Primero fue Leopoldo López y la semana pasada el turno le correspondió a Antonio Ledezma. Todo es cuestión de tiempo para que corran igual suerte, entre otros, María Corina Machado y Julio Borges. ¿Y por qué no Lilian Tintori?
Gobiernos del tipo de Nicolás Maduro en Venezuela no respetan ni se miden en gastos. El único que estará a salvo será, tal vez, Henrique Capriles, que no salió “ni chicha ni limoná” ni le importó que le ocurrieran ciertos pequeños contratiempos fraudulentos en las últimas elecciones presidenciales.
A Ledezma le hemos escuchado entrevistas y no me cabe la menor duda de que es el líder por excelencia de la oposición venezolana, tan escasa desde hace años de hombres y mujeres de peso. Ledezma reúne valentía y capacidad intelectual. En un par de minutos hace una radiografía de la política de su país y en instantes explica con la mayor destreza por qué la economía venezolana no tiene salvación.
A Ledezma se le acusa de estar detrás de un golpe de Estado para tumbar a Maduro, una mentira catedralicia porque, la verdad, ese hombre no tiene para dónde caerse: sucede simple y llanamente que a ciertos militares venezolanos les conviene tenerlo allí para que no los vayan a extraditar a Estados Unidos por cargos de narcotráfico (para muestra un botón: el Pollo Carvajal).
Lo mismo sucede con Diosdado Cabello, quien al decir de uno de sus hombres de seguridad que hace poco se entregó a la justicia norteamericana es un capo de capos. De lo que sí está muy bien nuestro compatriota —muchos alegan, papeles en mano, que Maduro realmente es colombiano— es de vecinos. Es íntimo de tres lumbreras de la intelectualidad latinoamericana: Cristina Fernández de Kirchner (primero las damas), Daniel Ortega y Evo Morales. Y, claro, Maduro es el alumno más aventajado de los Castro.
Ya lo habíamos dicho hace un mes que este personaje resultó peor que su mentor Hugo Chávez. Con el fallecido presidente bolivariano hasta se podía hablar y hasta simpático era a veces. Con Maduro no. Es más, las pocas veces que se nota receptivo nos sale con cosas como que debe haber igualdad entre hombres y "hombras" o que a él le gusta montar en caballos y "caballas".
Además Maduro tiene como gran ventaja que Barack Obama no asusta a nadie, ni en Estados Unidos ni allende sus fronteras. Al gobierno venezolano no le preocupan eventuales medidas de la Casa Blanca. Y no le preocupan porque simplemente no van a llegar nunca, excepto unas listas ridículas en las que aparecen unos funcionarios venezolanos como corruptos y violadores de los derechos humanos.
El futuro de Venezuela no se ve ni oscuro ni negro. Simplemente no se ve porque el poder se lo tomaron a la brava un grupito de personajes que son capaces de hacer lo que esté a su alcance con la tal de no salir de Miraflores. Eso se lo aprendieron a Chávez y a dos jovencitos de nombres Fidel y Raúl. La OEA, Mercosur y demás por ningún lado…
Antonio Ledezma está en la cárcel y, para tristeza de los demócratas del mundo, de allí no creo que salga pronto. Por ejemplo, Leopoldo López pensó que su aventura en prisión sería corta. La semana pasada ajustó un año y a cada momento sus condiciones de reclusión son más complicadas e inhumanas. Recientemente le dijo a RCN Televisión que en el calabozo donde está le han tirado excrementos humanos. La comida no es apta ni para animales. Escasamente lo pueden ver sus familiares. Está incomunicado. Por las noches tiene que cerrar su celda con un candado para que ciertos esbirros no vayan a atentar contra su vida.
Pero tanto López como Ledezma tienen mucho por qué luchar. Un país entero los espera. No tengo duda de que cuando cese la horrible noche cualquiera de los dos será el próximo presidente de Venezuela. Además, cómo no luchar por dos mujeres como las que tienen estos dos presos políticos. Aquí en Colombia recién supimos de doña Mitzy, la esposa de Ledezma. ¡Qué mujer tan valiente y digna!
Lilian Tintori de López, en tanto, ya es toda una celebridad mundial. Gracias a ella el mundo no se olvidó de su esposo. Ella ha mantenido la llama encendida para que la democracia y la justicia vuelvan a su país. No se me haría raro ver en el futuro a esta mujer en las más altas dignidades del poder venezolano.
PD. Cuánto nos alegramos cuando una empresa sale adelante, genera empleos y obtiene ganancias. Pero qué chocante resulta que tales éxitos se obtengan a costilla del tiempo de los demás, como ocurre con el restaurante El Tambor, en las afueras de Bogotá. Quien va un domingo de Bogotá hacia La Calera, Sopó o Guasca tiene que soportar un trancón de proporciones monumentales a la altura del embalse de San Rafael, por cuenta de la acción de estos desvergonzados, que controlan el tráfico según su conveniencia como si todos los de la fila fueran para allá, o si la vía fuera de ellos; y ¡hasta se tomaron la berma para parquear vehículos de sus clientes! Esto ocurre incluso en presencia de la policía de carreteras, como se verifica en estas fotos de hace dos días. Coronel Saulo López, Comandante de la Policía de Carreteras de Cundinamarca: ¿Hasta cuándo?
