La Tramacúa en el lenguaje vallenato es algo de gran tamaño, es el nombre que se le colocó a la cárcel de máxima seguridad de Valledupar, la única en el país que no sufre de hacinamiento, pero sí de temperaturas que superan los 40 grados centígrados.
Al comienzo ese centro carcelario iba a llamarse Johnny Pérez Oñate, como el exalcalde de Valledupar (1998-2000) que donó el terreno. Sin embargo, luego se cambió de opinión, ya que en el 2009 el Juzgado Tercero Penal del Circuito de Valledupar lo condenó por peculado a 20 meses de prisión. El Partido Liberal en la época se opuso a que premiaran de esa manera a un disidente de la organización política.
Por otro lado, el diseño de La Tramacúa lo adelantó la Agencia Federal de Prisiones, encargada en los Estados Unidos de América de “garantizar que los infractores federales cumplan sus condenas de prisión en instalaciones que sean seguras, humanas, rentables, y proporcionen programas de reingreso para garantizar su regreso exitoso a la comunidad”. De acuerdo a InSight crime, La Tramacúa se construyó hace poco más de una década, pero se ha hecho tan notoria por sus espantosas condiciones y constantes abusos contra los derechos humanos.
Pues bien, ¿qué abusos encontró concretamente en este penal la Comisión de Seguimiento de la Sociedad Civil a la sentencia T-388 de 2013? “La población reclusa indicó que las torres recientemente remodeladas tienen filtraciones de agua y goteras, que los sanitarios y lavaderos tienen pésimas adecuaciones, que persiste el problema de taponamiento del alcantarillado que se traduce en que las aguas residuales se acumulan, entre otras".
Además, la citada Comisión hace referencia al “uso abusivo de la fuerza, en situaciones en las que no se requiere, con el argumento de reducir al detenido que desacata una orden”. De hecho, hay un lugar pavoroso donde se les confina en castigo llamado Villa Mosquito.
No obstante, esto no es lo único. Fuera de los castigos individuales, en La Tramacúa se presentan castigos colectivos contra la población reclusa, donde “se usa el desabastecimiento de agua o el vertimiento de agua sobre la ropa y las colchonetas”, y otras prácticas comunes como el traslado de internos a patios donde no pueden convivir con otros internos”.
¿Qué ha constatado la Defensoría del Pueblo acerca de la denuncias en La Tramacúa? El suministro del servicio de agua es solo por tres horas cada 24. No hay sanitarios, cada recluso se las arregla como puede, con el consiguiente problema de salud pública colectiva. Así mismo, la alimentación es mala y cerca de la cocina abundan las basuras expeliendo en todo momento malos olores y deterioro de la infraestructura
¿Qué acciones ha adelantado la Procuraduría al respecto? “En este sentido, con el fin de cumplir con lo ordenado por la Corte Constitucional en la sentencia de Tutela 388/13, en cuanto a prevenir el maltrato de la población reclusa en el Empascas de Valledupar, se implementó en ese centro un mecanismo de denuncia…, impactaron positivamente en el mejoramiento del trato por el personal de custodia y vigilancia del Inpec a la población reclusa del referido establecimiento carcelario”, que alberga 1.536 internos.
Para cerrar, desde el segundo semestre de 2017 el panorama se agravó en La Tramacúa porque comenzaron a llegar más internos a ocupar los recién remodelados patios, gracias a los esfuerzos del Ministerio de Justicia, del Inpec y la Uspec, que buscaban descongestionar otros centros penitenciarios de la región.