No cabe ninguna duda que Aída Victoria Merlano es inteligente y muy sagaz. Tiene verbo y desparpajo. Ha sabido sacarle provecho a su figuración mediática y ya tiene su puesto en las redes sociales. Pero esa inteligencia que ha exhibido, tiene un problema: la puede traicionar y, de paso, llevarla por caminos sinuosos que más tarde podría lamentar. Lo terrible es que ella es consciente de sus habilidades pero transita deliberadamente sobre un piso enjabonado que mañana le pasará factura.
Para comenzar, la revista SoHo, que se presenta como una publicación para hombres, y que atenta contra el valor de las mujeres, pero que las feministas no condenan, porque sus directores han sido miembros activos del progresismo liberal, ya la empelotó. Como algo natural, o “artístico”, como suelen llamar a ese tipo de fotos los jinetes que luchan (supuestamente ) contra la pacatería. Y como hay que ir más lejos, toda vez que la comunidad ansiosa de las redes sociales exige más y más, los medios la interrogaron sobre sus tendencias sexuales, y sabiendo ella que el tema calienta y recalienta a nuestra moderna sociedad, fue explícita y muy sobradora en sus comentarios. Hasta habló sobre la posibilidad de hacer una película porno. Pues bien, aumentaron sus seguidores, y el síndrome de Esperanza Gomez, que se pasea con un seductor anzuelo de oropel, ya tiene una candidata más. Ella misma dijo que si es por una buena suma de dinero, lo consideraría. Mejor dicho, se está encontrando el hambre con la comida, mucho más ahora ahora que papá Julio (Gerlein) se negó a subvencionar su vida de diva. No estamos at decíamos cuando éramos niños en el juego de las bolitas uñitas: “Antes de tomar esa decisión, sería bueno que leyera los testimonios de reconocidas exchicas pornos que vienen denunciando el maltrato, la humillación y la vida alcantarillesca que viven esas pobres actrices.
No hay seducciones más afrodisíacas para un joven que la fama y el dinero, pero por encima de todo, el reconocimiento mediático, ese nuevo manjar vestido de luz que las redes han elevado como el nuevo termómetro del éxito.
Cuando el joven es inteligente y temerario, y no sabe administrar esos talentos con sabiduría, va por la vida como las vacas locas que llevan en sus cuernos mechones de candela corriendo de un lugar a otro sin saber cuándo termina la feria. La inteligencia no es un don perfecto, pero está sujeta a perfección, y si esto último no se trabaja, puede llevar al ser humano a la gloria o a la miseria. Por eso es importante a tan temprana edad, y más aún en la juventud, tener un buen consejero, un buen maestro y unos buenos padres.
Como decía el gran poeta, Rubén Darío: ¡Juventud, divino tesoro! Pero como dice la Biblia: He aquí que he puesto ante vosotros hoy la vida y el bien, la muerte y el mal ... (¡Elegid la vida!”) Deuteronomio 30:15
