Cuando un mandatario incapaz necesita desviar la atención pública de su propia gestión se inventa el circo, la diversión, el entretenimiento, estrategia mucho más barata y efectiva o eficaz para domesticar, pero a la larga más costosa en términos de calidad de vida, que resolver los problemas que exigen las comunidades y de los cuales depende el futuro de las comunidades. Mal presagio sobre la inversión exigente de los recursos públicos.
Eso ocurre en el municipio de Suarez, norte del Cauca, donde el alcalde ha preferido la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila y distraída a la población, ocultando hechos controvertidos de su gestión, provee a las masas entretenimiento con criterio asistencialista, para que le agradezcan en silencio. La plebe aplaude.
Sin soluciones tangibles a tantas necesidades en vías, educación, salud, niñez, juventud, víctimas, entre otros problemas que aquejan al municipio de Suárez, decidió darles “panem et circenses” (literalmente «pan y circo»), pero sin pan. Una herramienta de control social para ganarse a la muchedumbre; circo para el pueblo a cambio de obediencia, de confianza y —sobre todo— adrenalina, tensión, pasión, supuesta alegría, para mantenerlo alejado de los asuntos prioritarios que debería resolver el alcalde Ramírez, de Suárez.
Es una práctica que, en primer lugar, demuestra desprecio por la decadencia de sus paisanos porque en vez de responder a una merecida celebración, la traída de Jorge Barón Televisión, que es uno de los principales comerciantes del entretenimiento de este país, es una costosa representación circense como medio para ganar poder político a través del populismo, a pesar de que la suspensión del día de mercado en Suárez el domingo 30, perjudica a gran parte del comercio local y regional. Esto demuestra que el señor Ramírez Ramírez está en graves problemas internos que debe tapar, así como Maduro, en Venezuela, le inyecta fortaleza a su ejército burocrático un inesperado aumento del 40% en los salarios oficiales, pero no como respuesta a un fortuito rendimiento de la economía nacional y de mejoramiento de la calidad de vida, sino para reforzar la capacidad de desafío y provocación de una parte de la población contra la otra, la oposición a su gobierno. Maquiavélicos que son. Reparten recursos del Estado, de todos los ciudadanos, que no les pertenecen pero que sirven para ganar adeptos ignorantes.
“Pan y circo” en Suárez, con cabalgata a bordo, con estropeo de animales, víctimas del maltrato de sus montadores, muchos de ellos bajo los efectos del licor que exhibieron con desparpajo y prepotencia su fantochería para impresionar al público, no importa, aquí se trata es de otra estrategia política para apaciguar y distraer a la población desviando su atención de gestiones gubernamentales fracasadas. La estrategia se centra en utilizar este fin de semana a Jorge Barón, quien también utiliza a la administración local para agrandar su riqueza y el alcalde para buscar apoyo público, no a través de una administración excepcional o de políticas públicas eficaces, sino a través de desatención ciudadana, y de circo.
Lo grave de esta conducta política del alcalde Ramírez Ramírez es que quebranta el desarrollo de medidas públicas eficaces, debilita la sociedad civil, desacredita la vida pública, mina la habilidad política, y conduce a un gobierno incompetente.
En la lógica perversa de la actual administración municipal de Suárez, la traída de “El show de las estrellas” de Jorge Barón TV, es ciertamente un espectáculo impresionante por el despliegue de cámaras, luces y demás, pero también es facilitar un negocio privado de uno de los ricos de Colombia, otra muestra de cómo se explota al artista, al público que lo utilizarán para grabar publicidad gratuitamente por muchas horas, fuera de que lo bañan con una lluvia inacabable de pautas publicitarias, a la prensa… a todo el mundo, menos a los comerciantes de siempre, a los propios que necesitan que no les cambien su tradición dominical, que no necesitan que los perjudiquen en beneficio del poderoso con quien se congratula el alcalde. Es vergonzoso, diríase humillante. Además, el espectáculo de Jorge Barón casi siempre ha sido pobre, mediocre, con una repetición maquinal del mismo libreto. Todo, incluyendo a la gente, convertido en una vulgar mercancía, incluyendo la “patadita de la buena suerte” para el alcalde.
