El exrector de la Universidad Pedagógica Nacional inició el pasado martes 16 de octubre a las 10 de la mañana un ayuno indefinido para solicitarle al gobierno nacional la instalación de una mesa de concertación con rectores, profesores, estudiantes y trabajadores de las 32 universidades públicas.
Rodeado del afecto, compañía, solidaridad y apoyo de profesores, amigos, estudiantes, trabajadores y de su familia (su esposa Martha Rocío, sus hijos Tomás y Natacha), este hombre que cuenta las horas de ayuno en un tablero puesto al lado de la carpa, empeña su vida y mantiene firme su posición para presionar al gobierno del presidente Iván Duque Márquez.
¡Necesitamos una mesa de negociación!, ha dicho Adolfo León Atehortúa, quien conversó con nosotros.
¿Qué significa simbólicamente el gesto del ayuno?
Nació la idea porque sabíamos que se avecinaba una movilización estudiantil muy importante; ha tenido siempre dos propósitos, uno, que se instale una mesa de negociación que es en lo que estamos insistiendo, y dos, darle aliento a la movilización, que consiste simplemente en mostrar amor, dar ejemplo de ser y actuar como maestro. Tomé la decisión del ayuno porque alienta la movilización, lo definimos siempre como un gesto de amor, de respaldo, de respeto a su defensa de la universidad pública, entonces el ayuno no ha sido para pedir billones o para pedir solución a la situación financiera. Ha tenido esos dos propósitos. Creo que el segundo lo cumplimos, pero trataremos de resistir mientras se da el primero, la mesa de negociación.
¿Cuál es el escenario de la educación pública en Colombia?
Desde que recibí la rectoría de la UPN tenía un déficit de 3.600 millones, y empezamos a buscar recursos por fuera, pero en los últimos años ya no había más donde buscar, y en una situación similar estaban muchas otras universidades del país. Sin embargo, lo que empeoró la situación fue que nos quitaron los recursos CREE que pasaron a financiar el programa Ser Pilo Paga, eso fue prácticamente el golpe de gracia.
Desde al año anterior yo dije tenemos cómo sobrevivir el 2018, pero en el 2019 será el colapso. Hicimos una movilización en el 2018, pero casi que estuvimos solos los de la Universidad Pedagógica Nacional. En ese entonces pensamos que mantener el paro, incluso después de haber logrado un presupuesto de cien mil millones, era un suicidio. Sabíamos que podíamos sobrevivir en el año 2018, pero que en el próximo iremos al colapso. ¿Qué hemos tenido? Una oferta de quinientos mil millones, de los cuales solo cincuenta y cinco mil van a la base para cubrir nóminas, funcionamiento, y eso es insuficiente.
La propuesta del presidente Duque del billón que hay que buscar en las regalías, y sobre lo cual no decide el presidente, es muy difícil. Hasta el momento el colapso para las universidades públicas está cantado. Puede que algunas se salven, con mucha austeridad, pero eso significa reducir calidad.
¿Por qué al Estado colombiano le cuesta tanto trabajo asumir lo público?
El neoliberalismo cobija a toda América Latina y por lo tanto ha existido una concepción gubernamental que se mueve sobre las lógicas que traza la banca internacional y los dictámenes de países como Estados Unidos. Entonces, cuando buena parte de lo que se orientó desde el neoliberalismo fracasa en algunos países, viene otra oleada que implica recoger el Estado y financiar lo privado, pero fundamentalmente bajo el criterio de que lo público no funciona y lo privado sí.
Esa fue la ideología que se vendió durante los noventa, pero es que lo público no funciona porque el propio Estado se ha encargado de asfixiarlo económicamente. Los hospitales públicos son un buen ejemplo de ello. El Instituto de Seguros Sociales dejó de funcionar porque el Estado no lo financiaba. Entonces la ciudadanía empezó a decir "sí, acabemos eso". Lo mismo sucedió con las cesantías, porque se empezó a decir que en pocos años el Estado no iba a tener cómo responder por sus pensiones, entonces que era mejor pasarse a los fondos privados, ya que allí se podría uno pensionar con seguridad y además podría retirar su aporte cuando quisiera.
Un poco lo que pasa con las universidades públicas es eso, "asfixiémoslas, las privadas son mejores, y la gente va a tener que mirar la privada". Basta pasar por una universidad pública y ver las edificaciones cayéndose y luego pasar por una privada y ver las megaedificaciones que se levantan con el presupuesto de Ser Pilo Paga. ¿Qué es lo que ha sucedió? Que la universidad pública ha resistido, y ha resistido con éxito, porque a pesar de que los edificios se están cayendo porque no hay presupuesto, de todas maneras hemos hecho hasta lo imposible para seguir subsistiendo, ofreciendo algo de calidad, aunque la contratación de los maestros se volvió indigna. Tenemos muchas dificultades y llega el momento en que estalla. Eso es lo que está pasando.
Luego de estas breves pero contundentes reflexiones pudimos conversar con su gran apoyo moral en gestas: Martha Rocío su esposa. Ella lo acompaña de forma incondicional, no solo con su presencia sino desde la oración. Lo mismo hacen sus dos hijos, al punto que Tomás, de apenas 10 años, pasará un par de noches junto a su padre.
Adolfo Atehortúa no se ahorra palabras para agradecerle: “Es importante en la vida una buena pareja, que acompañe, que dé fortaleza". En definitiva, el maestro Adolfo Atehortúa se ha ganado el afecto de la comunidad por su vocación, entrega, amor, cariño, tanto así que en redes sociales lo llaman “El papito de la UPN”, y para los estudiantes sigue siendo el rector simbólico de la universidad, un Quijote luchando contra un Estado sordo que no quiere escuchar las necesidades del sector público.
Finalmente, rodeado de profesores, estudiantes, trabajadores, amigos y de su familia, afectuoso y con la cadencia que da la experiencia de entrega a la labor de ser maestro, ha enviado a la comunidad un mensaje puntual: “Necesitamos una mesa de diálogo y concertación con el gobierno nacional, rectores, profesores, trabajadores y estudiantes”