No es nuevo que los partidos políticos tradicionales se hayan convertido en simples máquinas electorales y que, por ello, han contribuido al terrible deterioro de la política colombiana. Precisar cuándo se inició este proceso no es fácil, pero lo que sí puede afirmase es que hoy llegó a su nivel más bajo en términos de falta de ética, de carencia de barreras y de ideología. A la corrupción y al delito se les abrió la puerta de una manera tal que será imposible corregir su norte. No se salva ninguno, pero el Partido Liberal, ese que tuvo tanto que ver con muchos cambios positivos en Colombia, desapareció y hoy está a punto de convertirse en el lugar de los peores politiqueros del país.
Lo increíble de este profundo —y probablemente, irreparable daño—, es que no son nuevos sus directivos de hoy. Su crisis moral no obedece a que se adueñaron de esa agrupación política una serie de jefes corruptos con un pasado oscuro. No. Lo inconcebible es que siguen siendo los mismos directivos que, en su momento, defendieron la transparencia, la democracia y la construcción de un país decente. César Gaviria, que sigue siendo el jefe natural, así no figure como tal, pero que es evidente para el país que está detrás de todas las decisiones importantes de esa colectividad. Su foto para avalar a Alex Char como candidato del liberalismo para la alcaldía de Barranquilla comprueba su inherencia en las decisiones importantes del Partido Liberal. Horacio Serpa, el hombre que, para muchos, ha sido el símbolo de lo que fue el Liberalismo, ahora avala para las elecciones de octubre a un heredero de un político vinculado con el paramilitarismo, nada menos que su padre.
Sin dejar de reconocer que estos cuestionamientos también se pueden aplicar a los otros partidos —especialmente al Conservador y a Cambio Radical—,lo que parece increíble es lo que está sucediendo en el que fue el partido de muchos. Ya se sabe de la renuncia a la Dirección del Liberalismo de Vivian Morales por estar en desacuerdo con los avales otorgados por este Partido, a gente con serias objeciones. No renunció al partido, para no perder su curul, pero, sin duda, queda en la cuerda floja. Hasta allá no llega la protesta. Qué lástima.
Sus directivos actuales no solo están llenando el partido con gente oscura, sino que están forzando la salida de personas valiosas que se rebelan ante la forma como están manejando los avales para las próximas elecciones de octubre. Este es el caso de Alejandro Galvis, propietario del diario Vanguardia Liberal, quien acaba de renunciar a la colectividad, según sus propias palabras "por el aval que Horacio Serpa le entregó al cuestionado Didier Tavera". De esta manera, Tavera será candidato a la Gobernación de Santander. Como afirma Semana, "Alejandro Galvis Ramírez, miembro de una de las familias de mayor tradición liberal en Santander y propietario de Vanguardia Liberal, se fue lanza en ristre contra Horacio Serpa porque le dio un golpe demoledor (moral y ético) al liberalismo”. En sus propias palabras, “es muy grave para Santander que nos metan a un hijo de un narcotraficante”.
Para aquellos que renunciamos en su momento a ser parte de la decadencia de este partido, es un consuelo que todavía existan liberales de verdad que no venden sus principios por votos. No son muchos, pero quedan algunos con los cuales se debería empezar a reconstruir ese Liberalismo que ha venido empañando su historia y que se ha llenado también de mediocres y de gente cuestionada. Esta vez no se trata de una golondrina que no hace verano sino de un peso pesado, no solo del Partido Liberal sino de Santander y de los medios de comunicación. No es ser simplemente pesimista, pero ojalá este golpe le demuestre a su actual directiva que, o renuevan el Partido Liberal, o este morirá en sus manos.
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