Con los hechos terroristas el pasado mes de enero del año en curso, se comprueba una vez más la decisión del ELN por dejar el terrorismo en nuestra patria.
Y es que no es difícil analizar que este tipo de grupos determinados ya como “terroristas” quieran dejar su sucia guerra, que ha cobrado la vida de miles de colombianos, que ha despojado y obligado al éxodo a muchos campesinos en Colombia por el temor a perder sus vidas y las de sus familiares.
Hechos históricos, de fallidos esfuerzos de gobernantes en Colombia, tanto liberales como conservadores en otrora, como los del actual gobierno que se acaban de dar por terminados, producto del atentado en la Escuela General Santander que cobró la vida de 22 cadetes de nuestras fuerzas armadas, confirman el no interés del ELN por dejar las armas, arrepentirse, pedir perdón y reparar a las víctimas.
Tal como lo hemos expresado, diversos gobiernos han intentado negociar con el ELN. El liberal Alfonso López Michelsen (1974-1978), con invitaciones de parte del Estado para ofrecer al ELN garantías que ayudaran al proceso. El conservador Belisario Betancur (1982-1986) convocó un diálogo con los grupos alzados en armas y el ELN fue el más apático de todos.
En el gobierno de César Gaviria (1990-1994) las mesas de diálogo en Caracas, Venezuela y México tuvieron la participación de las Farc y el ELN. Todo terminó en nada y los menos interesados como siempre fueron los del ELN.
Así mismo, en el cuatrienio de Ernesto Samper y en los ocho de Álvaro Uribe hubo largos contactos individuales con esta guerrilla. Se llegaron a concretar, bajo Samper, en un encuentro con la sociedad civil en Maguncia (Alemania) y en la firma del “acuerdo de la puerta del cielo”. Luego, con Uribe en la Casa de Nariño se realizaron en 26 meses ciclos de conversaciones en La Habana, Cuba, en cuyo inicio jugaron un papel protagónico los gobiernos de México y de Venezuela.
La historia de diálogos sin resultados visibles nos evoca a una realidad que no contiene evasiones: este grupo guerrillero-comunista no tiene la más mínima intención de acabar con su sucia guerra y macabra historia de daño a nuestra amada patria. Colombia ha sufrido por años con estas guerrillas que han socavado sin más la tranquilidad de nuestra sociedad. De hecho, estas hoy han conformado grandes imperios de narcotráfico, escuadras urbanas de violencia y han llegado a nuestras universidades sembrando ideologías de odios de clases, guerras e inconformismo social.
La añoranza de tener una nación tranquila se ve perturbada por el terror que siembran en cada rincón de nuestro territorio. Para cerrar, todos estos antecedentes y el más reciente en la Escuela General de Bogotá confirman que ellos no quieren nada, que no respetan a los colombianos (es decir, sus compatriotas), que no les duele acabar con vidas inocentes. Estos grupos conformados por estas ideologías de izquierda, comunista, socialistas (todas llevan el mismo fin y se conforman bajo los mismos principios), quieren su guerra, aman su guerra y no les interesa dejar su sucio negocio aunque sea a costa de vidas buenas e inocentes. La historia nos confirma que al ELN no le interesa Colombia, no quieren la paz.
¡Muchas cosas por analizar!
