Desconocer que Claudia López es un símbolo de lucha y de tenacidad sería craza torpeza, son esos valores y su temperamento indomable los que la han llevado donde está, pero también son los mismos que le juegan malas pasadas.
Es la Alcaldesa de la capital de Colombia una dirigente trabajadora, comprometida con sus convicciones y decidida a cumplir sus propósitos. Todos estos atributos al dejarlos sin control se convierten en un coctel que encarna en muchos casos la arrogancia y la prepotencia.
Si pusiéramos en una línea el corto tiempo que lleva como mandataria de los bogotanos, podríamos decir que desde el principio ha gozado de un buen margen de popularidad, en gran parte debido a la fama que logro acumular a través de liderar procesos como la consulta anticorrupción, o simplemente por tener la capacidad de decirle a quien se le atraviese las cosas con desparpajo desobligante. Algo que le encanta tanto a las nuevas generaciones, como aquellos que están cansados de la política tradicional.
Todo este destello de luces en alfombra roja sucedía mientras el presidente Duque, cometía error tras error en su comunicación y como recompensa sufría los mayores índices de desaprobación a su gestión y de contera la peor imagen de favorabilidad de presidente alguno.
En el entretanto hace su llegada temida y silenciosa el Covid – 19 a nuestro país, y es la mandataria local quien de manera acertada empieza con el simulacro de aislamiento, eleva su voz y se instala como un faro en medio de la venidera tormenta. Razón evidente para que su fanaticada eufórica clamara su nombre y de paso atrajera nuevos sonidos a su comité de aplausos. Que mejor escenario para Claudia, un país que parecía al garete y ella revolucionaria emergiendo como salvadora.
Lo que no tenían en el contador ella ni su equipo de asesores es que como en el fútbol, nada está dicho hasta el pitazo final. Duque quien al principio parecía seguir los pasos de la burgomaestre, fue tomando temperatura y con el paso de los días, logró demostrarle al país que en tiempos de convulsión la serenidad es un gran valor, y ojo hablo de serenidad más no de quietud.
Con algo de desespero mediático, Claudia siguió tomando decisiones que por su estilo parecían en contravía de lo lineado por el Presidente de la República y hasta en algunos casos desafiantes a la autoridad presidencial, juego que supo esquivar Duque con acierto, mientras que seguían llegando las cifras de millares de muertos en los países denominados potencias.
Hoy las tecnologías de la información permiten avizorar con asombrosa rapidez los aciertos, pero sobretodo los errores que cometemos, mucho más en el momento de ser personajes con exposición pública. Y es ahí cuando empezaron a acumularse los errores de la Alcaldesa. Cifras infladas, la no entrega de mercados so pretexto de ser orden de los entes de control, su constante desafío y como cereza del postre infringir las mismas medidas que ella había decretado al salir con su esposa la senadora Angélica Lozano a hacer mercado, sumándole el mismo día un paseo callejero juntas sin las mínimas medidas de protección por los cerros de la ciudad.
Es claro que las redes sociales son el medio de comunicación más democrático que la modernidad nos ha podido entregar, pero escupir para arriba seguirá siendo un error de ayer y de hoy. Por eso no debemos olvidar, que se gobierna para el pueblo y no para las redes, ni por las redes. Es una lección que con prontitud debe aprender la mandataria, pues sin duda es uno de los líderes emergentes más importantes que tiene América Latina. Como lo dice Luís Duque uno de los grandes estrategas colombianos, “Lo que pasa en las Vegas, se queda en Google”.
La última encuesta fue tomada días antes que Claudia cometiera esta cadena de errores, en la misma ella marcaba la popularidad más alta de todos los alcaldes del país, al mismo tiempo que el presidente Duque subió meteóricamente en aceptación y popularidad. Ambas cifras con buenas para el país, pero claramente la Alcaldesa no puede seguir gastando torpemente su capital y el primer mandatario de los colombianos debe mantener en justas proporciones acción y gobierno para seguir creciendo.
Epilogo 1: La popularidad de hoy puede ser la condena del mañana sino se logra amalgamar la delgada línea de gobernar en tiempos de crisis sin caer en el tenebroso populismo.
Epilogo 2: Redes sí, pero no así. Hay que comunicar de manera estratégica, pero no se gobierna para el universo etéreo de la nube.
Epilogo 3: Gran favor le hizo la Fiscalía general a Claudia al anunciar apertura de investigación por haber violado las normas de aislamiento. No porque no sea lo correcto, sino por volver el acto un trino en Twitter, con lo que consiguieron volverse centro de críticas y de paso la posibilidad para convertir a Claudia en mártir en una situación en la cual claramente fue irresponsable.
Epílogo final: Estoy plenamente convencido que tanto el presidente Duque, como la alcaldesa Claudia López quieren lo mejor para sus gobernados, sin embargo el conflicto pasa por las formas, nada le cuesta a la mandataria tomar el teléfono no para trinar, sino para hacer uso de la diplomacia y de la mano respetando las diferencias guiarnos para salir de esta crisis para la que nadie estaba preparado.