La palabra patrimonio viene prestada del latín patrimonium, que significa bienes heredados de los padres. Si le agregamos público quiere decir lo que heredamos de la sociedad, ya sean bienes materiales, espirituales, tangibles e intangibles, provenientes de las generaciones que nos han antecedido y por lo tanto que debemos cuidar, preservar, acrecentar. Si nos adentramos en las fuerzas productivas, la sociedad moderna ha consolidado lo que se conoce como economía de mercado o modo de producción capitalista, que ha atravesado por varias fases desde la libre competencia en los tiempos de la revolución industrial hasta la actual: la predominancia de los grandes monopolios encabezados por el capital financiero, los grandes trust, las bolsas de valores. En los interregnos buena parte de los países han pasado por una especie de capitalismo de estado, que tuvo como unos de sus ideólogos a Nicolás Keynes entre la primera y segunda guerras mundial y que después del crac de los años 30 del siglo pasado en Estados Unidos y otros países fue el mentor de la intervención del Estado en la economía para salir de la crisis hacia el pleno empleo.
Colombia, que tiene una economía dependiente de los Estados Unidos desde los aciagos días del zarpazo de Panamá en 1903, en la segunda mitad del siglo pasado para acondicionar la estructura económica del país a los requerimientos del neocolonialismo impulsó una intervención estatal en la economía con políticas en el marco de la Alianza para el Progreso, planeada por John F. Kennedy, entre ellas la sustitución de importaciones, la revolución verde; surgieron entidades como el Idema, Ica, Inderena, IFI, todo financiado con cargo a la deuda externa con su onerosa carga sobre los hombros de la población empobrecida.
Con el fin de la Guerra Fría y la hegemonía de los EE. UU. se impuso a nivel mundial la política de la globalización neoliberal, que según Henry Kissinger “no es otra cosa que la predominancia de EE. UU. a nivel mundial”. Uno de los auspiciadores fue César Gaviria con su letal Bienvenidos al futuro y todos sus continuadores en la Casa de Nariño, quienes impulsaron el desmonte de las políticas en las que el Estado tenía injerencia positiva en la economía e impusieron su arrasamiento con la apertura económica que inundó el país de importaciones que llevarían a la quiebra del aparato productivo del agro y la industria, llevaron a un mayor endeudamiento externo y acondicionaron la superestructura con la Constitución de 1991 que le dio patente de corso a las nuevas políticas económicas.
En este contexto, lo que se había avanzado en consolidar el patrimonio público nacional se fue desmantelando con las políticas privatizadoras al socaire del artículo 365 de la Carta Magna que permite la enajenación de los haberes públicos en los servicios públicos domiciliarios. Casos aberrantes como los de Corelca, Electricaribe, Triple A, Telecom, Caja Agraria, Isagen… y el rosario sigue. Pero ahora el Gobierno de Duque se propone ponerle el acelerador a estas nefastas políticas que fueron aprobadas en el Plan Nacional de Desarrollo, artículo 44, “para salir de las participaciones estatales menores al 49%” para lo cual piensa utilizar a Cisa (Central de Inversiones S.A.), buscando 3.000 millones de dólares “para cumplir sus objetivos de déficit fiscal”. Las joyas de la corona que piensa privatizar son: ISA, 8,5% de las acciones de Ecopetrol, Cenit (oleoductos), electrificadoras regionales.
Como advirtió el senador Robledo “a ISA la quieren vender por buena, no por mala”. Esta empresa, de la que se desprendió Isagen que luego privatizaron, opera en siete países de América Latina, principal empresa transmisora de electricidad en esta región. El Gobierno tiene el 51,41% de acciones, EPM el 10,17% y privados el 38,42%. Desde 2012 obtuvo utilidades por $7.2 billones, de los cuales, 3,61 billones son del gobierno. Con su filial XM regula la compra y venta de energía en Colombia. Su filial Internexa opera 50.000 kilómetros de fibra óptica desde La Florida (USA) hasta La Patagonia. La venta de ISA le generaría inmensas pérdidas por utilidades al fisco nacional, es otro atentado de Duque y Carrasquilla contra el progreso del país.
Donde hay opresión, hay resistencia, es una ley de la historia. Las luchas de los colombianos por defender el interés nacional tienen arraigo en nuestro devenir como nación. El 27 de junio pasado se llevó a cabo un evento en Bogotá en Defensa del Patrimonio Público Nacional, convocado por la Central Unitaria de Trabajadores CUT y la Unión Sindical Obrera USO, al cual asistieron SintraIsa, SintraIsagen, Sintrateléfonos Bogotá, Comité del Patrimonio Público de la Región Caribe y otras organizaciones. Hubo acuerdo en rechazar este nuevo atentado del gobierno de Duque y de convocar un encuentro nacional para el mes de agosto próximo para preparar las movilizaciones que sea menester tendientes a impedir esta nueva oleada de privatizaciones y rescatar el patrimonio público enajenado.