Cuando Petro empieza en su discurso a explicar como va a eliminar la desigualdad social en Colombia (luego de presentar su abstracto plan de Gobierno), pierde el hilo y se pone a hablar cosas propias del petrismo: por ejemplo, va aumentar la producción y para eso hay que hacer un reforma tributaria, no una inversión en los proyectos de producción que deberían existir desde las universidades.
Impuestos que hasta ahora no tocarán al mayor beneficiario de los resultados que promete esa reforma. Él dice textualmente que no es una utopía, obviamente comparándose con Escandinavia, Sudeste Asiático o Europa Occidental.
Maíz, volveremos a sembrar, dice, además de inversión y construcción de distritos de riego, va a proteger (imagino que de los TLC) esa producción. Todos los bienes de extinción de dominio se usarán para la producción campesina, los proyectos de las comunidades LGBTQ, de madres cabeza de hogar, de afros y todas esas comunidades etiquetadas por el progresismo del siglo XXI.
Pasa a cambio climático demostrando lo holístico de su largo discurso, todo en este gobierna tendrá su justificación... luego pasa a presentar a la ciencia cómo generadora de bienestar, lo que sugiere que el Ministerio de Ciencias será la hija consentida de este gobierno. Luego caemos en cuenta de que el discurso climático termina en la disputa sobre extinguir la economía petrolera que según por la lógica del extractivismo, destruirá una Selva amazónica que pierde terreno por monocultivos propios de las agroeconomías que él propone.
Sostiene que le va a cobrar a los países industriales toda la contaminación que arrojan a los pulmones del mundo y se los va a cobrar por libranza de la deuda externa; que luchará por todos y pasa a exaltar el cuadro diplomático que lo acompaña, dejando leer entre líneas que lamenta que Maduro no esté pero que Duque aún es el presidente y no pudo hacer nada, pero recordó sus clases de 4 grado o sus discursos en el M y pasó a hablar de Bolivar O Higgins, San Martin o alguno de esos próceres romantizados que él mismo dice que no los está romantizando.
Revive un sueño Bolivariano, de Iturbide y San Martin adaptándolo a la actualidad, pero no es otra cosa que el planteamiento de un imperio Americano que nunca será a menos que los gringos sean los que manden. Si se descuida el capitalismo salvaje puede terminar planteando fabricas de carros en Bucaramanga.
Pasa a recordar el mito del segundo himno más hermoso del mundo para empezar otra vez con el discurso populista de igualdad, de cesó la horrible noche, de que los negros mandarán en las Antillas y el pacifico, y hará que los chinos dejarán el racismos con los afros.
Balbucea una orden del M19: "¡Oficiales de Bolívar, descansen!", mientras la Espada de Bolívar robada al inicio de esta organización subversiva, hoy refleja en su hoja, la imagen de uno de sus miembros. Vuelve a sumergirse en el populismo y obtiene otra vez esa ovación que nos recuerda que somos nosotros los que definimos nuestro destino estatal. Termina (y digo termina, porque ya me aburrió) enumerando el mismo discurso que acaba de dar, resumiendo lo mismo que dijo en 10 puntos (más o menos), rebuscando más ovaciones en un frenesí de comparaciones con el hombre caimán, el manatí, la cumbia, y esos otros iconos que nos hacen olvidar que algo no cuadra en estos modelos políticos de progreso.
Qué les vaya bien en estos 4 años, bueno que nos vaya. Sigo escuchando y ya empezó otra vez a recordar que si todo sale mal es culpa de 200 años de gobiernos de derecha y que va a meter preso a todo el que se veía incluido en el "perdón social" –discurso cíclico– "volvió a empezar" a hablar de energías limpias, potencia mundial de la vida, "el planeta tierra es la casa común de los colombianos" (¿podemos movernos a USA sin visa?), la mujer campesina cabeza de hogar, microempresarios, vendedor de tintos.
En resumen, te digo, el discurso de Petro demuestra que los políticos aquí creen que le hablan a unos analfabetas. Finalmente unirá a Colombia (así cómo lo hace la Selección, supongo), cuenta lo que le dijo una niña Arahuaca en Español, demostrando lo importante de las lenguas nativas: gritos y ovaciones, no por el contenido, sino porque Petro está demostrando que a 3 días de su posesión no se reunió con el Rey de España sino con una niña Arahuaca que hablaba español, y promete a los niños "una segunda oportunidad" (imagino que la primera la perdieron por nacer aquí).
Discurso recargado de populismo y terminado como aquel que se da cuenta que está hablando mucha paja y la gente se está aburriendo, no terminó para nada parecido a "Me llamo Gustavo Petro y su soy su presidente" el día de las elecciones: te lo dijo #ProfeBolche