“Al pan, pan, y al vino, vino”

“Al pan, pan, y al vino, vino”

La elección del 11 de marzo marcó la tendencia de la agrupación política que probablemente pondrá el 117 presidente

Por: mario arias gómez
marzo 21, 2018
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“Al pan, pan, y al vino, vino”
Foto: EFE

Sin ser arúspice —para decirlo sin dramatismo— se perfila como tal el jovial Iván Duque, apoyado en los 4’044.509 sufragios de la consulta Alianza por Colombia, que casi dobla los 2’400.000 de votos del CD para el Senado. Sumados los de Marta Lucía y Ordóñez totalizan 6’138.000, guarismo nada confiable frente a los 3’531.000 petristas que lo obligan a no dormirse en los laureles.

Suena a disco rayado calificar de crucial la elección del 27 de mayo, que ojalá se resuelva en primera vuelta, vía la convicción o transacción. Cónclave que marcará el rumbo del próximo cuatrienio. Lo dirá la única encuesta cierta, las urnas.

Los empeñados en contener el revaluado, apocalíptico, cojitranco, escalofriante e incendiario socialismo siglo XXI repiten —hasta la extenuación— como una letanía la urgencia de combatir con firmeza, el banal engendro, disfrazado de “Colombia Humana”. Falacia que sobrelleva —in péctore— la lucha entre ‘desiguales’, entre ‘pobres y ricos’, entre ‘explotadores y explotados’. Revulsivo procreado por los Castro, protegido por el pusilánime Chávez, traicionado por el tarambana, ‘Maburro’.

Hambrienta jauría que de no alcanzar con Petro el poder espera en subsidio los degradados clanes familiares y redes de ventrílocuos. Mercachifles de la ética que, con asombrosa desfachatez, violan la ley. Fatídica plaga que, en su complejidad, acecha a los 50 millones de abrumados compatriotas. Su antídoto: el aséptico voto, que Colombia espera se dé copiosamente, en 67 días, evitando que estos tóxicos monigotes se salgan con la suya.

Podredumbre amparada por el energúmeno y escabroso candidato de las ‘maquinarias’, del ‘todo vale’, conformadas por sanguijuelas licenciosas, investigadas o condenadas, por sus relaciones ‘non sanctas’. Ralea —presente desde la ‘Patria Boba’— que literal e impunemente han desangrado al país, las administraciones locales, las regionales, causa del desprestigio del Capitolio Nacional, otrora santuario de la democracia, convertido en versión moderna de los establos de Augías, cuyas heces no eran retiradas. Sus émulos, andan tras la ‘Casa de Nari’.

De los 277 congresistas elegidos, 227 son politiqueros tradicionales, sin contar entre ellos, los impugnados e insignificantes diez de la Farc. En cada elección, el desfigurado y descuartizado conservatismo, se difumina, pierde —lamentablemente— preminencia, aproximándose a la penosa e irrelevante condición, de dispensador de avales.

A la hora de garrapatear esta nota —martes 7:00 p.m.—, el partido no define aún a quién endosar —sin dejarse encandilar por efímeros sentimientos de venganza— sus nada despreciables y recontados 1’927.320 votos, que los candidatos intentan seducir, con alambicados ofrecimientos. Entre más demore, más se cotizan. En el entendido que “la política es dinámica”, las directivas le apostarán en esta coyuntura —sin abandonar los principios o transformarlos—, para decirlo sin subterfugios, ni eufemismos, al caballo ganador. Es cuestión de supervivencia.

Los copartidarios reclaman ser coprotagonistas programáticos, copartícipes en las responsabilidades de gobierno —que no en el reparto de la torta—, en áreas íntimamente ligadas a su quehacer patriótico (agrario, minero, medio ambiente). Así mismo demanda que los órganos de control —Contraloría, Defensoría, Procuraduría— estén en manos distintas al gobierno, fehaciente muestra de buena fe, de transparencia, de inaplazable lucha contra la corrupción.

Fundamentos extraídos del inquebrantable sentir de la cofradía; presupuesto básico para un posible acuerdo, que incluye, el homogéneo e imperioso apoyo de la bancada, a la gobernabilidad, al interés patrio, al buen suceso del gobierno. Negociación capitaneada por el acatado referente del partido, el senador, Efraín Cepeda, secundado por el imparable guía del inextinguible ‘Poder del Pueblo’, Arturo Yepes, dirigentes que más allá de la amistad, los une mutuo respeto y admiración recíproca. Jefes comprometidos, rigurosamente, con estimadas tesis reivindicativas, con la unidad —sin reservas ni condicionamientos— partidista.

Causa conservadora, pundonorosamente defendida, a corto, medio y largo plazo, en la que prevalecen, sin contradicciones: La paz; justicia; inclusión; solidaridad; tolerancia; medio ambiente, desarrollo sostenible, recursos naturales, la no discriminación; los desfavorecidos; excluidos; los animales; el respeto por la opinión ajena; la libertad de expresión, la autonomía, el libre albedrío; que consiste en que cada quien haga lo que le venga en gana. Génesis de preceptos normativos —imprescriptibles— de la democracia, sintetizados por Benito Juárez: “La libertad termina donde empieza la de los demás”.

Termino expresando —con estimación y vehemencia— al generoso e inestimable Arturo Yepes, luego del estrepitoso y temporal naufragio electoral: “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece” (Borges).

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