A nuestra llegada nos recibe Jaime Salazar, quien está almorzando con sus compañeros de travesía. Nos tomamos un café para calentar el espíritu y, sin darnos un segundo, Jaime empieza a contarnos los antecedentes de este proyecto que, aclara desde el comienzo, no es iniciativa de él y su compañeros, están implicadas muchas personas que, a partir de un cabildo abierto convocado por la propia comunidad, hicieron escuchar su voz: No a la creación de un relleno sanitario regional en El Regalo. Este es un ejemplo de veeduría ciudadana.
Jaime se sonríe cuando nos dice: “Daniel Manrique, abogado, fue nuestro superhéroe, con él hicimos cientos de tutelas y derechos de petición al Ministerio del Medio Ambiente, a Corpoguavio y a la Alcaldía de Guasca. Al final, ganamos y decidieron parar el proceso. También nos ayudó mucho el antropólogo Jorge Dandler”. Y continúa: “No puede ser que a 800 metros de un embalse del que toma agua un porcentaje importante de los bogotanos se piense hacer un relleno”.
Y así contado, pensamos que el sentido común falla, ¿cómo pudimos pensar en construir un relleno cerca a fuentes hídricas? Además, empezamos a sentir vergüenza de no habernos enterado de este proceso, de no haber ido al cabildo, de no aportar nuestra voz para esta lucha.
A la pregunta por el nombre, nos cuentan que no saben de dónde viene, pero que le pega muy bien: El Regalo nos cuida a todos.