La lucha de hace décadas de aquellos que pertenecen a la comunidad LGTBI o defienden la diversidad de género ha causado grandes cambios en nuestra sociedad. Hoy es más que evidente la disminución de la visión conservadora que predominaba la cultura, la legislación y el camino de los gobiernos en cuanto a la flexibilización de las normas de convivencia, el respeto por la diversidad y el empoderamiento del género femenino en diferentes campos laborales, familiares y políticos, aunque aún queda camino por queda por recorrer.
Las comunidades LGTBI pueden sentirse orgullosas de todo lo que en estos años han logrado, sin embargo parece ser que su enfoque comienza a ser tergiversado y lo que antes era una lucha honrosa y sincera por la aceptación y el respeto por la libertad de expresión o elección sexual y amorosa, empieza a convertirse en un juego de adolescentes que en medio de sus crisis de identidad se asumen como homosexuales, apoyados por la propaganda mediática, la necesidad de sobresalir y pertenecer al grupo social de moda y algunas secuelas emocionales.
La homosexualidad no es una elección, pero al parecer muchas personas actualmente optan por ella, ignorando cualquier correlato biológico. Tal como ha sucedido en épocas pasadas con otras comunidades, los homosexuales contemporáneos se asemejan más a una nueva tribu urbana que a una condición intrínseca del ser humano, con características típicas de las tribus como vestimenta, cortes de cabello, accesorios, jerga, pensamiento y discurso propio, que, aunque se diferencia del de aquellos que no pertenecen a su grupo, cada vez es más similar entre ellos.
Confundiendo términos como diversidad y equidad, hay grupos que se han dedicado a homosexualizar sus discursos, exponiéndole a sus miembros un arsenal de ideas que degradan el valor del género opuesto, tratando de moldear y agregar al grupo de confundidos uno más, mientras las personas abrumadas de tantas evidencias de atrocidades y víctimas de uno que otro desamor empiezan a sentirse un poco homosexuales, un poco parte del grupo y así como en los experimentos de Solomon Asch, la presión social ha hecho que se tome una decisión sin pensar mucho en si es cierta o no.
Mientras los “mandatos” homosexuales se venden en las redes sociales, colectivos feministas y marchas como un discurso de liberación, la verdad es que cada vez se encuentran mas encerrados y encuadrados en un estilo de vida que se ha convertido en mainstream y que, así como ha pasado con los emos o hipsters, pronto pasará de moda y solo quedarán aquellos que sociológica y fisiológicamente sienten y han sentido atracción de maneras diversas naturalmente, esos mismos que tendrán que ponerse en marcha para aclarar sus preceptos y los factores que influyen en ellos, de cara a que esa difícil lucha que han llevado por su aceptación y posición en la sociedad no se convierta en un mal chiste de adolescentes enterrado en el pasado.
