Mi abuelo, Jorge Eliécer Gaitán, no leía los periódicos en los que, en lugar de debates ideológicos, se dedicaban a calumniarlo, insultarlo y denigrarlo sin fundamento. Mi abuela, en cambio, los leía todos, para poder responder a quienes utilizaban la mentira como herramienta de debate supuestamente ideológico. Mi abuelo le decía a su esposa: “Amparo, no le gastes tiempo a esas insignificancias”. Y ella respondía: “De las grandes cosas ocúpate tú, que de las pequeñas me encargo yo”.
Hoy, a pesar de la insignificancia de un artículo, donde Antonio Caballero repite su acostumbrada cantaleta de denigrar sin fundamento, síndrome en el que no esconde un inmenso placer por insultar a cualquiera que, fuera de su círculo de amistades, se le presente en el camino. Esta vez su escrito se centra en una clara alabanza a la impunidad en el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Le tocó el turno de sus diatribas a Gloria Gaitán, por su lucha en contra del manto de impunidad que ha encubierto a los verdaderos culpables del asesinato de su padre.
En su columna del 18 de julio pasado en Los Danieles, sin investigación ni comprobación alguna, Caballero se lanza por centésima vez a denigrar del prójimo. ¡Qué cansancio! Siempre el mismo tono de diatriba que busca ser aplaudido y catalogado de inteligente o chistoso.
Si fuera un periodista serio, habría investigado y habría constatado las múltiples pruebas que señalan a Plinio Mendoza Neira como el Judas del asesinato de Gaitán, “los Plinios” como apodó mi abuela a todo traidor. Tanto en el expediente del “caso Gaitán”, como en la Revista Cromos, los testigos del hecho relatan cómo Mendoza Neira tomó a mi abuelo del brazo, pidiéndole extrañamente a los demás acompañantes que se quedaran al fondo del corredor y, antes de que el asesino sacara el revólver, salió corriendo.
Eso explica su declaración, al decir equivocadamente que a Gaitán le dispararon en el pecho y que su rápida desaparición de la escena del crimen correspondió a su interés de buscar un taxi para llevar a Gaitán a la clínica. ¡Falso! El ministro Alfonso Araújo dejó testimonio escrito de que Mendoza Neira había aparecido de inmediato en el Palacio Presidencial a encontrarse con Ospina Pérez, a quien Gaitán, menos de dos meses antes, había señalado con el dedo de la ignominia como responsable del genocidio al pueblo gaitanista.
Testimonios y pruebas es lo que tiene la familia Gaitán para demostrar la complicidad de “los Plinios” en el asesinato de Gaitán.