Ni siquiera han pedido perdón por la atrocidad que cometieron porque están esperando la manipulación de los hechos de parte de los que investigan. Eso da una mala imagen porque creen que su actuar está bajo la ley, incumpliendo la misma constitución y yendo en contra de los fines con los que fue creada la policía: proteger a la población civil.
Sus miembros lo único que hacen es proteger los bienes de la élite oligarca o de quienes detentan el poder momentáneo para favorecerse entre ellos. Es la población civil la que de verdad paga los impuestos para que ellos tengan su sueldo, aun así la gran mayoría de policías arremeter contra esta, que por cierto está cansada de tantos abusos, violaciones a los derechos y muertes.
Si la gente protesta es porque el ejecutivo no hace valer nuestros derechos, ni brinda las garantías necesarias para llevarlos a cabo, todo por la maldita corrupción, frente a la cual la misma institución está inmersa hasta los tuétanos. Los CAI ya no son centros de protección sino centros de tortura y de remate de la gente de bien.
No obstante, la única respuesta de parte del gobierno criminal que tenemos es la compra de armas y tanquetas, y la orden de golpear y disparar ante cualquier protesta... porque aquellos son vándalos inútiles a la sociedad, no sabiendo que los verdaderos terroristas están en la cabeza del Estado mayor. Ellos benefician a quienes los pusieron de forma fraudulenta, no importándoles un carajo la vida de nuestro jóvenes y de muchos ciudadanos de bien.
¿Entonces cómo no protestar ante los maltratos físicos, la impunidad y las reformas que perjudican a nuestro pueblo, mientras que a la población de a pie sí la clavan con más y más impuestos (hasta ahogarnos y sofocarnos por el día a día, y dejándonos con menos oportunidades para sobrevivir? Pues bien, la solución es derrocarlos democráticamente y ser vigilantes de los comportamientos ajenos a salvaguardar la vida, la honra y la libertad de los ciudadanos de bien.
Muy contrario a las líneas de las estrofas de nuestro himno nacional, todavía no ha cesado la horrible noche, ni hemos comprendido las palabras del que murió en la cruz. De hecho, todavía vivimos en surcos de dolores. Además, hambriento el pueblo lucha por sobrevivir, mientras la virgen sigue arrancándose sus cabellos por la desesperación y la angustia de llevarles a sus hijos el pan de cada día y de verlos crecer vivos.
Sin embargo, centauros indomables de estudiantes llenos de justicia se lanzan a las calles con toda libertad para lograr la victoria. Su única arma es la inteligencia y su varonil aliento les sirve de escudo contra toda clase de injusticias y de imposición. Que la constelación de cíclopes siga iluminando las noches de esta patria que se transforma y en donde empieza a presentirse el fin de esta epopeya con este narcoestado colombiano.
Deber antes que vida nos demostró Dilan Cruz y otros jóvenes que dieron su existencia en la lucha por la justicia; pero no es completa gloria vencer en la batalla si el brazo que lo anima no está lleno de verdad, justicia y libertad.