Este mes se abre al público una interesante exposición de cerámica escultórica de Dora de Germán Ribón en la Galería Sextante de Bogotá.
Tenemos que pensar primero en la arcilla que tiene en su mundo el poder mágico y misterioso de sobrevivir innumerables leyendas de la historias de las etapas del desarrollo del hombre porque en su tratamiento y conocimiento, guarda una relación íntima con el orden del mundo.
Este curioso e inmortal material despertó en Dora de Germán Ribón una enorme inquietud sensible, mientras en 1986, tuvo el privilegio de caminar entre los guerreros y caballos Terracota del emperador Zhao Zheng de Qin —unificador de China— que había mandado a realizar su ejército para reinar en el Más Allá y, mientras tanto, que también fueran los guardianes de su tumba en Xian, en la provincia de Shanaxi. Entre ese mundo de figuras de tamaño natural, entre esa variedad infinita de interpretaciones acerca de la existencia, entre la retórica de la guerra o la sabiduría que confina con la locura están esos trabajos sublimes en los que Dora de Germán Ribón encontró que el material del que estaban hechos, pernoctaba el silencio de los siglos y la expresión de un material sólido que, en sí mismo frágil, estaba hecho para la inmortalidad.
La arcilla contiene metales que para manejar la expresividad necesita humedad para moldearlo y fuego para su firmeza, así reúne los elementos de la naturaleza para concretar la forma que, además requiere de procesos: cantidades minuciosas de químicos con los que se logra el color deseado, un control exacto de la temperatura para que las sombras de humo se adhieran a sus sutiles atmósferas, el torno para que las formas tengan la apariencia sutil y rugosa del volumen y para que del horno queden los rasgos de la arbitrariedad del azar, como puede ser el resultado de una superficie limpia y lisa o el quiebre de una textura rústica.
Cuando le pregunto a la artista sobre primera condición de su inspiración, me desconcierta la respuesta inmediata porque dice que ella es agua y sí, todo el trabajo empezó realizando abstracciones de caracoles y conchas. Así el mundo de la cerámica de frases poéticas y atmósferas rituales comenzó con su fascinación por el mundo marino que de alguna forma, hoy sus piezas traducen las formas en donde la búsqueda del espiral como afirmación de una geometría sensual, busca la condición del infinito.
Las piezas tienen la versatilidad de una forma dúctil, que se maneja en formas aparentemente cerradas. Aparente porque son piezas que se complementan en sus múltiples lecturas. En el proceso creativo aparecen situaciones que permiten pensar que el color depende de gramos químicos. Una mezcla de esmaltes como puede ser un óxido de cobre, o un dióxido de titanio, o carboncillo de cobalto, son minerales que con el fuego se adhieren a la forma en donde dejan sus rastros de textura que conjuga el humo de las atmósferas de la tierra.
Dora de Germán Ribón tiene la conciencia ecológica como brújula, la denuncia formal al no respeto por la naturaleza, a la irreverencia del hombre y su progreso, al menosprecio de la riqueza por el mar, deja la huella visible de lo que termina en el ocaso de un vivo coral rojo de piedra.