En los primeros días de marzo Claudia López era una de las alcaldesas del mundo que más creía en el aislamiento social. Su convicción era absoluta. La gente le creía. Duque y Marta Lucía también. Lo veíamos en cada una de las intervenciones. Daba órdenes con un mando imperial. Incluso nos mandó a guardarnos cinco días antes que lo hiciera Duque. Fue ella quien presionó al gobierno a cerrar El Dorado, las carreteras. Debió haber sido muy duro para Duque decirles a los empresarios que financiaron la campaña que por unas semanas no iban a ganar los trillones de pesos que acostumbraban. Tenían que ceder por un momento su hambre voraz.
Mientras en el norte vivíamos con placidez la cuarentena gracias a tener empleadores responsables y humanos, en el sur, donde reina el desempleo y la informalidad, la gente empezaba a sacar los pañuelos rojos. Dos semanas bastaron para que hubiese hambre. Las ayudas que prometió Claudia nunca llegaron. La gente salió a la calle a protestar y el virus se esparció por Bogotá. El tiempo y los recursos que se tenían que aprovechar para recuperar las UCI se gastaron en cientos de camas en Corferias que hoy permanecen vacías. Estamos, a este jueves 4 de junio, a unos cuantos puntos porcentuales para que se llenen las UCI. Habrá alerta roja y todo volverá atrás. Nos volveremos a guardar esta vez sin esperanza alguna.
El virus está cediendo en Europa y cada vez se descarta más una segunda ola de contagios. En París el incipiente verano se empieza a vivir con la felicidad que se tiene después de liberarse de una fuerza extranjera y opresora. Lo mismo sucede en Madrid. En Estados Unidos la gente también está en la calle pero protestando contra un gobierno nazi. La pesadilla de Phillip Roth, La conjura contra América, se hace realidad con cada George Floyd que caiga muerto. En Colombia también todos están en la calle desde hace semanas. Duque, por medio de confusos decretos, ha borrado la palabra Coronavirus de su discurso oficial. Tiene un programa que ya no ve nadie y saca decretos que nadie lee. El punto es que la gente está en la calle trabajando, comprando cosas en San Victorino, haciendo fila para entrar a Falabella en Medellín, protestando contra el gobierno, todo volvió a la normalidad. Lo único que nos trajo los hermosos días de la primera cuarentena, cuando creímos que el sistema había colapsado, son los malditos tapabocas.
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Lo único que nos trajo los hermosos días de la primera cuarentena, cuando creímos que el sistema había colapsado, son los malditos tapabocas
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Y Claudia ahí, la vimos el sábado, con otro tono, desdibujada, militarizando Kennedy y buena parte del sur y dejando libres a los ricos que se sofocan con sus parejas en casa. Los ricos que extrañaban ir a sus galpones llenos de empleados, manufacturando zapatos que ya nadie quiere comprar, carros para contaminar, perendengues que nunca vamos a usar. Y saca una aplicación para controlar a los ciudadanos y al poco tiempo tiene que echarla para atrás. Así es Claudia, da un paso y retrocede dos.
Le ganó el pulso Duque y los empresarios. La tenían bien difícil. Ganó Marta Lucía y su consentido sector económico. Y los pobres en la calle, en la calle justo ahora cuando la pandemia amenaza llegar a su pico. Es mentira eso que nos guardaron muy temprano, lo que se hizo fue que el pico retrocediera hasta agosto, eso se hizo bien, lo que no pudimos hacer era convencer a los grandes empresarios de que cedieran su hambre voraz. Y por eso llega junio y todos en la calle, justo en el momento en el que teníamos que cuidarnos más.
En Cartagena los muertos empiezan a acumularse en las calles, en Barranquilla es tal el caos que están quemado a todo fallecido y el país se suma en una situación de descontrol absoluto mientras todos subestiman el virus. Ya volvimos a los días en los que esto era sólo una gripita que solo le daba a los chinos.
Claudia ya no puede cuidarnos. Nunca lo pudo hacer. Cuando lo dijo, cuando parecía tan decidida, era sólo otro ataque verborreico, puras ganas de gritar. Si, señores, como dirían los uribistas, estamos solos, tenemos que cuidarnos y si se enferma y se muere eso le pasó solo por bobo, por pobre.