¿Agualongo o Bolívar? A propósito de la Navidad Negra en Pasto

¿Agualongo o Bolívar? A propósito de la Navidad Negra en Pasto

El debate va más allá de estos personajes, se trata de cerrar una herida que aún sangra, de incorporarnos civilizadamente a una patria que aún continua viéndonos como raros

Por: Pablo Emilio Obando Acosta
febrero 01, 2018
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¿Agualongo o Bolívar? A propósito de la Navidad Negra en Pasto

“Todo es relativo en este mundo, y Agualongo había sido demasiado grande en su teatro, tanto por su valor y constancia, como por la humanidad que había desplegado en competencia con tantas atrocidades ejercidas contra ellos…”. General José María Obando, Apuntamientos para la historia.

Un gran debate se ha suscitado en la ciudad de San Juan de Pasto a raíz de una petición elevada por el Centro de Pensamiento Libre y la Fundación Urcullaqta en el sentido de solicitar a las autoridades locales, regionales y nacionales el reconocimiento de un hecho histórico ocurrido durante la guerra de independencia y conocido como La Navidad Negra. Existen pronunciamientos del Concejo Municipal de Pasto, la Asamblea Departamental de Nariño, el Congreso de la República y se encuentra pendiente la respuesta de la Alcaldía Municipal de Pasto, que ha elevado una solicitud de concepto a la Academia de Historia de Nariño antes de dar a conocer su posición. Para el Centro de Pensamiento Libre y la Fundación Cultural Urcullaqta es necesario reconocer este hecho histórico, declarar a la calle de El Colorado como patrimonio Cultural y comenzar los preparativos de una conmemoración con motivo de los doscientos años en el año 2022. Igualmente su solicitud incluye la destinación de un presupuesto con el fin de convocar a artista regionales y así elaborar un monumento que recuerde a las víctimas de estos luctuosos hechos y los reivindique ante la historia nacional.

Para la presidencia del Senado de la República, primera institución en pronunciarse, “las obras incluidas en el texto de su petición, sin duda, comportan gran importancia para el desarrollo territorial de dicho municipio y sería una buena causa para liderar, pero se advierte que cualquier iniciativa de gasto de inversión estaría sujeta al aval del Ministerio de Hacienda y Crédito Público y el Ministerio del Ramo. Como su petición fue dirigida a varias autoridades, tanto del orden territorial como nacional, en lo que corresponde a nuestras competencias legislativas, se dará traslado a los Honorables parlamentarios de su región para que estudien el tema y posibiliten la estructura de una iniciativa como la que se propone, dentro de las exigencias que se tienen previstas para este tipo de proyectos de ley”. Los parlamentarios de Nariño tienen la palabra al respecto, sabemos que son conocedores de la historia y que se han nutrido de lecturas copiosas y rigurosas como las de José Rafael Sañudo en su libro Estudios sobre la vida de Bolívar. Estamos atentos a su pronunciamiento y gestiones en el Congreso de la República.

El Concejo Municipal de Pasto por su parte se expresa en el sentido de que “En aras de coadyuvar a la propuesta, me permito remitir la petición al despacho del señor alcalde municipal como ente competente para el trámite respectivo”. Importante destacar que su pronunciamiento es en el sentido de coadyuvar la propuesta, es decir que la considera viable y necesaria. Igualmente, en el mismo comunicado el presidente del Concejo Municipal afirma que: “En mi calidad de presidente del Concejo Municipal de Pasto, por medio del presente escrito me permito felicitar esta iniciativa orientada a fortalecer la dignificación de las personas víctimas de los hechos suscitados en nuestro municipio conocido como “Navidad Negra”, que exige espacios de sensibilización e interacción social, para asumir un verdadero compromiso de transformación y reconstrucción del tejido social”. Un espaldarazo para esta propuesta surgida de un grupo de ciudadanos inquietos por la historia y sus incidencias actuales en nuestra sociedad.

Desde la Gobernación de Nariño y suscrito por la directora administrativa de Cultura, Gloria Ximena Garzón Guerrero, se emite una respuesta que expresa complacencia y aceptación de las solicitudes y manifestaciones: “Desde esta dependencia se celebra que se propicien escenarios de conocimiento y diálogo ciudadano en torno a este importante hecho de la historia local, esto a través de un acercamiento a las distintas fuentes documentales y a las posibilidades que ofrece la revisión historiográfica del contexto; lo que permitirá una comprensión de la postura política, así como de la valentía de los pastusos del momento. Ejercicio propicio en el momento actual del país, en el que se hace urgente apostarle a la construcción de paz desde los territorios”. Y expresa su total complacencia en las líneas finales del comunicado: “La Dirección Administrativa de Cultura de Nariño con gusto atenderá sus dudas e inquietudes; como también se sumará a las iniciativas que propendan por el posicionamiento de la cultura como eje dinamizador del territorio…”.

Por su parte el secretario de Cultura del Municipio de Pasto, José Ismael Aguirre Oliva, en nota suscrita en enero 30 de 2018 manifiesta que “por tratarse de un tema que requiere un concepto teórico histórico y científico, desde la Alcaldía de Pasto, se dirigió un oficio para que sea la Academia de Historia Nariñense quien otorgue dicho concepto de viabilidad, para que se pueda expedir un decreto o un proyecto de acuerdo para presentarlo en el concejo municipal en el que se conmemore los hechos acontecidos en el mes de diciembre de 1822, conocido como Navidad negra; Dependiendo del análisis de la academia de Historia y posterior expedición del Decreto o proyecto de acuerdo, se procederá a realizar la correspondiente apropiación presupuestal”. Consideramos que dada la extensa bibliografía existente al respecto sobra cualquier tipo de pronunciamiento, son hechos ampliamente conocidos y comentados en nuestro departamento. No sobra recordar que la carroza ganadora de la última versión del Carnaval de Pasto, El Colorado, rememora este hecho luctuoso y se fundamenta en historiadores reconocidos y respetados en los círculos intelectuales de Nariño y de Colombia. La Secretaria de Cultura del Municipio de Pasto remite oficio a la Academia nariñense de historia en fecha enero 19 de 2018.

Mediante oficio de enero 22 de 2018 la presidenta de la Academia Nariñense de Historia, Lydia Inés Muñoz Cordero, informa que: “Se dará a conocer el asunto en la primera sesión Estatutaria de la Academia y se nombrará una Comisión de Estudio para definir el Concepto final que se dará a conocer en su oportunidad”. Más adelante expresa que “se hace necesario interponer el criterio científico frente a los sofismas de distracción que circulan impunemente…”. A nuestro juicio se debería invitar a esta sesión a integrantes del Centro de Pensamiento Libre y de la Fundación Cultural Urcullaqta para que puedan expresar sus puntos de vista y sumarse a las deliberaciones, eso se entiende en el marco de la democracia y la equidad ciudadana reconocida por la Constitución Política de Colombia. Así mismo sería interesante e importante conocer el pronunciamiento de la Academia Nariñense de Historia, en pronunciamiento de su presidenta, en lo tocante a la expresión “sofismas de distracción que circulan impunemente…”. Por supuesto conocer el origen de estos sofismas y sus representantes y en que consiste tal impunidad.

Para culminar me permito transcribir las impresiones del general José María Obando, en sus memorias, respecto a los hechos sanguinarios ocurridos en Pasto el 24 de diciembre del año 1822: “No sé cómo pudo caber en un hombre tan moral, humano e ilustrado como el general Sucre, la medida altamente impolítica y sobremanera cruel, de entregar aquella ciudad a muchos días de saqueo, de asesinatos y de cuanta iniquidad es capaz la licencia armada: las puertas de los domicilios se abrían con la explosión de los fusiles para matar al propietario, al padre, a la esposa, al hermano, y hacerse dueño el brutal soldado de las propiedades, de las hijas, de las hermanas, de las esposas…”. Y unas cuantas líneas más abajo, expresa con dolor y sobresalto: “…los templos llenos de depósitos y de refugiados, fueron también asaltados y saqueados; la decencia se resiste a referir por menor tantos actos de inmoralidad ejecutados contra un pueblo entero que de boca entera ha transmitido sus quejas a la posteridad…”.

Bien lo aclara el general Obando cuando afirma que fueron actos impolíticos y crueles pues se ha demostrado hasta la saciedad, como lo hizo el mismo Obando, que la solución era política y diplomática. Más adelante el general Obando afirma categóricamente que “La insurrección se hizo completa; y aconsejada por la necesidad de la propia conservación, no podía menos de presentarse con un carácter furioso y vengativo, aunque llevaba por pretexto el sostenimiento del rey de España…”. Y refiere para sustentar su posición: “Un vecino de esos pueblos apuró ese día toda la amargura que puede ofrecerse a un esposo y padre de familia: amarrado de espaldas en uno de los pilares de su propia casa, debía presenciar antes de morir la violencia hecha a su esposa e hijas consignadas al efecto a los soldados, de cuyas manos debían recibir la muerte en seguida; practicado todo bajo la dirección de Luque y a los ojos de ese infeliz padre y esposo, fue encerrada en su casa la mártir familia, con dos chiquillos más, y pegando fuego al edificio fueron quemados todos vivos…”. Crueldad y barbarie sin límites ni antecedentes en la historia de Colombia. Continúa el general Obando relatando la forma cruel como las tropas libertarias trataron a los pastusos: “En estos días fue que en Pasto llegó la ferocidad hasta el punto de divertirse con los hombres destinados a morir…” y continúa su relato con indignación: “Amarrados espalda con espalda, apenas les era permitido escoger el compañero con que cada uno debía ser sacrificado: catorce matrimonios cívicos fueron precipitados vivos de uno en uno desde lo alto del puente hasta los abismos del Guáitara…”.

El coronel Agustín Agualongo sale en defensa legítima de su pueblo ofendido y cruelmente martirizado y, no obstante encontrarse en bando diferentes, el general expresa sobre Agualongo: “Todo es relativo en este mundo, y Agualongo había sido demasiado grande en su teatro, tanto por su valor y constancia, como por la humanidad que había desplegado en competencia con tantas atrocidades ejercidas contra ellos…”. De Bolívar diría que es un traidor, un embustero y un embaucador de pueblos que pretendió hacerse coronar para obtener el poder vitaliciamente.

Pero no se crea que una vez transcurridos los hechos del 24 de diciembre de 1822 y aniquilados los aguerridos y valientes pastusos la paz llegó a este territorio para solaz de su gente, todo lo contrario: “el sistema de muerte había continuado sin piedad; la matanza y destrucción que comenzó en diciembre de 1822, seguía su marcha imperturbable y con la misma ferocidad hasta el año de 26 en que tomé a mi cargo la suerte de aquel pobre país…”. Es el general Obando el que trae la paz y el descanso a los pastusos devolviéndoles sus tierras, tratándolos con dignidad y decoro y, sobre todo, utilizando tácticas políticas y diplomáticas para restituir en algo tanta crueldad y matanzas de las tropas libertarias. No existe duda alguna que nuestro departamento debería llevar el nombre de Obando en agradecimiento y reconocimiento a su bondad para con nuestros antepasados.

Esperamos el pronunciamiento de la Academia Nariñense de Historia para que se proceda, de una vez por todas, en el reconocimiento nacional de este luctuoso hecho histórico, se restituya la dignidad de un pueblo y se devuelva el buen nombre a las víctimas de estas atrocidades, que fueron población civil y amantes como el que más de la paz y la concordia. El debate va más allá de Agualongo o Bolívar, eso es, sencillamente, simplista, se trata de cerrar una herida que aún sangra, de incorporarnos civilizadamente a una patria que aún continua viéndonos como raros y equivocados. Agualongo fue grande y Bolívar supo a quién se enfrentaba. Su odio no era otra cosa que una profunda admiración por un enemigo que sabía valiente y aguerrido.

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