Lo que está sucediendo con los alcaldes de las ciudades de este país es increíble: tienen el peor problema del momento que es el desempleo abierto muy superior al promedio nacional, y por lo menos hasta ahora no se ve ninguna acción clara para combatirlo. Están como paralizados esperando que el gobierno nacional actúe. Como ya es evidente, tampoco existe una clara señal por lo menos del presidente Duque y de su equipo, que muestre que son conscientes de que no pueden sentarse a esperar hasta que esta lenta reactivación resuelva semejante crisis. Se trata de la gente cuya alternativa real es el dinero que reciben por su trabajo porque entre más se evidencia, el gobierno colombiano figura entre los que menos esfuerzo han hecho para transferirles los montos que requiere la población en situación crítica. Miren los informes recientes de la Cepal para que corroboren esta afirmación. Realmente da pena.
Desde que se previó lo que pasaría con la pandemia, varios economistas sugerimos de entrada que los alcaldes asumieran el liderazgo en este tema con programas de Empleo de Emergencia; fórmula ya inventada y probada en momentos de crisis de empleo en distintos países. Se les sugirió a los gremios de la producción, que por ejemplo en el caso de la construcción, el entrenamiento que se requeriría para crear este empleo era mínimo, pero ni se inmutaron. Claro, se trataba de darles ingresos a los vulnerables que definitivamente no los conmueven. Para ellos basta con recuperar la gran empresa sin pensar que como lo reconoce hasta The Economist, la pandemia ha creado un grave problema de demanda.
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Los alcaldes pueden asumir la creación de empleos en pequeñas obras que poco les cuestan. Pero no. Parecen paralizados y concentrados solo en la pandemia
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Por si no se han dado cuenta, el desempleo en las ciudades especialmente en las grandes con excepción de Barranquilla, la población desocupada es muchísimo mayor que en el promedio nacional, y precisamente son ustedes los alcaldes los que pueden asumir la creación de empleos en pequeñas obras que poco les cuestan. Pero no. Parecen paralizados y concentrados solo en la pandemia cuando el hambre es ese drama que sí podrían empezar a resolver en alguna medida. Bogotá es un caso dramático porque su incidencia en las cifras nacionales es inmensa y aquí está el gobierno nacional, los gremios de la producción, las cabezas de las grandes empresas. No es a punta de mercados como se aborda esta inmensa crisis sino con ingresos, y la mejor solución es que estos sean el producto de alguna actividad. Calles, jardines, pintar oficinas públicas, muchas de las cuales con frecuencia son una especie de desastre; arreglar andenes, en fin, todas esas pequeñas obras intensivas en mano de obra con poca calificación.
Si los alcaldes arrancan con esta estrategia al gobierno nacional no le queda más remedio que apoyarlos inclusive con recursos, en vez de estarse gastando la planta en mejorar la imagen del presidente. Pero si ustedes siguen callados nada va a pasar ni ahora ni en el mediano plazo. Y recuerden, las mujeres y los jóvenes son los más afectados y son muchas las cosas que podrían hacer si ustedes los alcaldes salen de su actitud pasiva frente a los inmensos niveles de desocupación. La historia les pasará una dura cuenta de cobro porque han ignorado todas las sugerencias que se les vienen haciendo desde hace por lo menos cinco meses.
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