Montados en una ola de indignación que ha despertado entre la ciudadanía el anuncio de 4.780 millones para la ejecución del Festival Folclórico del Pacífico de este año, diciendo No al Festival, estamos perdiendo de vista el debate de fondo en torno a la cultura y el Festival mismo.
Se entiende la sensibilidad social que cunde ahora entre los bonaverenses luego del Paro Cívico, y es comprensible la alarma que causa un monto semejante (apenas 220 millones inferior al presupuesto de este año para el Petronio Álvarez), pero el Festival no puede pagar ahora los platos rotos.
Faltaba más que el sector cultura terminara subsidiando otros sectores del gasto social como agua, salud y educación. Eso sería premiar la mala gestión y la mezquindad del Estado, y condenar a folcloristas, gestores y demás actores de la cultura (aparte del trato indigno que se les da) a empeorar sus ya difíciles condiciones.
Con la lógica de que no se puede gastar en Festival a causa de los enormes problemas sociales que tenemos, prácticamente no se podría hacer este tipo de eventos en el país, y vamos a terminar pidiendo que no se hagan fiestas patronales o el Encuentro Cultural Cantores de Río, por ejemplo. El Chocó padece nuestros mismos problemas, pero nunca se oye que San Pacho se deja de hacer, Dios no lo quiera, por estos motivos. Entre otras cosas porque el gasto en el sector cultura es también primordial para la sociedad.
Lo inteligente es más bien aprovechar la coyuntura para hacer el debate de fondo necesario, debate que la Administración Distrital, ésta y las anteriores, se han negado a dar. Resulta por lo menos curioso que mientras diversos sectores sociales estamos llegando a consensos en cuanto a lo que se debe hacer con la cultura y el Festival, los alcaldes se hagan los locos con el tema.
Buenaventura carece de una política cultural en cuanto no ha elaborado, como es su obligación, un Plan Decenal de Cultura. Tiene una institucionalidad débil en el sector, como que apenas cuenta con una Dirección Técnica de Cultura, ni siquiera una Secretaría, cuando debería aspirar a un Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
El Festival Folclórico del Pacífico es un evento anónimo e intrascendente para la región y el país, e incluso para la ciudad; carece de una conceptualización rigurosa (parece más bien una feria); no tiene un ente jurídico que lo gestione (búsqueda de recursos en la Nación y el sector privado), organice y produzca de manera profesional y eficiente; está atado a la voluntad exclusiva del alcalde de turno (y por tanto atado a su suerte política). Del "reinado" mejor no hablemos.
Si tuviéramos claras estas cosas, sabríamos cuánto gastarnos en cultura y Festival y no estaríamos en las que estamos. Los ciudadanos debemos empoderarnos y dar el debate. ¿Alguien sabe cuánto costó el Festival del año pasado? Ese sería un buen dato para la discusión hoy.
Decir No al Festival es la fácil. Voy a hacer de futurólogo: en los próximos días el alcalde anunciará que, después de un análisis exhaustivo y a causa del "clamor popular", se suspende el Festival, quedando como un héroe, cuando en realidad lo hace porque están incómodos con la veeduría que desde el año pasado le venimos haciendo y que se disparó en estos días con el Paro Cívico.
La invitación es a profundizar en el debate, a que los ciudadanos incidamos en la política cultural del Distrito (tal como incidimos en el Paro Cívico, haciendo nuevas propuesta al Estado) y en diseñar el Festival que queremos y necesitamos. Algún día la Administración entenderá.
Exijamos rendición de cuentas, que expliquen ese presupuesto, que convoquen a todos los actores a discutir sobre el sector, pero no nos neguemos un espacio histórico fundado por el poeta Elcías Martán Góngora en 1962.