Para Junio del 2015, el Instituto Geografico Agustin Codazzi advirtió, a través del diario El Tiempo, que el 63% de los mejores suelos cultivables en los municipios aledaños a Bogota, habian sido construidos. Básicamente al interior del país, los alrededores de la capital colombiana se están quedando sin espacio para satisfacer las necesidades alimenticias de sus habitantes. Posteriormente, y para darle un poco más de credibilidad, ya que el medio en el que se publicó la noticia tiene más bien poca, la Universidad de la Sabana reiteró esta cifra y situación lamentable al periódico El Espectador.
A la par que este panorama está pasando desapercibido para quienes comen o comían productos cultivados en Cundinamarca, un par de organizaciones comunales y algunas estatales, han ido propendiendo por el desarrollo de la agricultura urbana en nuestro país. Este tipo de agricultura que se puede describir como cultivos de pequeña escala en espacios confinados en la ciudad, bien sean en jardines verticales, terrazas, balcones, cuartos en apartamentos y, en los mejores casos, en zonas verdes como potreros o parques; es decir, en todas estas zonas que más bien hoy son escasas en las zonas residenciales, pues porque en apartamentos de 50 metros cuadrados dificilmente va a caber una huerta. Sin embargo, la idea ha encajado bastante bien, incluso para quien escribe el presente articulo, el problema radica en que estamos hablando de dos espacios que no existen. En primer lugar el 63% de los suelos cultivables de municipios como Cota, Funza o Madrid ya fueron usados para ejecutar complejos industriales o apartamentos de multiples estratos, y en segundo lugar estos complejos habitacionales o laborales no tienen espacio para ejecutar la agricultura urbana que ahora se fomenta.
Para entrar un poco más en contexto, se debe tener en cuenta que Colombia cuenta con mas de 48 millones de habitantes y nada mas Cundinamarca representa a 2,6 millones y garantizar la dieta para esta cantidad de personas a partir de cultivos basados en espacios privados de quienes se arriesgan a llevarla a cabo, será imposible. Ademá1s el hecho de garantizarse a sí mismo, como ciudadano, su propia comida con base al uso de materiales reciclados y productos de mínima variedad (lechugas, cilantro, espinaca, principales variedades cultivadas en la agricultura urbana) es simplemente darle el derecho al estado para que se olvide de la seguridad alimentaria y la labor que ellos deben cumplir para que el campo sea rentable por su sentido agronomico y no por sus capacidades para albergar estructuras de concreto con miradores a las montañas.
Como lo advirtió el diario El Universal de Venezuela en conjunto con la Universidad Metropolitana del mismo pais, no hay manera de que la agricultura urbana pueda garantizar la seguridad alimentaria de un pais ya que esta, como cualquier otra modalidad de agricultura requiere un suelo adecuado, espacios apropiados, agua de calidad para riego y dificilmente dentro de la ciudad se puede garantizar el acceso a todas estas en conjunto. Sin embargo, y aunque es bastante destacable el hecho de que varias organizaciones independientes a lo largo de la Sabana de Bogota, estan incentivando este tipo de cultivos, se debe reconocer que un par de botellas tipo Pet o neumaticos con lechugas cultivadas en su interior, no pueden satisfacer la dieta de una familia promedio por mas romantica, anarquista y autogestiva que suene la idea. En este orden de ideas, la agricultura urbana de manera silenciosa le da via libre a los grandes proyectos urbanisticos e industriales para que se apropien de los mejores suelos de cultivo que se presentan en el país mientras en los hogares creemos que esta reciente tendencia por cultivar lechugas, cilantro y zanahorias al borde la ventana, nos pueden mantener de por vida.
Concluyendo, debo reconocer que como un tipo de cultivo artesanal para complementar la dieta de los hogares colombianos, la agricultura urbana es muy bien recibida y su expansion deberia ser masiva en cada espacio abandonado que se logre recuperar en la ciudad, pero si se siguen entregando los bastos espacios campestres a las constructoras y empresas multinacionales para que ocupen estos ricos suelos de la sabana, la agricultura urbana solo sera el contentillo usado para iniciar una gran crisis infundada en la ambicion por dinero y regalias de cada localidad aun teniendo a una poblacion que tres veces al dia tiene la necesidad de recurrir a los productos del campo para cada comida.