La Comisión Corográfica (1850-1859) en la que participó Agustín Codazzi encarnó la expresión de la nacionalidad republicana colombiana que intentaba nacionalizar su entidad histórica, social y geográfica, a diferencia de la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada de José Celestino Mutis que representó el pensamiento del despotismo americano y se atuvo al estrecho plan botánico y naturalista.
La Comisión requirió de un complejo trabajo interdisciplinario que conectó los mapas y las descripciones de las provincias realizadas por el coronel Codazzi; los relatos de las expediciones con anotaciones y reflexiones sobre economía política, historia social, etnología y sociología, a cargo de Manuel Ancízar y de su sucesor, Santiago Pérez, los trabajos botánicos llevados a cabo por José Jerónimo Triana y finalmente, pero no menos importante, el testimonio visual del recorrido que fue representado en una serie muy completa de acuarelas, elaborado por Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel María Paz.
En conjunto, la labor realizada por estos hombres se inscribe en el proyecto político que debía consolidarse después de la independencia y pacificación en el territorio granadino: el fortalecimiento de una Comunidad Imaginada. En palabras de Benedict Anderson una “comunidad política imaginada, […] incoherente y limitada.” La existencia de una fraternidad y sentimientos comunes, permitía a los miembros de los nacientes Estado-nación considerar (imaginar) su pertenencia a la misma, a la par que se definían los procesos identitarios. Consolidar el proyecto de nación era necesario, y por ello, conocer en profundidad el territorio, su gente, costumbres y recursos naturales, eran requisitos primordiales.
Por esto resulta extraño que Agustín Codazzi haya sido más recordado por su labor cartográfica en la República de la Gran Colombia, que por su posición política frente a las nacientes repúblicas americanas del siglo XIX. Este último aspecto era para el ingeniero, cartógrafo y militar italiano, mucho más inquietante, ya que provenía de un contexto donde el absolutismo permeaba fuertemente el continente europeo bajo las Guerras Napoleónicas (1803-1815). Por esto los procesos de independencia americanos debieron serle muy atractivos, dado que paralelos a estos, ocurría el proceso de unificación y nacionalismo del Risorgimento italiano, gracias a la pavor de Giuseppe Mazzini. Todos estos aspectos son claves para entender la posición de Codazzi en el Nuevo Mundo, en un punto que España era incapaz de sostener sus colonias americanas, en parte por las ideas ilustradas sobre el Estado-nación y la Independencia de las 13 colonias de Gran Bretaña.
Codazzi y la política no pueden ser factores aislados, especialmente si consideramos sus memorias como parte de las obras inscritas en la historia patria, tanto por su condición emotiva que inspiró en los patriotas el deseo ardiente de dar a conocer las glorias y los sacrificios de los héroes de independencia, como por su objetivo de sembrar el amor y el orgullo patriótico a través de la narración y la difusión de sus gestas.
Codazzi insistía también en que el proceso de invasión y conquista del Virreinato de la Nueva Granada por parte de Simón Bolívar, más allá del factor heroico resalta como máximo objetivo de la guerra el factor nacional por el cual se pasaban todo tipo de penurias. Igualmente, las formas de pensar y representar el pasado vistas en Codazzi indican que los acontecimientos presentados en el texto son elementos integradores de una memoria común, con alto valor político que exaltan la gloria de la patria y del hombre inserto en sociedad. A su vez, surgen elementos simbólicos y propagandísticos producto de sucesos como la Batalla de Boyacá, que en la narrativa de Codazzi deslumbran una posición negativa respecto al pasado inmediato de las repúblicas: la represión española y el antiguo régimen, por el cual Santander proclamaba el derecho de los americanos a sacudir el yugo español, excitando los ánimos para que todos tomaran las armas y se unieran a sus hermanos en pro de la salvación común, observando que de todas partes los granadinos corrían bajo las banderas de Bolívar.