Agendas mínimas para negociar con los "Ivanes"

Agendas mínimas para negociar con los "Ivanes"

Del Iván resucitado y el Iván convaleciente podría depender el éxito o el fracaso de la paz total

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
enero 10, 2023
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Agendas mínimas para negociar con los

No todo se ha dicho. Le corresponderá a una instancia de alto nivel (creada por la ley de paz total) caracterizar la naturaleza jurídica de todas las organizaciones armadas que se acogieron al cese al fuego multilateral. De esa instancia dependerá que la sigla FARC-EP regrese a la geografía de la política nacional en cabeza de una disidencia que se autopercibe como estrictamente fariana; también se sabrá, si al final y superando una “encrucijada del alma”, el gobierno se la jugará por avanzar en una negociación política con la reincidencia de la Segunda Marquetalia y así resarcir el daño que el entrampamiento auspiciado por Néstor Humberto Martínez le hizo al proceso de paz.

La discusión pinta bastante compleja. Inclusive, entre los “arquitectos” de la paz total no hay consenso sobre la ruta a seguir. Algo que se puede evidenciar en las posiciones de dos senadores estratégicos en la principal apuesta del gobierno Petro. Por un lado, el senador de Alianza Verde, Ariel Ávila, está convencido de que con la reincidencia de Iván Márquez solo cabe el sometimiento a la justicia, con un tratamiento muy similar al planteado para el Clan del Golfo. Por otro lado, Iván Cepeda considera que a las disidencias y reincidencias se les debe dar un tratamiento político, ya que su origen se incubó en el entrampamiento y en la precaria implementación del acuerdo de paz.

Dado el papel central que tiene Cepeda en la ejecución de la política de paz total (siendo también muy cercano a Danilo Rueda), creería que su posición terminará ganando el pulso y así el país se adentrará en un camino tan sinuoso como incierto: el resurgir de una porción de la extinta guerrilla de las FARC-EP y un “segundo tiempo” en las conversaciones de paz de La Habana. Entonces, ¿qué temas se podrían abordar en esos procesos?

Empecemos por lo más sencillo, la Segunda Marquetalia. Si le otorgamos el punto a Cepeda y asumimos que el origen de esa reincidencia se remonta a las perversas triquiñuelas de Néstor Humberto Martínez, quien como fiscal arrojó un manto de duda sobre el acuerdo y llevó al límite de lo irracional a Márquez y Santrich, el único contorno que cabe para esa negociación será el que traza el mismo acuerdo de paz. Ni más, ni menos. Solo tiene sentido que se retomen puntos previamente acordados en La Habana; con ajustes al sistema de justicia transicional, al modelo de reincorporación socioeconómica, y planteando nuevas garantías de participación política.

Para ello, Márquez deberá bajarse de algunas de sus pretensiones y entender que su posición es de extrema debilidad, pues más allá del efecto psicológico que le generó el entrampamiento, desde el preciso momento en que se activó el fast track, el exnegociador fue muy crítico con la forma como Santos diseñó la implementación; también desestimó la sentencia de la Corte Constitucional que excluyó a los terceros civiles de la obligación de responder ante la JEP, y aunque esa decisión fue muy criticada porque le quitó dientes a la justicia transicional, fue tomada por la corte en su autonomía y sin incidencia (aparentemente) de Santos o Néstor Humberto Martínez.

De ahí que la única agenda mínima posible en una negociación con la Segunda Marquetalia se enmarque en profundizar la implementación del acuerdo de paz y construir sobre lo construido, o más bien, construir sobre lo destruido, pues el gobierno Duque se empeñó en asfixiar el acuerdo. También se deberá aprobar una nueva ley de amnistía y reformar la JEP para habilitar el ingreso de los reincidentes (un reto legislativo enorme).

Ahora bien, con el Estado Mayor Central FARC-EP la negociación será a otro precio, ya que no se puede pasar por alto que el núcleo elemental de esa organización nunca se acogió al proceso de paz, ni siquiera participó en la Décima Conferencia (el evento donde la guerrilla refrendó el acuerdo) e Iván Mordisco se negó a subordinarse a Márquez cuando este le propuso fusionar su disidencia con la Segunda Marquetalia. Por eso, el formato de esa negociación deberá partir de las realidades creadas por el acuerdo de paz, pero aventurándose, con mucho tacto y pragmatismo, en terrenos inhóspitos.

A diferencia de las FARC-EP, el Estado Mayor Central es una estructura sin trayectoria política conocida y desnacionalizada, su agenda política (si la tiene) se habrá concentrado en sus selváticas áreas de influencia y no ha trascendido en los grandes centros urbanos. No sabemos cuál es su narrativa política (si están anclados al programa agrario de los guerrilleros), sus propuestas o si acaso su plan estratégico para la toma del poder. Nada. En el imaginario colectivo del país se instaló su impronta como la de guerrilleros insubordinados que no se acogieron al proceso de paz para seguir con el negocio del narcotráfico.

Siendo prácticos, la única agenda posible que se puede concertar con la disidencia de Mordisco es una que priorice esquemas de desarrollo rural en sus áreas de influencia, con programas de restauración ambiental, sustitución de economías ilícitas y profundización de la democracia local. Además de los consabidos instrumentos de amnistía, justicia transicional y reincorporación. No tendría sentido que Mordisco planteará una agenda maximalista sobre el modelo económico o social del país, algo que no cabe en su actual posición y que ni siquiera se le concedió a la guerrilla cuando llegó a La Habana.

Por ahora, solo hay especulaciones. La paz total encierra más dudas que certezas. Lo cierto es que esos procesos no podrán tomarse cuatro años; es más, se deberán surtir en pocos meses o mínimo un año, porque mucho de lo que se termine acordando deberá pasar por el Congreso y por la revisión de la Corte Constitucional (la misma vía que le tocó al acuerdo de paz). Y eso implica mayorías, tanto en el Congreso como en la opinión pública, mayorías que Petro puede ir perdiendo conforme empiece su desgaste y sea electoralmente más rentable cuestionar las políticas del gobierno.

Cuando conozcamos el concepto de la instancia de alto nivel la pelota quedará en la cancha de los “Ivanes”, del Iván resucitado (al que Duque dio por muerto) y el Iván convaleciente, dependerá de ellos que esa negociación política sea breve, seria y estratégica, porque de otra forma, solo serán los determinadores en un gran fracaso para la paz total.

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