El exprecandidato venezolano Leopoldo López ha sido dejado en libertad condicional. La noticia ha dado la vuelta al mundo y es tendencia en Twitter y otras redes sociales.
Lo curioso del hecho es que no se conocía nada acerca de que el exalcalde del municipio caraqueño de Chacao.
No se sabía que se fuera a presentar este suceso en Venezuela.
Pero lo más curioso del caso es que la oposición de Venezuela no esté celebrando el regreso a casa de su compañero y compatriota Leopoldo López.
El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, de momento no ha dicho nada en su cuenta en Twitter.
El diputado y reconocido político también venezolano Julio Borges tampoco no ha manifestado ni un solo tweet al respecto de la noticia que ha tenido lugar en el vecino país.
Personalmente, confieso que los miembros de la oposición me dejan desconcertado.
Si yo fuera malpensado tal vez dijera que la noticia los tomó por sorpresa, y que a lo mejor no le gustó.
¿Les resultó desagradable? No sé. Solo ellos lo saben y solo ellos pueden responder la pregunta.
Con Leopoldo López de regreso a su hogar, con sus hijos y su esposa, Lilian Tintori, se caen por lo menos dos argumentos o razones que empleaban los miembros de la oposición venezolana y algunos gobiernos de países vecinos para acusar al Gobierno de Nicolás Maduro de ser una dictadura.
El primer argumento que se cae es que tenía relación con la puesta en libertad de Leopoldo López, considerado como preso por motivos políticos.
El segundo argumento es el que tiene que ver con el período de ausencia de elecciones, ya que el Gobierno de Venezuela, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, ha convocado a elecciones para hacer la Asamblea Constituyente, lo cual sirve como escudo ante la denuncia de tiranía.
Es necesario que en el país vecino se llegue a la paz. No más violencia en ningún lugar del mundo. Sería conveniente que Leopoldo López piense con cabeza fría. Tiene que reflexionar un poco.
Hay que pensar como un líder político. La persona que quiere ser presidente de una nación no puede ni debe incitar al odio entre hermanos, entre compatriotas.
Vale la pena analizar la situación difícil de la hermana república y de sus millones de compatriotas. Los líderes tienen que ser propositivos y creativos, no destructivos; nunca evaden el diálogo. Siempre están abiertos a la concertación.
Si Leopoldo López se siente líder, tiene que actuar como tal y aceptar el diálogo con el presidente Nicolás Maduro.
Es conveniente extender la invitación a sus seguidores y compañeros de la oposición a actuar pacíficamente y dentro de los contextos y límites que ordena la ley, como lo hacía Mahatma Gandhi.
El gran líder indio se oponía al uso de la violencia en todas sus formas (verbal o física) y en eso consistía su magnetismo de líder carismático. Y cuando quebrantaba la ley, él mismo iba y se presentaba ante las autoridades comparecer por desacato ilegal.
Algo parecido hacía Martín Luther King, quien es memorable por ser el líder estadounidense por los derechos civiles usando la no violencia.
Dos grandes seres humanos que nunca levantaron una sola piedra contra nadie. No usaron la violencia, porque sabían que su lucha era más que justa.
Nunca se desesperaron ni se apresuraron, porque estaban convencidos de su correcto actuar.
Entre todos los compatriotas y hermanos latinoamericanos unamos nuestras manos para construir un futuro mejor; por supuesto, sin violencia. No más hambre ni analfabetismo ni odio.
Necesitamos una América Latina en paz. Paz para Venezuela. Paz para Colombia. Paz para la región.
El pensamiento militar del teniente prusiano, Karl von Clausewitz, de que «La guerra es la continuación de la política por otros medios» ya no cabe en la política de nuestra América Latina.
No tiene lugar, porque como escribiera el maravilloso autor americano Ernest Hemingway: Adiós a las armas. Bienvenida la paz. Queremos ser una región en paz y feliz.