Uno siente gran regocijo al ver a las personas elegidas para participar en el taller de cuento que anualmente es dictado en el Banco de la República de Cali; se les ve atentas y concentradas, apropiándose de las palabras que son guía, luz y promesa para tratar de ejercer el oficio de escribir.
Al frente de los grupos, cada año, Alberto Rodríguez: entregando sus saberes, provocando el oficio de las letras, señalando, corrigiendo, animando y siempre predicando "hay que leer, hay que leer, hay que leer, hay que leeeeerrrr".
Porque quienes asisten al taller no solamente tienen que tener ganas de escribir, deben ser además voraces lectores, infatigables leedores: en la mañana, en la noche, en las tardes, cuando sale el sol, cuando se está ocultando, antes de dormir y de ser posible en los sueños.
Los aprendices deben antojarse de leer libros, periódicos, revistas, avisos, carteles, papelitos de esos que entregan en las calles, “porque vaya uno a saber, allí puede estar escondido un cuento esperando por el escritor”, asegura.
Alberto no solo es quien trasmite los conocimientos a los futuros escritores, él mismo es escritor. Llevan su firma: Cuidado con el amor, Para cuando sepa que haya muerto y Serenata para la mujer del asesino.
Rodríguez es un bogotano que la vida trajo hasta el Valle del Cauca y hoy es el director de la Casa de la Lectura en el Oeste de Cali, cerca al Zoológico de la ciudad, en donde a veces las palabras que allí se comparten se confunden con el rugir de de los leones reclamando libertad.
Tiene una voz recia que puede pasar del susurro al grito de sobresalto para matizar lo que va enseñando y con ella guía, cuestiona, provoca, controvierte, pero sobre todo, enseña a quienes tienen la fortuna de ser elegidos para estar en los talleres que dicta.
Alberto parece saber de todo: de cine, de viajes, de cocina, de los secretos del lenguaje, de la vida de los escritores, de dónde se esconden los cuentos, pero sobre todo de cómo escribir, de cómo descubrir una historia agazapada en cualquier rinconcito por donde se transita, o en un bus de la ciudad, o en ese hombre que camina encorvado, acompañado por un perro.
Quienes aspiran a escribir saben que uno de los mejores talleres de la ciudad de Cali es el que dicta el profe Alberto. Por eso, para cada convocatoria los aspirantes aumentan en número, para solamente, seleccionar 30, que serán los privilegiados durante los 10 meses que dura.
Estuve en el inicio del taller que dictará este 2023. Me alegró verlo de nuevo: gozoso, satisfecho, siempre comprometido con su hacer. Me alegré por quienes serán sus aprendices este año. Me entusiasmé porque el contar sigue marcando el norte de muchos seres humanos que aspiran a tejer historias para que este mundo que habitamos sea mejor para todos…