Los había invitado el Obispo de Fontibón para bendecir la nueva sala de velación. Eran ochenta sacerdotes de diferentes partes de la ciudad. El popular Padre Chucho era uno de ellos. A las nueve y media de la mañana estaban citados. Chucho llegó media hora tarde, a esa hora ya una turba gritaba improperios contra los sacerdotes, les decían pedófilos, degenerados, corruptos. Los ediles de esa localidad los habían convocado para hacerle plantón a los sacerdotes. Creían que habían sido citados para bendecir el horno crematorio que afectaría a cuatro barrios de la localidad. Uno de los argumentos de la gente es porque consideran un atropello. Ya tienen suficiente con ser una zona de interferencia aeropuertaria. Además la gente se queja de la presunta grosería de la administradora del cementerio ya que los ha tratado de ignorante al exagerar las posibles consecuencias que podrían tener los gases emitidos allí. Las protestas también han sido para la curia.
Pero los sacerdotes no iban sino a bendecir la nueva sala de velación. Allí tendrían un almuerzo. Chucho llegó tarde y se enfrentó de frente con la turba que alcanzó a golpearlo. Chucho se tuvo que refugiar en una casa para escapar de lo que sería una golpiza. Muchos sacerdotes se atrincheraron en la nueva sala de velación y tenían miedo de salir por las represarías de las que serían objeto. Algunos esperaron dos horas y salieron justo al medio día pero aún así recibieron golpes. Aseguran que el obispo Juan Vicente Cordoba Villota estuvo entre ese grupo y que se salvó de milagro. El grueso de los sacerdotes permanecieron allí hasta que el Esmad disolvió la manifestación.