Hoy, hace 35 años murió Luis Alfonso Londoño, actor natural de Oiga Vea y Agarrando Pueblo, de Mayolo y Ospina.
En 1971 Cali fue anfitrión de los VI Juegos Panamericanos. Luis Ospina y Carlos Mayolo se confabularon para rodar, con cámaras prestadas, el documental: Oiga Vea, en el que se ve a la Cali marginada, la de los que no tuvieron con qué pagar las entradas para asistir a los grandes eventos deportivos.
Para llegar a las Canchas Panamericanas, epicentro de la competición, Mayolo y Ospina abordan un atestado tren. Sonrisas de niños, casas populares y el traqueteo de las ruedas en los rieles pasan en sucesión.
Luego los documentalistas se apean en el barrio El Guabal (en ese entonces de invasión y el más cercano a las Panamericanas) y registran las condiciones en las que viven algunos caleños.
De pronto, escribirá luego Ospina, alguien les grita: “¡Con que agarrando pueblo, no!”.
Curiosos por conocer al autor de la original frase, se apresuran a entrevistarlo. Es Luis Alfonso Londoño: con un cigarrillo sin filtro a casi acabar en la mano, cuenta como el canal de aguas lluvias se volvió un peligro para los niños.
Con amenaza de lluvia, Ospina y Mayolo acompañan a Londoño a su humilde casa y este les regala bolsas plásticas para que cubran sus equipos. Y hasta ahí su participación.
Pero siete años después, con la idea de hacer una “película de ficción que simule ser un documental sobre los cineastas que explotan la miseria con fines mercantilistas”: (Ospina), la dupla de cineastas se vuelve a juntar.
Ahí cobra pleno sentido el: “¡Con que agarrando pueblo!” de Londoño. Entonces Mayolo y Ospina lo buscan de nuevo y es en su casa dónde se graba la escena final y más emblemática de Agarrando Pueblo.
‘¿El futuro para quién?’
Un periodista, interpretado por Ramiro Arbelaez, entrevista a la supuesta pareja, con dos niños, que habitan la casa. Tras algunas preguntas para mostrar su precaria situación económica, aparece en escena Londoño, quien mira a la cámara y sale de nuevo del cuadro.
Segundos después reaparece, se para entre el periodista, los falsos pobres y la cámara, se toma la cabeza con sus manos, abre la boca (le faltan los dientes frontales superiores) y grita:
-“¡Con que agarrando pueblo, no! solo vienen a firmar aquí para hacer reír a los demás por allá lejos”.
Cambio de cámara y Mayolo, quien interpreta al director, grita enfurecido: “¡Corten!”, gira hacia el intruso y una voz en off le dice.
-“¡Hey! señor, por favor, usted se corre que estamos filmando una película”.
-“¿Quién, yo?”.
-“Sí, usted.
-“¿Cómo así que me quite, a dónde creen que han llegado ustedes”, replica Londoño.
-“Señor, le estamos pidiendo el favor”.
-“¿El favor de qué?”.
Entonces un policía moreno aparece en escena y le dice:
-“Señor haga el favor y se sale que estamos grabando una película”.
-“¿Y por qué no van a hacerlo a otra parte?”
-“Por qué no se hace atrás, como los demás”, contesta el policía, lo toma de un brazo e intenta sacarlo de la escena a la fuerza. Londoño manotea y grita:
-“Ya no puede estar tranquilo uno ni aquí en la casa”.
Aparece entonces el productor de la película y le ofrece dinero para que deje terminar la escena final. Ante su reticencia y para adularlo, le dice que su casa ha sido escogida entre muchas y que si sabe que más del 25% de las casas de los colombianos son iguales a la suya.
-“Y si hay tantas, ¿por qué ésta?”, pregunta Londoño.
El productor saca dinero de su bolsillo.
-“¿Cuánto valgo yo?”
-“No se trata de comprar a nadie”.
-“¿Haber, cuánto cree que valgo yo”, repite Londoño, entonces le arrebata el dinero al productor y agrega:
-“¿Sabe usted lo que puede hacer con este dinero? ¡Vea, vea, esto, vea!”, se baja los pantalones y con los billetes se limpia el ano, los lanza al suelo, y advierte:
-“¿Aguárdense y verán”. Entra corriendo al rancho, luego asoma la cabeza por uno de los agujeros de la esterilla de la fachada y sentencia:
-“¡Cojan sus cámaras y váyanse para otra parte y no jodan más aquí, esperen y verán!”. Y acto seguido aparece blandiendo un machete.
-“Haber, sigan firmando, sigan pues”. Entonces todos huyen.
-“Ah, les da miedo, no”. Captura al actor que hace de pobre y amenazante le dice:
-“¿Y vos qué, Charles Bronson?” y le amaga con pegarle un machetazo.
-“Yo no tengo nada que ver”.
-“Abrí los ojos, no ve que te están firmando disfrazado de pobre, vendido”.
-“A mí ni siquiera me pagaron”, contesta aterrorizado el actor y huye.
Londoño mueve con su machete los billetes, recoge un rollo de cinta que se les cayó a los cineastas en la huida, la desenrolla, se envuelve en ella y sonriendo dice:
-“Los sabios, que todo se lo saben”. E imitando al periodista con voz aflautada, agrega:
-“¿Usted vive aquí? ¿Cuántos niños tiene?”. Abre las manos, sonríe, mira a la cámara y grita:
-“¡Corten!”.
La muerte de Londoño
Hoy, hace 35 años, murió de hidropesía Luis Alfonso Londoño, el humilde e histriónico zapatero que con su frase inspiró el nombre (solo en nombre, la valga la aclaración) del falso documental: Agarrando Pueblo.
Londoño, de 53 años al momento de fallecer, fue uno de los fundadores del barrio de invasión El Guabal, y su sepelio, le escribe Ospina a Mayolo, fue realizado mediante recolecta en el cementerio de Siloé.
La verdadera escena final
Luego de la escena final y ya sin actuar, Mayolo y Ospina le hacen algunas preguntas a Londoño acerca del impacto qué cree tendrá la película y de lo que él considera es el cine.
Londoño dice que la escena de la película que más le gustó es en la que él se baja los pantalones y se limpia con los billetes.
-“¿Y a la gente del cine qué le dirías?”, le pregunta Mayolo.
-“Aquí, pues, dicen, que las vacas que más cagan en el cine son los americanos, ¿no? Y ellos venían cagando desde hace mucho tiempo. No. Ya hay otros que cagan más arriba y más bastante (risas) y nosotros los colombianos también podemos poseer ese don de movernos ante una cámara de cine, aunque nos falta cultura, ¿por qué no?”.
@adolfoflorezg
(Lea la carta completa de Ospina a Mayolo):
“Cali, noviembre 14, 1979
Querido Carlos:
Por el recorte adjunto de El País te darás cuenta de que el lunes pasado (noviembre 12) a las nueve y media de la noche murió Luis Alfonso Londoño, nuestro querido y divertido actor. En la mañana del martes recibí una llamada de don Gregorio, el señor de la tienda de al lado, y me informó que Londoño se había muerto y que estaban haciendo una recolecta para poderlo enterrar. Yo llamé a Eduardo y ahí mismo nos fuimos a El Guabal, donde encontramos el rancho convertido en cámara ardiente con el ataúd custodiado por un cuadro del Sagrado Corazón y un crucifijo. A Luis Alfonso lo afeitaron, lo envolvieron en una sábana y lo metieron al ataúd, con vidriecito y todo. Murió de hidropesía y del invierno tan tenaz que ha hecho en todo el país. Yo, entonces, en nombre de la película contribuí con 5 mil pesos, suficientes para pagar el ataúd (4 mil pesos), el hoyo (500 pesos) y el bus para transportar el cadáver y los acompañantes. No sólo hay que revelar las películas sino también velar a los actores en cámara ardiente. Tenaz. Me puse muy triste.
Tengo ganas de que esta década se acabe rápido”.