La reculada que de manera elegante acaba de dar el alcalde Daniel Quintero Calle, anunciando que retira el proyecto de acuerdo 019 de 2020, para presentarlo de nuevo en el mes de octubre, está matizada por la mención que hizo el mandatario local en la que comunica que aprovechará este tiempo para instalar unas mesas de trabajo con gremios, líderes sociales y ciudadanos con el fin, según él, de construir juntos el futuro de EPM.
En octubre o en cualquier momento vamos a estar listos y preparados para dar la discusión y debatir a profundidad el tema, con argumentos serios y bien ponderados. Sin embargo, el conocimiento que tenemos del asunto en discusión y el estudio muy juicioso que hemos hecho de la propuesta nos permite afirmar de manera categórica que lo que requiere EPM no es ampliar su objeto social, sino que el alcalde cumpla la promesa que hizo en la campaña electoral de rescatarla de las garras de los corruptos internos y externos, en el camino de superar las deficiencias administrativas.
El video de noviembre de 2019 en el que Daniel Quintero Calle (cuando era candidato a la Alcaldía de Medellín) aparece entregándole un queso gigante de color amarillo a Jorge Londoño de la Cuesta, anterior gerente general de Empresas Públicas de Medellín, está muy fresco en la mente de los ciudadanos que han descubierto otro ratón más voraz.
Además, a las Empresas Públicas de Medellín no hay que construirle el futuro porque ya lo tiene asegurado, la materia prima para generar la energía y llevarle el agua a los cautivos usuarios la tiene consolidada de por vida y gratis. Es cierto que hay problemas con el cambio climático, pero no existe ningún informe de los científicos que indique que se va a acabar el agua de manera definitiva en corto tiempo. A EPM lo que hay es que despejarle el camino, que sí es muy culebrero, como dice la canción popular, porque los corruptos lo tienen llenos de obstáculos y de pasajes oscuros.
Las mesas de trabajo propuestas no pueden ser un distractor o una cortina de humo para que nos olvidemos de las denuncias ciertas que hizo Daniel Quintero Calle cuado era candidato. Dijo que a EPM se la estaban comiendo a billones; que en Panamá por una represa que valía 50 millones terminaron pagando 314 millones de dólares, con pérdidas que superan el billón de pesos; y que se tenía que saber que en Porce 3 los sobrecostos fueron de 1.1 billones de pesos.
Y como esta grave acusación es completamente cierta y está probada, me surge esta pregunta: ¿por qué el alcalde, en vez de utilizar como distractor o cortina de humo la ampliación del objeto social de EPM, no llama a los ciudadanos para que lo acompañemos en el camino que dijo querer recorrer para recuperar el dinero que se han robado de EPM?
Sea como sea, el desconcierto y la desazón que hoy se apodera de muchas de las personas que votaron por él y que están organizando un comité para promover la revocatoria del mandato se debe a que nunca sospecharon o se llegaron a imaginar que iba a nombrar un gerente de la confianza y manejo del cuestionado exsenador Fabio Valencia Cossío...
El alcalde que hablaba tanto de la transparencia, digo que hablaba porque ya no dice nada, está en la obligación moral de explicarles a los ciudadanos por qué nombró en la gerencia general de EPM a un agente de este personaje de tan dudosa conducta e ingrata recordación para los habitantes de Medellín. Igualmente, debe aclarar cuáles son los acuerdos soterrados con la mal llamada clase política y empresarial, de la que puede resultar perjudicada nuestra ciudad y toda la comunidad, incluida la gran masa de votantes que apoyaron su programa de gobierno.