Quizás la razón por la cual tuvo tanto despliegue el video aquel que publiqué ya hace un tiempo, en el que unos policías le decomisaban la cuajada a unos pobres en indefensos campesinos de Mapiripán, es por el hecho de que todos en este país llevamos en nuestra sangre a un campesino. No importa el estrato social que se tenga o la región o el color de la piel, todos venimos del campo y esa injusticia nos dolió como si se lo hubieran hecho a un familiar nuestro.
Hago esta pequeña remembranza porque si bien Colombia es un país agrícola, campesino y trabajador, antes que industrial, financiero o tecnológico, muy lejos está el Estado en darle la verdadera importancia que se merece.
Siempre he creído que un país que quiera salir del subdesarrollo debe basar ese propósito en tres grandes pilares: la educación, la infraestructura vial y la alimentación de su pueblo. Un país que es educado, bien alimentado y que puede contar con las vías para comercializar sus productos, es un país que sale adelante en todos los demás temas.
En nuestro caso contamos no solo con muchas tierras —somos de los pocos países del planeta con posibilidades de ampliar su frontera agrícola—, sino que las poseemos en todos los climas, lo que nos permite tener cualquier variedad de productos. Sin embargo, no hemos podido ver eso que es tan evidente y destinamos mucho de nuestro PIB en una guerra entre nosotros mismos, que más pareciera una continuación de la patria boba, que un país en busca del bienestar de todos.
Es por esto que considero tan importante que el cargo de ministro de agricultura recaiga hoy en un llanero, porque si de algo sabemos en este llano es de campo.
Siempre me he venido preguntando cómo es que siendo una región tan rica en palma no tengamos a un solo representante de esta región en la FEDEPALMA o cómo puede ser posible que siendo un territorio tan productor de ganado no tengamos a nadie en FEDEGAN y así con cada una de las instituciones que manejan el campo en Colombia.
Creo que el presidente Santos no solo acierta nombrando a Juan Guillermo Zuluaga como nuevo ministro de agricultura, teniendo en cuenta sus capacidades personales, su relación con el campo, su don de gentes y su probada capacidad trabajo y compromiso, tal cual lo demostró en su reciente tarea de organizar la venida del papa a Colombia, sino que de paso honra a una región del país que ha venido aportando mucho a la patria; desde las regalías petroleras, el agua de los paramos, los recursos pétreos con los que se hacen las grandes obras en Bogotá, miles de toneladas de comida diaria y hasta la propia libertad en aquel histórico Pantano de Vargas.
No pretendo con esto sugerir que en adelante se solucionarán todos los problemas que históricamente ha tenido el campo colombiano, pero si quiero, no solo decirle a nuevo ministro de la importancia que para la patria tiene tan inmensa responsabilidad, sino desearle el mejor de los éxitos y aplaudirle cada cosa que a bien tenga por hacer por los mas desprotegidos, abandonados, violentados, humillados y olvidados en esta país como lo son los campesinos.
No cabe duda, la venida del papa sigue haciendo milagros. Dios está y espero que siga estando con usted ministro.
Nota: Muy significativo es que haya tomado la determinación de posesionarse en La Uribe (Meta). Allí estaremos el próximo lunes.