Una fiesta programada para este fin de semana en Santander de Quilichao, que incluye cabalgata, muestra artesanal, casetas, exposición y concurso equino, festival canino y exhibición de motos, se montó nuevamente como un gran negocio para unos pocos, en perjuicio de toda la comunidad quilichagueña pues se malgastan 130 millones de pesos que la Alcaldía le entrega al señor Sócrates Eduardo Molina Santamaría, representante de una empresa publicidad de Cali llamada BTL MARKETING S. A. S. para que preste el “apoyo logístico”.
La Industria Licorera del Cauca también hace un aporte adicional de 85 millones de pesos como patrocinador del evento.
Lo que debe llamar la atención de las entidades del control fiscal y disciplinario, y de la ciudadanía en general, es que un gasto de tal magnitud de los recursos que eran de todos los quilichagueños, no tiene justificación; debería ser investigado y anunciados públicamente los resultados.
Se dilapidan en una fiesta de fin de semana millonarios recursos, mientras se niega la Administración Municipal a resolver asuntos prioritarios y urgentes para los cuales generalmente se argumenta que no hay dinero.
La gente en todos los barrios reclama organización de sus parques, alumbrado público, hay calles en total oscuridad, necesitan arreglos de vías y puentes, prestación eficiente y eficaz de los servicios de salud y educación que presentan falencias desesperantes, ayudas humanitarias que la gente reclama con angustia, ayudas para habitantes de la calle y consumidores de sustancias psicoactivas; la biblioteca pública permanece cerrada desde hace muchos meses, el Centro Regional de Atención y Reparación a las Víctimas está abandonado, sin prestar el servicio para el cual se construyó; no hay proyectos para enfrentar la falta de trabajo y el exceso de miseria en muchos hogares tanto urbanos como rurales, no existen programas de capacitación e impulso de emprendimientos y solo se les ocurre gastarse 130 millones de pesos en una fiesta excluyente un fin de semana para argumentar antes, y después, que no hay dinero para las necesidades básicas insatisfechas. No hay lógica ni sentido común en la administración pública quilichagueña, y al parecer, mucho que investigar en las inversiones como la anotada.
Y el asunto no es que la comunidad no necesite de la recreación pública, claro que se necesita, pero que se hagan las cosas bien hechas, concertadas, con decencia, incluyentes, que traigan beneficios culturales y sociales sin discriminaciones.
Las ferias de Quilichao son negocios privados excluyentes, donde meten las manos unos pocos, incluyendo funcionarios de la Alcaldía, unos contratistas y algunos particulares, con el dinero de todos. El contrato que le asigna 130 millones de pesos al señor Molina Santamaría lleva la firma del alcalde encargado Wilson Zapata luego de que, como casi siempre ocurre con la contratación en Quilichao, direccionada a un solo proponente, lleva el visto bueno de Orlando Zúñiga, el director de Hacienda; Edna Grijalba, secretaria de fomento económico y de Amparo Sarria, la jurídica.
El negocio es que fuera de los dineros públicos que se dilapidan, cada artesano debe pagar su puesto, cada caseta paga, cada negocio que se instale, cada caballista para participar en la cabalgata pagó también, igual para ingresar el público a ciertos espectáculos. Nada es gratis, todo es un negocio. Un negocio redondo.
Invitamos anticipadamente a los entes de control para que nos digan realmente cómo es que funcionan los negocios privados con los dineros públicos, qué controles merecen, y qué acciones seguirán porque absolutamente ningún beneficio traen esas inversiones a las comunidades de Quilichao, especialmente a las más vulnerables.