El martes en la mañana, el comentario de algunas personas en los bajos de la Alcaldía de Cartagena, era saber cuánto aportaste a la campaña del “Alcalde pop”, para establecer qué puesto mereces en su administración.
El tono jocoso de aquel discurso, le bajaba el ímpetu a la crítica y aumentaba el nivel de sorna con que la gente acoge o repudia los problemas que le tocan.
“Los que aportaron de millón pa’ arriba —vociferaba aquella espontánea—, tienen su Orden de Prestación de Servicio asegurada, vale hasta para una secretaría; los que pusieron de quinientos pa’ arriba, aseguran cargo de “agente platillero”; redactor de comunicados o portero de colegio público; los de medio millón pa’ abajo, tienen su puesto de vendedor en el Centro, eso sí, sin ser molestados por Espacio Público”. Cada frase, la entreveraba con una carcajada contagiosa que invitaba a proponer nuevos cargos.
Desde que el movimiento Primero la Gente comenzó la recolección de firmas, a comienzos del mes de abril de 2015, mostró casta de independencia y popularidad. Su candidato negó su cercanía con contratistas estatales de alta monta, con nefastas familias políticas tradicionales y con gamonales encarcelados de vieja guardia. Pulcritud absoluta.
El portal www.cnecuentasclaras.com reveló la “pulcritud” de cada aporte y los nombres de los aportantes. Allí salió la relación cuánto aportaste; qué cargo tienes en la administración. Vieja y acendrada forma de hacer política, no exclusiva del movimiento del Alcalde Pop.
Las dudas aparecieron. Las acciones contra su candidatura hicieron que de manera popular sus eslóganes cambiaran de un Firme con manolo, a un Manolo va, luego a un Manolo no va, luego, a un Manolo va porque va. Y el hombre fue.
El mismo Alcalde pop, muy enojado,
decía que cómo era posible que una construcción
estuviera funcionando con un “permiso chimbo”.
Llegó el desplome del edificio en el barrio Blas de Lezo, que dejó 21 muertos. El mismo Alcalde pop, muy enojado, decía que cómo era posible que una construcción estuviera funcionando con un “permiso chimbo”. Llegó la medida de suspensión provisional de la Procuraduría. El eslogan popular recitaba entonces Manolo se va.
El Presidente nombró a su extomador de notas. Aquella espontanea lo llamó el “Nenuquito Surek”. Encantador joven, lector de versos inspiradores, tomados de un libro que, según dijo, encontró en la casa de su abuela, doña Teresita Román de Surek, legendaria matrona, quien escribió las recetas recopiladas en el libro Cartagena de Indias en la olla, título que el escritor Óscar Collazos referenció, para su reporte Cartagena en la olla podrida, que narró otros momentos de corrupción de la ciudad. Debería ser una serie.
El regreso del Alcalde pop a su despacho, después de un fallo de tutela que lo favoreció, abre otro capítulo de dudas y vaivenes, que se parece a aquella piñata surtida, colgante, que se intenta bajar a ciegas a punta de palos de escoba.
Mientras tanto, la ciudad sigue hecha un disparare, en busca de un nuevo líder para que las nuevas generaciones también se entrenen en el arte de la piñatería.