Recuerdo que desde mi niñez escuchaba a mi amada abuela Kika Pitre decir “el cura no recuerda cuando fue sacristán”, dicho que en su boca se sentía tan sincero que se volvió coloquial en la casa y en el pueblo, así que asumí su valor como una regla de oro que se debía evitar para cualquier relación social.
Hace poco lo volví a escuchar de alguien que como muchos se sienten secuestrados en sus casas víctimas de la inseguridad que ha ido en aumento en nuestro pueblo, y es que el pasado lunes 27 de agosto se realizó en Fonseca (La Guajira) una marcha ciudadana para protestar por la ola de inseguridad que ha venido azotando de tiempo atrás al municipio y que ha dejado una preocupante estela de robos, atracos y homicidios que han enlutado a varias familias, a lo que el señor alcalde municipal, Dr. Misael Velásquez, en lugar de asumir la marcha como lo que en realidad fue, un acto de solidaridad con los agraviados y un justo llamado de atención a las autoridades, decidió calificarla, torpe y equivocadamente, como un hecho motivado por razones políticas.
He sido siempre un actor político en mi región, sin embargo, también soy un ciudadano que tiene derechos y obligaciones, al que el Estado debe garantizarle sus derechos fundamentales como el de la libertad y la vida digna. Por ello acompañé el llamado de las fuerzas vivas de la sociedad civil, encabezadas por el comercio formal, para asistir a una marcha pacífica como protesta al acontecer diario. Considero que tengo el derecho de caminar y apoyar las iniciativas ciudadanas, sea cual sea mi decisión política futura.
A 38° grados de temperatura, el sol inclemente y la impotencia del pueblo, el burgomaestre debió sentir el llamado de los marchantes como una necesidad real y no desestimarlo como ataque político, no solo por mi participación, sino de todos los grupos políticos e incluso sus mismos electores. Lo anterior de manera que esa manifestación la cual pudo haber sido su argumento más contundente para reclamar en el Consejo Departamental de Seguridad que se daría a continuación el apoyo y el compromiso de la señora gobernadora Tania María Buitrago y los mandos de la fuerza pública mayor efectividad en sus tareas, su posición desobligada la terminó convirtiendo a ojos de las autoridades encargadas del orden público en un parte de tranquilidad.
Pero por más que el señor alcalde lo quiera el sol no puede taparse con las manos, la inseguridad en Fonseca hoy es un hecho notorio y nadie lo está culpando a él del estado de intranquilidad que se vive, y lo que está sintiendo el ciudadano de a pie. No obstante, no basta con lo que está haciendo, su deber es hacer más y mostrar resultados por su investidura de alcalde y las funciones que la constitución le otorga, no como miembro de un extremo político. Es ese el clamor, motivado por el miedo, así de claro. En el pasado, en sus actuaciones proselitistas, se ufanaba de pregonar su condición de garante de derechos en contra del establecimiento, allí era sacristán.
Espero que estas líneas le recuerden que la carrera política para las elecciones es aún incipiente y que es en su grupo donde hay la carrera de sacar un candidato que lo reemplace, por lo que es normal que a pesar de las evidencias no vea más que un trasfondo político en las manifestaciones colectivas de sus gobernados, pues su séquito le hace actuar a estas alturas del periodo de gobierno mirando el espejo retrovisor, ignorando el panorámico de la realidad como funcionario. Por cierto, fue muy desafortunado que desde la alcaldía se haya visto con tanta distorsión una marcha en la que todos los fonsequeros estábamos unidos de corazón, sin distingos de ninguna naturaleza, siendo lo más lamentable que su representante haya transmitido ese mezquino sentimiento a la máxima autoridad departamental, que dicho sea de paso, deslució fuera de lugar expresándolo a viva voz.
Nosotros como ciudadanos seguiremos exhortando las veces que sean necesarias a las autoridades competentes para que se tomen cartas en el asunto, pues se vislumbra un panorama de fragilidad en cuanto a la intención del pueblo en resolver por sus manos lo que le ha quedado grande al gobierno. Por eso insistimos en que la institucionalidad sea quien tome el control.
Bien sea esta la oportunidad para pedir de la manera más respetuosa al alcalde que no siga mirando el espejo retrovisor, que doble la hoja, que mire hacia delante, que construya sobre lo construido, pues su investidura hoy es de cura.