En el año 2012, Aguachica me abrió sus puertas, me brindó la oportunidad de desempeñarme laboralmente. Desde ese momento la calidez y pujanza de su gente me enamoraron de esta ciudad, con la cual estoy eternamente agradecido .
Por cuestiones laborales y familiares tuve que abandonarla, pero siempre la llevo en mis recuerdos, en mis pensamientos. Por ello, cada vez que tengo la oportunidad, retorno a esta bella tierra, disfruto de su belleza, su gente y su entorno.
Aprovechando la Semana Mayor regresé a la ciudad, recorrí sus calles, analicé su situación y dialogué con su gente tratando de hacer un bosquejo de sus avances y progresos. Lamentablemente me encontré con una sorpresa mayúscula: la ciudad se ha estancado, pareciera como si se hubiera detenido en el tiempo.
Esto contradice lo que pensé hace un tiempo, cuando teniendo en cuenta las obras de gran impacto que se adelantaron y su posición geográfica estratégica (que la convierte en el epicentro cultural, comercial y económico donde confluyen las regiones del sur del Cesar, Bolívar y Santanderes) escribí una columna titulada La ciudad futuro, donde expresaba las fortalezas, potencialidades y bondades que convertirían a Aguachica en modelo de progreso y desarrollo.
Sin embargo, nada de eso se materializó. El problema del agua sigue siendo significativo: Aguachica no la logrado satisfacer esta necesidad que afecta el diario vivir de sus habitantes, perjudicando de gran manera la imagen de la ciudad, negándole la posibilidad de explotar su territorio como destino turístico y la inversión de capital foráneo.
A pesar de la inversión realizada, seguimos sin la posibilidad de comunicar la ciudad con el resto del país vía aérea, puesto que su aeropuerto no ha sido habilitado de forma idónea y eficaz, por tanto no es posible la operación comercial del mismo.
La malla vial presenta un retroceso, encontramos como la capa asfáltica se encuentra en mal estado, llena de huecos, lo que representa un problema para la movilidad y un peligro para los transeúntes, además de que es causa de deterioro de los automotores.
Esto sumado a la suspensión de los trabajos de la ruta del sol, el incremento de los índices de inseguridad, la falta de inversión y ejecución de grandes obras de impacto social, ha permitido que Aguachica pierda la importancia y relevancia ganada, que su desarrollo y progreso se haya mermado, afectando de gran manera la calidad de vida y bienestar de su gente.
Aguachica es una ciudad con unas potencialidades únicas, una belleza natural inigualable, un acervo cultural inagotable que debemos aprovechar y explotar, por eso se hace necesario retomar el rumbo, adelantar las inversiones y obras que se requieran para que vuelva a florecer, se transforme en una ciudad atractiva, competitiva y moderna, permitiéndole convertirse en distrito de economía naranja.
De lo contrario estaríamos condenando esta gran ciudad al atraso, subdesarrollo y olvido, negándole a su gente mejorar sus condiciones de vida y satisfacer sus necesidades, perdiendo con ello su importancia histórica, permitiendo que Ocaña nos desplace como núcleo fundamental de intercambio comercial, social y económico de la región.
Adelante, Aguachica. A través de la historia has superado momentos difíciles, has logrado vencer el dolor, la injusticia y crueldad de la violencia, es hora de que demuestres tu fuerza, pujanza y decisión, para que renazcas y te erijas como la ciudad futura que tu gente merece.