Después de muchos meses de espera, y ante las declaraciones públicas apresuradas del director del DANE, se generó una alarma nacional sobre la posibilidad de que los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2018, tuvieran que ser arrojados a la basura. La presión de la opinión pública llevó a que la entidad mencionada emprendiera un proceso de evaluación ex-post, para lo cual contó con la asistencia de un grupo de “expertos”. Aunque la susodicha valoración dejó de lado la calidad del operativo y de sus resultados, los indicadores generales de cobertura finalmente fueron publicados, a finales del año pasado.
La publicación de las cifras definitivas, sin embargo, ha dejado algunas luces y sombras que es necesario tener en cuenta. Indudablemente es un logro que el país después de más de una década cuente con cifras detalladas sobre su nivel de población. No obstante, el DANE pierde credibilidad cuando reacciona, no por una práctica anticipada de corrección técnica de errores, sino por la presión de los medios de comunicación y de algunas autoridades locales ante una posible disminución de las trasferencias monetarias. Al revisar los datos poblacionales, con información proveniente de otras fuentes, quedan algunas dudas sobre la verdadera dimensión de la cobertura en algunos entes territoriales y en poblaciones específicas. La cobertura hubiera sido mejorada si la actual dirección del DANE, al inicio de su mandato, hubiera hecho una evaluación exprés de la cobertura y ordenado revisitas en las unidades censales faltantes, en lugar de ponerse a cazar peleas con la ayuda del espejo retrovisor.
Lo anterior sería incluso perdonable si no fuera por la actual posición de la Dirección del DANE. Los datos censales han sido publicados en la página WEB de la entidad, a nivel de microdato, como lo hacen todos los Institutos de Estadística.
A pesar de ello, algunas cifras fundamentales, como están publicadas, son de muy poca utilidad. Nos referimos al caso concreto de la variable edad, la cual contrariando lo escrito en el diccionario de variables no está dada en edades simples, sino en grupos de edad cuya dimensión no está justificada en los metadatos, es decir en las respectivas explicaciones del contenido de los códigos y variables.
Sin embargo, al editar la parte pertinente de la base de microdatos se encuentran los siguientes resultados de la variable edad.:
Tabla 1*
P. edad | Frecuencia | %Acumulado | ||
1 | 412.145 | 5,74 | 5,74 | |
2 | 447.995 | 6,24 | 11,98 | |
3 | 473.810 | 6,6 | 18,57 | |
. | . | . | . | |
. | . | . | . | |
19 | 16.517 | 0.23 | 99,91 | |
20 | 4.465 | 0.06 | 99,97 | |
21 | 1.932 | 0.03 | 100 | |
Total | 7.181.469 | 100 | ||
Fuente: DANE, CNPV, Página Web, http://microdatos.dane.gov.co/indexe/catalog/643/get_microdata enero 2020. *Para facilitar la lectura hemos omitido los grupos 4 A 18 de la tabla original. | ||||
Los tabulados presentados muestran claramente que la edad ha sido organizada en 21 grupos de edad cuya dimensión se desconoce dado que no está en los metadatos.
Lamentablemente, la Dirección del DANE se niega a publicar la edad por edades simples, como se ha hecho en todas las rondas censales, por recomendación de la ONU, argumentando que esa acción viola el principio de confidencialidad estadística, lo cual es falso, antitécnico y pendenciero.
Es falso, porque la publicación por edades simples no contiene nunca información con identificadores directos de los elementos, como son el número o documento de identidad, sus nombres o apellidos y/ o su localización especifica. Justamente en la actualidad los Institutos de Estadística publican datos anonimizados, utilizando diversas técnicas de anonimización que enmascaran los identificadores directos e indirectos.Todos los censos tienen publicada la edad por edades simples, en la mayoría de los casos sin anonimizar, pero eliminando las variables identificadoras asociadas. Además, el mismo DANE ha publicado edades simples en los censos anteriores y en muchas de sus encuestas. No se entiende semejante retroceso.
No publicar la edad por edades simples impide aplicar métodos demográficos para mejorar la calidad de los datos e impide el diagnóstico, la planeación, la asignación de recursos y la toma de decisiones para atender poblaciones específicas Como no se sabe, por ejemplo, cuantos niños hay menores de un año, no es posible programar la cantidad de vacunas, biberones, cunas, sala- cunas y pediatras que se necesitan, para atenderlos. Tampoco se pueden estimar tasas de escolaridad, tasas de trabajo infantil por edad etc, etc.
Es posible que el Censo de Población 2018 sirva para algunos menesteres. Serviría aún más, si el DANE evita posturas pendencieras, que impiden que los ciudadanos puedan acceder a información oficial, que debe seguir los códigos de buenas prácticas estadísticas de proporcionar, de manera amplia, cifras accesibles, oportunas, coherentes, consistentes, completas, pertinentes y útiles, con los respectivos metadatos.
Hay que recordar que la información oficial es un bien público que debe estar al servicio de todos los ciudadanos. En fin y al cabo el Censo 2018 fue una operación estadística, en la que se invirtieron cerca de 500.000 millones de pesos, que provienen de los tributos, los cuales no se pueden desperdiciar, frenando la investigación académica, la viabilidad de formular políticas públicas específicas y la toma de decisiones.