletéreo. Por esto no debe sorprendernos que el alcohol haya sido declarado sustancia carcinogénica desde 1988 por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC)  Y de seguro es más peligroso que los tan temidos pigmentos de la comida chatarra.

El alcohol es considerado la causa principal de cáncer de esófago y también está asociado causalmente a neoplasias malignas de cavidad oral, faringe, laringe, colon y mama. También se ha relacionado con el adenocarcinoma de páncreas pero se necesitan más estudios que lo confirmen.  Además desempeña también un papel en el cáncer de hígado por sus efectos hepatotóxicos. Por todo lo anterior en el último Reporte Mundial de Cáncer de la OMS (2014 WCR-IARC) se concluye que ningún nivel de ingesta de alcohol puede ser considerado seguro y siempre es tóxico, dependiendo de la dosis. De tal forma que aquel agente de tránsito que le pone un comparendo o le quita la licencia por alcoholemia quizás le está salvando la vida o previniéndole un cáncer.

Además del etanol, el alcohol “legal” en todas las bebidas embriagantes, ellas pueden tener otras quince sustancias carcinogenéticas: acetaldehído, acrilamida, aflatoxinas, arsénico, benceno, cadmio, carbamato etílico, formol, plomo, etc.  Esto depende de la manera de preparar, destilar y preservar la bebida alcohólica de su preferencia. Hay que recordar también que las artesanales o ilegales a veces contienen metanol que lo puede matar más rápido que el cáncer. El primer metabolito tóxico del  alcohol, y el más peligroso, es el acetaldehído producto de reacciones bioquímicas en el hígado.  Actúa directamente sobre las mucosas del tracto respiratorio y digestivo produciendo proliferación y daño celular. Fumar empeora la injuria al epitelio respiratorio por lo que beber y fumar es particularmente peligroso. Sin ser puritano hay que conocer los riesgos de nuestros usos y costumbres perniciosos.  Sobre todo si vamos a continuarlos.

 

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