El Doctor Wasserman está perdido en la traducción

El Doctor Wasserman está perdido en la traducción

¿Qué tiene que ver el artículo Sabidurías Ancestrales, la ciencia es un método para que no nos engañemos con el rumor de sacar a la recién nombrada ministra del Ministerio de Ciencia y Tecnología?

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enero 27, 2020
El Doctor Wasserman está perdido en la traducción

En respuesta al artículo: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-wasserman/sabidurias-ancestrales-columna-de-moises-wasserman-452622

Para afrontar un cargo público como un ministerio, cargo de gestión y gerencia que da cimientos a una rama fundamental del país, se debe tener una hoja de vida impecable y alguna experiencia pertinente, pero ante todo es fundamental conocer y estar comprometido con la vitalidad del país. Esta va desde sus centros capitales hasta las costas y riberas de ríos y océanos que delimitan su territorio.

Hoy en los corredores de las academias, del congreso y de las redes se baraja la cabeza de la ministra Mabel Gisela Torres Torres quien lleva veinte días en su cargo, ha sido criticada por su “validez científica”, porque se posesionó en el departamento del Chocó, y porque reveló su postura en contra del fracking y el uso del glifosato.

Muchos se preguntan hoy por qué el gobierno la nombró, otros evalúan su hoja de vida para denunciar sus debilidades mas no sus fortalezas, con un empeño que de ninguna manera han mostrado ante la actual Ministra de Cultura o ante otros ministros para evaluar su idoneidad para desempeñar el cargo. El gobierno ha dicho que la recomendó la misión de “sabios”, pero hoy hay quiénes piden su cabeza.

¡Ah! ¿Y que tiene que ver que el artículo que publicó el doctor Wasserman el 16 de enero en el periódico El Tiempo quien NO nombra a la ministra en las 637 palabras de su artículo? La respuesta es Selvacéutica (selvaceutica.com), empresa que en su misión dice ser conocimiento ancestral y científico, fundada por la actual ministra de Ciencia y Tecnología en el departamento del Chocó; blanco es y gallina lo pone.

El columnista Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional y expresidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, ha escrito en su columna de El Tiempo un comentario sobre lo que él considera ciencia con el conocimiento ancestral que reivindica la ministra Torres. Dice Wasserman a los problemas que presenta esta segunda forma de conocimiento: “La sabiduría ancestral en este continente tiene más complicaciones por el hecho de que no había escritura. La tradición oral es un teléfono roto en el que el mensaje se va deformando a lo largo de las generaciones.”

¿De qué oralidad habla? ¿Qué tanto entendemos los profesionales del país sobre matemática, y qué tanto sabe un científico “occidental” sobre aquello que guarda una lengua indígena para configurar el mundo? ¿Será que el doctor Wasserman sabe macuna para comprender de qué habla? Al parecer, si lo ha intentado, al admirado doctor Wasserman está perdido en la traducción.

Somos muchos quienes no ejercemos ciencias exactas pues hemos decidido usar nuestro tiempo para crear espacios donde las ciencias occidentales hablen y piensen un mejor planeta de la mano de personas que comprenden saberes ancestrales exactos; buscamos que a lo largo del país estas personas y poblaciones puedan acceder a presupuestos suficientes dentro de las instituciones públicas, académicas y privadas para validar y preservar sus conocimientos, y que éstos no sigan siendo explotados por personas ajenas a su comunidad.

¿Por qué insisten algunos en homogenizar el conocimiento científico? No por ser occidental se sabe de ciencia occidental como no por ser nietos de abuelos indígenas o africanos se puede ser médico tradicional. Es decir, hay personas que pueden curar, que pueden prevenir enfermedades, que pueden proteger y abrir el camino; se trata de personas que atienden hoy a miles de pacientes por todo el país. Bastaría tan solo visitar el hospital de Mitú, o reconocer el trabajo de organizaciones colombianas como Sinergias, Trópenbos o Gaia para enterarse de lo que pueden hacer los saberes tradicionales. Pero ante todo, es urgente escuchar la voz de cientos de organizaciones de indígenas, afrodescendientes y campesinos que, con infinita paciencia, esperan un poco de respeto frente al conocimiento que el artículo de Wasserman sigue ocultando y rechazando, cuando estos saberes se encuentran por el país y sostiene el ánimo y la salud de tantos.

Permitámonos sorprendernos por aquello que no podemos controlar y reconozcamos los saberes diversos que habitan nuestro territorio colombiano como potentes articuladores en investigación en el país, como lo es el saber ancestral Hee Yaia Keti Oka - Conocimiento de los Jaguares de Yuruparí, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y la Humanidad reconocida por la UNESCO, que no es reconocido por el cándido sonido de sus instrumentos, o por la exquisita paleta de color del plumaje de la corona que usan en un dabukuri sino por la complejidad de su saber y conocimiento para comprender el manejo del cuerpo, de la selva y el planeta.

¿Será la medicina ancestral un engaño? Hace tres semana entrevisté a una partera afrodescendiente de 83 años que trajo a más de 2000 hijos a este mundo. Esa es la cifra que recuerda, pues los había registrado a todos en unos cuadernos que desaparecieron en la guerra. Orgullosa, nombra al actual alcalde de un municipio del Putumayo como uno de los hijos que ella ayudó a parir, y cuenta de los “cuidados” para “acomodar” a los bebés en el vientre que le piden cientos de mujeres que prefieren mil veces dejarse atender en su casa antes que en un hospital, no por falta de recursos sino por falta de confianza en un sistema que no cumple sus expectativas de vida. Le pregunté si algún nieto o hijo había recibido su saber y me dijo que ha intentado pero no ha sido posible pues que para hacer lo que ella hace hay que saber mucho y ser muy responsable. A esta mujer, que vive en uno de las inspecciones más peligrosas del Putumayo, ya hace 20 años una comisión de médicos la invitó a sentarse a trabajar conjuntamente, una experiencia que para ella fue gratificante pero insignificante pues dice no cambio en absoluto la salud pública de su territorio.

Cierro esta respuesta al artículo del doctor Wasserman con las palabras de un contemporáneo suyo, el antropólogo Stephen Hugh-Jones, Life Fellow de Kings College de la Universidad de Cambridge, un fragmento del libro La curación como tecnología*:

Los kumus del saber Hee Yaia Keti Oka Jaguares de Yuruparí están utilizando el universo, y sus casas en particular, como una forma de computador. En su pensamiento cargan y llenan la estructura y elementos de la casa con diferentes tipos de información y después utilizan la casa para recombinar los datos y “leer” los resultados. Esto contiene unas semejanzas notables con nuestra ciencia, se basa en proposiciones muy simples, algunas de las cuales son analógicas. Cuando hablamos de átomos las nombramos en términos de bolas pero de hecho sabemos que no son bolas.

Estas son analogías que nos permiten pensar y analizar que, y fundamentalmente en un nivel muy profundo, nuestro pensamiento y el pensamiento de ellos es bastante parecido. Desde el dogma científico, este conocimiento está basado en conocimiento ecológico de gran precisión, esta visión reconoce las relaciones ecológicas sistémicas entre los diferentes seres vivos. Pero hay una diferencia crucial y es eso. Si uno piensa en la analogía entre cuerpo, casa y cosmos, como una sola entidad, resulta que no puede haber o existir ningún tipo de separación entre la naturaleza y la cultura.

Tal vez, si Moisés Wasserman tiene tanta confianza en la ciencia y el conocimiento, debería enterarse primero de la complejidad y la profundidad de los saberes que ha despachado con tanta ligereza.
* Libro “Curación como tecnología” basado en entrevistas a sabedores de la Amazonía por Bárbara Santos del proyecto de investigación y tecnologías de IDARTES ISBN: 978-958-5487-62-8.

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