En Cartagena, los hechos noticiosos durante la semana nunca paran. Siempre hay algo de qué conversar, y los acontecimientos de la cosa pública no son la excepción; antes, por el contrario, se convierten en la comidilla de la población en general.
Las últimas declaraciones del alcalde William Dau Chamat han sido en estos días tema de conversación entre los que saben. Y es que nuestro “tractor” comenzó a retractarse en el asunto de los peajes, recomendando mantener solo los peajes internos para financiar la operación de la empresa del sistema masivo de transporte Transcaribe S. A.
Se ha de decir que a nuestro burgomaestre le salió mal la jugada de acabar a la bulla de los cocos con el cobro de los peajes, haciéndose alusión a la poca experiencia en temas públicos que tienen sus asesores jurídicos, pues se olvidaron de un viejo proverbio del derecho: “Las cosas se deshacen como se hacen”.
Y es que la cosa pintaba mal desde un principio, cuando, con un aire de Napoleón Bonaparte o uno libertario de un Bolívar contemporáneo, se postró frente a las garitas de un reconocido peaje para obligar a que fueran subidas las talanqueras que impedían el paso de los vehículos. Esta situación envalentonó a todo el pueblo cartagenero en contra de esta medida; así, con la retractación, será muy difícil aplicar el orden por parte de la concesión vial que administra este medio de cobro.
En ese orden de ideas, al ser un contrato de concesión, para su finalización se deben cumplir ciertos presupuestos jurídicos que están contemplados en la norma, aunque el “papá” de Cartagena, quien dice amarla en cada discurso, se oponga. No obstante, este es un “mico” dejado por alcaldes anteriores, porque a pesar de que la concesión estaba por terminar, Pedrito Pereira, funcionario que antecedió a Dau, firmó una prórroga de la misma; asunto para el cual es necesario utilizar las leyes y no los discursos populistas.
Así pues, en caso de que se cuele este elefante nuevamente, el distrito deberá pensar dos veces la forma en que pretende financiar transcaribe, que se ha convertido en un barril sin fondo.
Según una investigación de la Fitch Ratings (Bogotá), se hizo una calificación a largo plazo en escala nacional de la empresa transcaribe, y los resultados mencionaron que se rajó en el perfil financiero, que, en términos del estudio en abril de 2021, lo describieron de la siguiente manera:
“Perfil Financiero – ‘Rango Débil’: Derivado de la coyuntura por emergencia nacional por coronavirus, al cierre de 2020, el EBITDA, según cálculos de Fitch, resultó negativo en cerca de COP4.253 millones (2019: negativo en COP 913 millones). Además, el nivel de endeudamiento con entidades financieras y crédito proveedor superó los COP76.000 millones al cierre 2020. El apalancamiento calculado por Fitch, medido como la deuda neta ajustada frente al EBITDA es negativo en 17,8 veces (x)”, a pesar de esto la empresa obtuvo acuerdos para aplazar la deuda financiera hasta marzo de 2022.
Ahora bien, en noviembre de 2021, en el periódico El Universal se precisó que el déficit operacional de transcaribe sería de 6.662 millones de pesos. A su vez, en el mismo mes, el periódico portafolio generó un informe mediante el cual se decantó que el gobierno nacional, en virtud de la ley de inversión social o reforma tributaria, mediante la cual se dispone “un apartado para que la Nación aportara recursos para cubrir hasta el 50 % del déficit que enfrentan las empresas como consecuencia de la pandemia”. De esta forma el sistema de transporte masivo indicó esperar, a inicios de 2022, un aporte por más de 17.000 millones de pesos provenientes de la nación al fondo de estabilización tarifaria de la compañía (FET).
En fin, vemos que el sistema de transporte no resulta tan rentable como lo quieren hacer ver desde la alcaldía, entre que no cumple con los parámetros de liquidez tampoco saca buena nota en la calidad de prestación del servicio, si bien los alivios económicos que vienen del distrito y la nación, ingresan a las arcas de la empresa, la tramitología y la corruptela no permite que llegue a mejorar el confort del usuario.
Ahora bien, si Dau pretende echar reversa con los peajes, el impacto solo se verá en el bolsillo de los cartageneros, y el único beneficiario es el sistema de trasporte, que tendrá “supuestamente” una liquidez más sólida.
Aunque la intención del alcalde sea financiar Transcaribe con el cobro de peajes, hay que ser claros: la empresa está al borde del despeñadero, y no se encuentra salvavidas financiero alguno que permita reversar la situación de déficit que vive la compañía, sin embargo, el tiempo nos dará o no la razón.
La moraleja en todo esto es: nunca prometer algo a tu pueblo que no vas a poder cumplir, si lo haces se convertirá en una malandrinada.