Las razones por las que le dieron el Nobel a Santos

Las razones por las que le dieron el Nobel a Santos

La presindenta del comité noruego del premio, Kaci Kullmann, explicó en este discurso porque el Presidente de Colombia fue el escogido

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diciembre 10, 2016
Las razones por las que le dieron el Nobel a Santos
Foto: EFE/MAURICIO DUENAS CASTAÑEDA

El Comité Noruego del Nobel ha decidido dar el premio Nobel de la Paz de 2016 al Presidente de Colombia Juan Manuel Santos por sus esfuerzos resolutos y valientes para poner fin a la guerra civil del país de más de 50 años de duración.

El premio va destinado al presidente Santos únicamente, pero también se debe entender como un tributo al pueblo colombiano – un pueblo que a pesar de grandes penurias e innumerables abusos nunca ha perdido la esperanza de una paz justa. Hay muchas partes que han contribuido al proceso de la paz de diferentes maneras y que merecen nuestro agradecimiento y homenaje el día de hoy, entre ellos los negociadores, facilitadores, diplomáticos, políticos incansables y obviamente los líderes de ambos lados del conflicto. Nuestro tributo corresponde más que todo a los representantes de las víctimas de la guerra civil, de las cuales varios están presentes hoy día. Ellos cargan sus propias historias doloridas y son además capaces de representar a las demás víctimas. Saludamos a todas estas personas intrépidas y les agradecemos en reverencia.

El conflicto armado entre las autoridades de Colombia, los grupos guerrilleros revolucionarios de las FARC y del ELN además de diferentes grupos paramilitares es la guerra civil de nuestro tiempo de más larga duración. Los costos humanos y materiales del conflicto son casi inconcebibles y son difíciles de calcular. Los números solamente nos pueden dar una idea vaga, aunque horrorosa de la envergadura de los sufrimientos y de cómo la guerra ha caracterizado la vida de varias generaciones de colombianos todos los días.

Desde que irrumpieron las primeras confrontaciones militares en mayo de 1964 y hasta que el cese fuego bilateral entró en vigor este verano, más de 220 000 colombianos han perdido la vida como consecuencia directa del conflicto. Cuatro de cinco de los asesinados han sido civiles no beligerantes. Además algo entre cinco y siete millones de colombianos han sido forzados a refugiarse – de los cuales muchos más tarde han vivido como “habitantes desplazados” dentro en su propio país.

Un informe detallado de investigación fue presentado por el Centro Nacional de la Memoria Histórica de Colombia en 2013. Muestra que desde el inicio de los años 1980 han tenido lugar cerca de 2.000 masacres de civiles en Colombia. Más de 1.000 de estos asesinatos masivos habrían sido ejecutados por grupos paramilitares luchando contra los insurgentes, cerca de 350 por las guerrillas de las FARC o del ELN y cerca de 300 por las fuerzas de seguridad colombianas. Por su parte, la guerrilla beligerante estaba detrás de la mayoría de los muchos secuestros que aterrorizaron la sociedad colombiana desde 1995 hasta 2005.

Durante aquel decenio ocurrieron en promedio un nuevo secuestro cada 8 horas. La guerrilla utilizó los secuestros y el tráfico de droga cada vez más expandido para financiar su guerra. Desde hace mucho tiempo Colombia es el productor de cocaína más grande del mundo. Las consecuencias sociales y de salud del tráfico de droga es una tragedia en sí, con consecuencias mucho más allá de las fronteras de Colombia.

Ahora parece que finalmente este conflicto cruel pronto va a pertenecer al pasado.

Señor Presidente: Usted tomó la iniciativa para las negociaciones que resultaron en el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC más temprano este otoño. Esta fue una iniciativa que requirió coraje político considerable y gran perseverancia. La iniciativa de fundamentaba en una convicción de que las negociaciones eran el único camino a tomar para crear un mejor futuro para su pueblo. Después de que se dijo no al acuerdo en un plebiscito el 2 de octubre con una mayoría pequeña, usted declaró que no iba a renunciar, pero que iba a seguir trabajando con todas sus fuerzas para terminar la guerra civil. Usted se dio cuenta, como muchos otros, de que el pueblo colombiano no había votado no a la paz, pero al acuerdo que les fue presentado. En esta situación crítica Usted invitó a un amplio diálogo nacional con miras a alcanzar un acuerdo que también podía obtener el apoyo de los críticos. El acuerdo ya se ha renegociado. Aunque el segundo acuerdo también ha sido objeto de críticas, varios de los puntos polémicos del primer acuerdo se han cambiado y se han hecho las bases para un compromiso nacional histórico. Usted ha sido promotor durante todo este proceso de paz.

Señor Presidente, cuando se conoció el resultado del plebiscito, muchos observadores opinaron que sería demasiado temprano darle el Premio Nobel de la Pazo este año. Recomendaron más bien al Comité del Nobel esperar un año para ver si el proceso de paz realmente logra crear la paz. Sin embargo, el comité lo vio de manera diferente. En nuestra opinión no teníamos ningún tiempo para perder.

Todo lo contrario, el proceso de la paz se encontraba en un peligro inminente de fracasar y necesitaba todo el apoyo internacional que podía recibir. Además estábamos nosotros completamente convencidos de que Usted, Sr. Presidente, siendo el líder más elevado de Colombia, tenía que ser el que haría avanzar el proceso de paz. El desarrollo en las semanas que han pasado desde el anuncio del Premio de Paz del año en curso de ninguna manera ha debilitado nuestra convicción en este punto.

Al darle el Premio Nobel de la Paz de 2016 al Presidente Juan Manuel Santos, el Comité Noruego del Nobel ha deseado alentarle a él y a todos los que trabajan para obtener paz, reconciliación y justicia en Colombia a no rendirse. Los compromisos políticos rara vez son perfectos en su equilibro. Los acuerdos de paz son especialmente difíciles de equilibrar. Sin embargo es nuestra esperanza fervorosa que el acuerdo renegociado que ya se ha firmado por las partes y ha sido ratificado por el Congreso, represente una solución que le pueda dar al pueblo de Colombia paz y desarrollo positivo.

Señor Presidente, después del plebiscito usted subrayó que iba a seguir trabajando por la paz hasta su último día en el cargo “porque es la manera para dejarle un mejor país a nuestros hijos”. Niños menores de 15 años constituyen el 23 por ciento de la población de Colombia, es decir más de 11 millones de personas. Alumbrar una esperanza en estos 11 millones de pares de ojos infantiles y en las personas cercanas a ellos sería la inversión mejor pensada con miras a un futuro pacífico para su pueblo.

Señoras y señores, la historia del Premio de la Paz muestra que existen muchos caminos hacia la paz. Con el Premio de Paz del año en curso al Presidente Juan Manuel Santos el Comité Noruego del Nobel desea rendir homenaje a él y a todos los que han contribuido a delinear lo que podemos llamar el camino colombiano hacia la paz.

El proceso de paz en Colombia tiene tres características claras que pueden servir como inspiración para procesos parecidos en otros países.

Una es la voluntad de ver y reconocer los hechos incómodos y dolorosos para dar las bases para una reconciliación nacional. Durante demasiado tiempo los recuerdos de las víctimas de abusos, asesinatos y delitos fueron o bien un tabú – o una fuente adicional de contienda y enemistad entre las partes. El deseo creciente de paz en la población nunca podría haber hecho realidad sin romper este círculo vicioso. Dos pasos importantes en la dirección correcta se tomaron con la creación del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia y la publicación del informe de investigación “Basta Ya” de este centro en 2013 – que en detalle documentaba la envergadura de las atrocidades de la guerra civil.

Señor Presidente, cuando le entregaron el informe, usted expresó que representaba “una primera ventana hacia la verdad que les debemos a las víctimas de este país”.

La segunda característica de la vía colombiana hacia la paz es la colaboración de las víctimas y de sus representantes. Las negociaciones entre el Gobierno y las FARC han sido precursores al dar a los representantes de las víctimas la posibilidad a atestiguar sobre sus historias horrendas con la presencia de las partes – y a confrontar a los abusadores de todos los lados del conflicto. Inspirados de entre otros el proceso de paz y reconciliación llevado a cabo en Sur-África, las partes han reconocido que una paz duradera debe cuidar de los derechos y dignidad de las víctimas y adecuar para que la verdad salga a la luz y que los perpetradores se hagan responsables y admiten su culpabilidad.

En relación con lo mismo deseo hacer honor al líder de la guerrilla de las FARC Rodrigo Londoño por haber lamentado tan claramente y sin reserva los padecimientos que las FARC han causado a la población civil y ha pedido el perdón del pueblo colombiano. Este es un ejemplo a seguir.

La tercera característica de este proceso de paz es que las partes han sido condescendientes a los críticos al invitar a un amplio diálogo nacional. Eso trata especialmente del tiempo después del plebiscito, cuando el presidente Santos tendió la mano a los que habían dicho no, al mismo tiempo que el líder de la guerrilla de las FARC aseguró que las FARC iban a seguir las negociaciones y ”usar solamente las palabras como armas de construcción hacia el futuro”.

Me atrevo a creer que esto nos cuenta que el proceso nacional de reconciliación ya está bien iniciado. Sin embargo, falta un largo camino por recorrer. Después de más de 50 años con un conflicto amargo, uno no puede esperar obtener reconciliación auténtica de la noche a la mañana. El superar la desconfianza profunda y el sentimiento de estar excluido es una tarea formidable. Por lo tanto invitamos a todos los colombianos a seguir el diálogo nacional y seguir en el camino hacia la reconciliación.

Damas y caballeros, el testamento de Alfred Nobel se refiere a tres tipos de trabajo de paz diferentes que pueden calificar para el premio Nobel de la Paz: la contribución a la fraternidad entre los pueblos, la abolición o reducción de los ejércitos existentes o la celebración y promoción de congresos de paz. En el premio de paz del año en curso entran todas estas formas de trabajo de paz.

El proceso de paz ya ha contribuido a la fraternidad entre diferentes grupos de gentes de Colombia. La guerra civil también ha sido una fuente de tensión entre Colombia y otros países de la región. Si se termina para siempre la guerra civil, esto podrá fortalecer la fraternidad de los pueblos a través de las fronteras nacionales del continente americano.

El premio de la paz de este año trata también en un alto grado de la abolición o reducción de los ejércitos existentes, es decir el desarme y control de armas. Se va a hacer el desarme de cerca de 7000 soldados de las FARC. La entrega y destrucción de las armas ocurrirán bajo la vigilancia de la ONU. Es de esperar que un desarme de la guerrilla del ELN basado en un acuerdo también se logrará pronto. Aunque el desarme hasta el presente primero que todo trata de la guerrilla de las FARC, es la esperanza del Comité que el acuerdo de paz también hará posible para Colombia reducir sus gastos militares y al hacerlo liberar recursos económicos que se pueden emplear para construir paz y bienestar en la sociedad colombiana.

Y finalmente: las deliberaciones largas e intensas que el Gobierno colombiano ha tenido con la guerrilla de las FARC y los representantes de las víctimas con la asistencia de facilitadores internacionales como Cuba y Noruega, de muchas maneras han funcionado como un congreso nacional de paz continuo.

Por lo tanto el premio de paz al presidente Santos llena en sumo grado los criterios y cumplen con el espíritu del testamento de Alfred Nobel.

El conflicto de más de 50 años de Colombia es complejo y el país está enfrentando una serie de grandes problemas que se tienen que solucionar. Esto tomará tiempo, pero es más importante todavía iniciar pronto. Solamente a través de la paz va a ser posible darle prioridad a la educación y otras medidas importantes que pueden asegurarle al país un desarrollo positivo y sostenible. Es la esperanza del Comité del Nobel que el pueblo de Colombia en los años venideros coseche los frutos del proceso de paz y reconciliación en curso de tal manera que el país pueda enfrentar con plena fuerza los grandes retos como la pobreza, la injusticia social y la delincuencia de la droga.

Señor Presidente: al otorgarle el premio de paz de este año, el Comité del Nobel no solamente desea celebrar los resultados ya obtenidos a través del proceso de paz, pero igualmente desea fortalecerle a usted y a las personas en su alrededor en la situación tan exigente que surgió después del plebiscito. Es con alivio y satisfacción que hoy día podemos constatar que su ambición expresada de poder viajar a Oslo con un nuevo acuerdo de paz en el equipaje, se ha cumplido. Tal vez la adjudicación del Premio Nobel de la Paz ha contribuido positivamente para darle a usted y al proceso de paz un poco de empuje adicional en estas semanas críticas. Es además la esperanza del Comité de que sea una inspiración para todos los colombianos cuando ahora inician la implementación del acuerdo y construyan una paz duradera y justa.

Damas y caballeros, es demasiado requerir el perdón de las atrocidades y padecimientos de la envergadura que hemos visto en Colombia. Nadie le puede pedir a una víctima que él o ella perdone a su perpetrador. Pero al dejar las memorias abiertas, al dejar que tanto las víctimas como los perpetradores cuenten sus historias, también se dan las bases para la reconciliación. Es eso que podemos denominar “el trabajo de la memoria”. Es un proceso doloroso, pero puede hacer posible dejar lo malo atrás y construir un mejor futuro en comunidad.

El diploma del premio Nobel de este año, que tienen retratado en el programa delante suyo, trata justamente de esto: “El motivo puede parecer ser un beso” ha contado el artista Willibald Stron, “pero para mí la imagen trata del perdón”.

Déjenme al final citar a otro ganador del Premio Nobel, el obispo Desmond Tutu, que ha expresado esto de una manera que entra directamente en la situación actual de Colombia: “Perdonar y ser reconciliado con nuestros enemigos o con nuestros seres queridos no trata de pretender que las cosas sean diferentes de lo que son… La verdadera reconciliación expone el horror, el abuso, el sufrimiento, la verdad… Es arriesgado emprenderlo, pero al final vale la pena, porque al final solamente una confrontación honesta con la realidad puede traer curación verdadera”.

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