Para muchas personas la renuncia del padre Linero al fuero sacerdotal no pasa de ser una clara declinación a su condición de hombre religiosamente comprometido al celibato, lo cual en mi parecer corresponde a una concepción eminentemente proclive al clericalismo católico.
Particularmente considero que la determinación del padre Linero encuadra dentro de la contradicción ideológica que actualmente vive la Iglesia católica. A esta conclusión he llegado al escuchar las declaraciones que este eminente y valiente coterráneo dio en entrevista a Los Informantes de la cadena Caracol, cuando al ser interrogadp sobre tres cosas que desearía que cambiaran en la iglesia expresó sin tapujos que modificaría la liturgia, y que introduciría una discusión sobre el celibato y el de los divorciados vueltos a casar.
Para nadie medianamente informado es un secreto la profunda crisis que vive la Iglesia católica, prohijada por la confrontación entre la vertiente claramente identificada con la política anacrónica de la jerarquía católica, conformada por el Opus Dei, Comunión y Liberación y los Legionarios de Cristo, y la posición liderada por un amplio sector de sacerdotes europeos y norteamericanos agrupados en la llamada Desobediencia, que abogan por una salida en masa de fieles si el Vaticano no acomete la modernización de la Iglesia.
Este grupo de curas rebeldes conceptúan que si la Iglesia católica no procura una reforma profunda seguirá perdiendo fieles y seguidores en el mundo entero. Los cambios promovidos por los llamados curas disidentes están contenidos en un manifiesto publicado en junio de 2011, en el que se declaraban obligados a seguir su propia conciencia y actuar independientemente de los dictados del Vaticano, que no permiten reformas orientadas posibilitar la ordenación de mujeres y casados, dar la comunión a todos los fieles de buena voluntad, incluso a divorciados y que también los laicos prediquen la palabra de Dios.
Los simpatizantes de la Desobediencia están esperanzados en que el papa Francisco promueva la apertura de la iglesia, aunque no desconocen que este se encuentra sometido a una gran presión por esta situación; pero además tiene muy en cuenta que si esa esperanza se trunca muchos se van a apartar de la iglesia, ya que en la actualidad la falta de cercanía de la iglesia con sus feligreses hace que los cultos evangélicos ganen terreno en Latinoamérica.
Por otra parte, la pérdida de confianza en la iglesia por las ocultaciones de los casos de pederastia cada vez más aberrantes y escandalosos constituye eslabones de la cadena de desaciertos en que ha incurrido la institución.