La semana anterior el noticiero CM& publicó los resultados de la encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría para ese medio. En esta, el alcalde de Quibdó, Isaías Chalá, se destaca por obtener el 29% en "imagen positiva", uno de los resultados más bajos, se encuentra justo al lado del alcalde de Bogotá y el de Riohacha. Qué paradoja que las dos ciudades con los mayores índices desempleo y pobreza brillan en el último lugar, lugar en el cual el Chocó, al parecer, se ha acostumbrado a estar y busca permanecer, tanto en lo académico con la UTCH, en el desempleo, en los niveles de pobreza, como en lo social.
Los alcaldes de las dos ciudades más pobres al lado del alcalde de la ciudad más rica de Colombia, Bogotá. ¿Por qué alcaldes con niveles de ingresos tan diferentes están con tan bajo nivel de aprobación? Los une solo una cosa: la incapacidad de mostrar gestión y ejecución en los 18 meses que llevan de gobierno. Además, parece que ante la opinión pública no han sabido mostrar su plan de gobierno y proyectarlo con bases sólidas y creíbles hacia el futuro. Mientras en Bogotá Peñalosa no ha podido arrancar, en Quibdó existe cada vez más la certera sospecha de que el señor alcalde no arrancará en sus cuatro años y que enterrará de manera muy eficiente sin bombos ni platillos a la cada vez menos nombrada RUTA Q.
La falta de ejecución de obras y proyectos, tales como el proyecto del malecón de Quibdó, la inseguridad rampante y la extorsión que no cesan, la crisis de movilidad en la cual no han podido ni firmar un convenio con la policía de tránsito en más de dos años, la falta de liderazgo y un norte claro hacia dónde dirigir la ciudad, la falta de comunicación con la ciudadanía, los compromisos que le quitan oxígeno e ingresos a la administración le auguran con tristeza un panorama oscuro a la ciudad que se volvió experta desde hace muchos años en equivocarse en la toma de decisiones electorales e induce a creer que esta será otra crónica de un error anunciado en la cual, al parecer, no existe solución ni a corto ni mediano plazo.
La fortaleza del alcalde radicaba en su vocación comercial y en su vinculación con la Cámara de Comercio, lo que permitía creer que se iba a realizar un esfuerzo grande en la generación de empleo, vía recursos propios, recursos gestionados, desarrollando quizás una ”sustitución de importaciones” de productos y servicios, así como el fortalecimiento del mercado interno con el impulso a la agroindustria y la implementación de políticas y programas que permitieran que nacieran pequeñas empresas intensivas en mano de obra como calzado y confecciones. Sin embargo, a la fecha, los resultados han sido nulos en estos aspectos y si hay grandes obras de inversión y desarrollo sería bueno y necesario que la ciudadanía los conociera, esto con el objeto de que la percepción de incapacidad del alcalde desaparezca y pueda cambiar radicalmente hacia el futuro.
Nadie quiere en Quibdó que el alcalde le vaya mal en sus planes de gobierno y proyectos a la comunidad, porque si al alcalde le va mal, al municipio le va peor; pero el silencio, la ausencia de obras y de proyectos claros hacia la comunidad, así como la falta de gestión en la cual son expertos los alcaldes chocoanos, no invitan a pensar que la situación será diferente en los meses que quedan de esta administración. Parece que Quibdó perderá, como hace tantos y tantos años, otra oportunidad más de salir de los últimos puestos en todos los ítems, lugares a los cuales tristemente nos hemos acostumbrado y los cuales hemos convertido en nuestra ideal zona de confort.